sábado, agosto 30, 2008

Da la sensación

Foto: I.N. Es Vedrà, vist des de Sant Josep de Sa Talaia, Eivissa, 2008
de que Barcelona se ha convertido en uno de los peores lugares donde vivir, incluso comparativamente con el resto del país. No sólo porque cortan salvajemente los árboles y pronto será todo sólo cemento, una cantera polvorienta y ruidosa. No sólo porque la gente es salvaje y primitiva y tira basura al suelo, al bosque, a la playa, a las aceras y descampados. No sólo porque en Catalunya pagamos más impuestos y recibimos menos servicios que el resto del país. No sólo porque los precios son superiores a los de las demás ciudades, en vivienda, verduras y hortalizas, carne y pescado. No sólo porque se destruye el patrimonio arquitectónico y artístico sin que nadie ponga el grito en el cielo. No sólo porque las entradas de los conciertos de música clásica y contemporánea (miren por favor las webs y comparen la programación y los precios del Palau de la Música -Ibercàmara y Palau 100- y el Liceu con el Palacio Real en Madrid u otros lugares como por ejemplo Girona o Cuenca, donde a veces la programación es mejor y más innovadora) o de música popular (el otro día un joven asiduo de esos conciertos me decía que en Portugal los mismos conciertos con los mismos músicos, en la misma gira, valen una tercera parte, y sólo los tontos se van a Almería o Madrid o Barcelona o Huelva pudiendo ver el mismo cartel unos días después en Portugal, en lugares más bonitos y frondosos). No sólo porque la escuela pública está peor y la inversión por alumno es inferior a la de otras comunidades (País Vasco, Andalucía, Extremadura...). O la ciudad, cada vez más sucia, ruidosa, cara e insoportable para vivir, mucho peor y más descuidada incluso que Tarragona o Girona y que otras ciudades del país.
Ayer me decía un amigo que en Brasil, para preservar el turismo, limpian las playas con unas máquinas muy eficaces. Esta mañana he visto en ARTE TV un lugar en Marruecos, una laguna natural donde se crían ostras y como les compran los franceses, saben que tienen que preservar el medio ambiente y el lugar es maravilloso. Estamos hablando del llamado Tercer Mundo. Pues vayan ustedes a las playas de Ibiza (Cala Boix, por ejemplo), por ejemplo, algunas de un paisaje natural maravilloso, pero donde la basura se acumula como en vertederos libres, o vean lo que flota en el mar en Cadaqués. Sobre todo esos plásticos diminutos que los peces ingieren y que se confunden ya con la arena, pero también los grandes. Me dice una amiga que este verano, en Cadaqués, los únicos turistas llegaban en autocar, en las barcazas o quién sabe cómo, dormían en la playa o se iban antes de cenar y comían sus mendrugos sentados por la calel. Los restaurantes estaban casi vacíos, los hoteles sólo se llenaban a mitad y eso sólo los fines de semana. Y es que el turismo puede ser estúpido, pero no lo es tanto. Ir a un vertedero y pagar miles de euros por estar ahí, pudiendo ir a lugares más baratos y mejor preservados no tiene ninguna lógica. Los precios en Cadaqués o en Ibiza son muy altos, como lo son los de la vivienda en Barcelona. Pues bien, paseen por mi calle y mi barrio cualquier día a cualquier hora. Miren al suelo. Está lleno de cajas de pizza, papeles, pañales sucios, latas de bebidas, etc. Muy pocas veces llega aquí el servicio de limpieza. Ahora está todo abierto, para ampliar ese metro que justifica según ellos la tala de los árboles centenarios. ¿Por qué pagar el precio astronómico de una vivienda en esta ciudad? Crucen la frontera. G. me enseñó el otro día las fotos de su excursión por el País Vasco francés. El suelo estaba impecable. Ni una colilla.
Yo sólo pienso en encontrar una manera de irme. Ya sé que el mundo es injusto y terrible en todas partes y que vivimos una época inquietante, donde la crisis económica y la derechización y la fuerza de los lobbies permiten pocas esperanzas y generan mucha inquietud en cualquiera que piense o se arriesgue a leer la prensa. Pero aun en ese contexto, creo que me consolaría vivir con sombra de árboles, con un patrimonio arquitectónico protegido, rodeada de belleza y no de fealdad, con gente educada -aunque sea más fría- que no grita y que pide perdón por abordarte para preguntarte algo, y leer una prensa crítica donde no se niega la realidad ni los periodistas son sólo la voz de su amo. ¿Cómo podría mantenerme ailleurs? Ésa es la clave. Si los problemas son sólo como jeroglíficos matemáticos, sólo hay que estar alerta y concentrarse para encontrar la solución, para pescarla cuando aparece. Así también dejaría de molestar a todos esos que se ofenden y sienten heridos porque prefieren seguir sin ver los defectos del país, y ni ven ni oyen ni respiran para creer que Barcelona sigue siendo un lugar privilegiado donde vivir.
El otro día por primera vez un miembro del Gobierno, el ministro de Trabajo, dijo que no se podía pedir a los trabajadores que se apretaran MÁS el cinturón, aunque no anunció ninguna medida para contener el gasto público ni los precios. En vano he esperado yo que Zapatero anunciara algún recorte en los sueldos, dietas, coches oficiales, escoltas de su gobierno. Al contrario, ha habido normativas que amplían a la mujer del presidente la escolta y el coche oficial para hacerlos vitalicios. Ya sabemos que resolver la crisis no depende de ellos, pero unas medidas de corrección, desde una perspectiva social y no derechista, tal vez contribuirían a mejorar el panorama o a suavizar lo que se avecina como insostenible.

viernes, agosto 08, 2008

Carta a Parcs i Jardins

Foto: I.N., Montpellier, 2008
He enviado esta nota a Parcs i Jardins. Supongo que ni se molestarán en leerla. Deben de pensar que soy la única persona de Barcelona que se enfurece cuando cortan los árboles. Por eso me gustaría pedir a la gente que proteste. Van a quitarnos el Parc de la Ciutadella, van a arruinar la Diagonal, la plaça Joaquim Folguera y nos dejarán sin sombra, sin tierra, sólo con cemento, ¿sin que nadie proteste?
Senyors:
Com que em vaig dedicar a salvar un arbre bicentenari que vostès volien trasplantar, la gent em ve a explicar els arbres que van tallant per tot arreu. Sembla que Parcs i jardins és, al contrari que a altres ciutats, un equip de talladors d'arbres, sempre disposat a fer espai per a infraestructures i sobretot aparcaments, que són l'objectiu principal d'aquest trist ajuntament de Barcelona. On hi havia frondositat, no deixen terra per a un sol arbre, com han fet a Lesseps i com ara planegen fer a la plaça Joaquim Folguera. També planegen destruir el Parc de la Ciutadella per fer un gran aparcament, i el frontal de la Diagonal per fer-hi passar un tramvia que ningú vol ni necessita. A qualsevol altra ciutat Parcs i jardins s'hi oposaria i aconseguiria que modifiquessin els trassats, que deixessin almenys terra per replantar, que canviessin la normativa promotora del cotxe que obliga a fer parking sota tota les cases, destruint els antics i petits espais verds dels patis. És una vergonya la política que fan en una època de sequera i canvi climàtic, antisostenible, i despietada per als ciutadans. Per acabar-la d'adobar, poden radicalment els plàtans cada dos anys, i ens deixen sense ombra als carrers de l'Eixample i arrisquen els arbres a malalties, i amb aquesta excusa els acaben tallant. És que no hi ha ningú entre vostès que aprecïi els arbres? Quan només en quedin les fotos, on pensen que aniran? Isabel Núñez
Carta al Director, que he enviado a El País, La Vanguardia y El Periódico (me la han publicado ya en la sección El lector opina de La Vanguardia. Si alguien quiere dejar comentarios que pinche en el link...)
Señor director: Sé que está prevista la tala de los hermosos almeces (lledoners) de la plaça Joaquim Folguera en enero de 2009 para ampliar la línea 9 del metro. No cuestiono la obra pública, pero sí que el trazado no se adapte para respetar los árboles o al menos dejar tierra para replantar algo, al cabo de dos años de obras que se unen a la degradación de este barrio. Como en Lesseps, temo que el proyecto no deje tierra para ningún árbol. Cada vez más sustituyen las pequeñas frondosidades por más cemento sin sombra. En la Diagonal, el proyecto de hacer pasar un tranvía innecesario y arriesgado justifica para el ayuntamiento la tala de todos los plátanos y palmeras de los parterres centrales. El Parc de la Ciutadella también se enfrenta a su destrucción a causa de la construcción de un gran aparcamiento para los parlamentarios (¿no deberían nuestros políticos utilizar transportes públicos y dar ejemplo así?). Ese pobre parque, el mayor de Barcelona, tiene un historial de degradación y destrucción desde la época de Porcioles y al parecer los árboles no están siquiera inventariados. A diferencia de otras ciudades, Parcs i Jardins se dedica en Barcelona a talar y trasplantar (con un 75% de fracaso en el trasplante); son simples ejecutores de Infraestructuras, obras y aparcamientos. Para ahorrar dinero, en lugar de podar los plátanos como conviene, hacen podas radicales cada dos años, que dejan sin sombra a muchas calles del Eixample, y exponen los árboles a infecciones, pretextos para luego talarlos. ¿Es que no hay una sola institución que intente proteger los espacios verdes en esta época de sequía y cambio climático en Barcelona?

miércoles, agosto 06, 2008

Políticas

¿Qué se hizo de la izquierda? ¿Es ésta nuestra izquierda?: España bate su récord en venta de armas y supera los 900 millones. Me cuentan que la ley de educación de Ernest Maragall parece hecha por CIU: privilegia la escuela privada y concertada frente a la pública y envía a los inmigrantes todos juntos a centros públicos determinados. Por ejemplo. O el hecho de que ni se planteen medidas para contener el precio de los alimentos, mientras que todo descansa sobre la contención salarial. O que ni se hable de recortar el gasto público de representación, los coches oficiales, las dietas de los ministros, o esos exagerados fastos y comitivas catalanas que van a los países vecinos e inauguran centros lujosos. Sólo los ciudadanos tienen que apretarse más y más el cinturón. Ayer había una carta en La Vanguardia proponiendo que el Estado instituyera un bono y que los Bancos hicieran un esfuerzo para que la gente no perdiera las casas con el aumento de las hipotecas: no era un invento suyo, sino una medida propuesta en otros lugares. Pero aquí, los Bancos, las inmobiliarias, las compañías en general nunca tienen que sufrir ninguna restricción, todo son apoyos del gobierno.
¿Acabará su mandato el PSOE? ¿Llegará a la primavera? Y si gana el PP, rechinar y crujir de dientes para las leyes de inmigración, el peso de la iglesia, los retrocesos sociales, el acoso contra el aborto, etc., pero la misma política económica, sin corrección fiscal, apoyando como éstos a las grandes fortunas, con mayor descaro tal vez. De esta crisis ¿quién nos sacará? ¿Es que no hay nadie capaz de aplicar medidas correctivas que palien sus efectos y emprendan otro rumbo para este país? ¿Es que nadie va a intentar parar la política de invertir sólo en ladrillo, destrucción del paisaje y del medio ambiente y turismo barato? ¿Cuándo tendremos un ayuntamiento que proteja el patrimonio arquitectónico restante y el patrimonio verde en lugar de multiplicar los aparcamientos sin dejar tierra para los árboles? ¿Es éste el momento de destruir el Parc de la Ciutadella para construir un gran aparcamiento para los diputados? ¿No deberían esos diputados aprender a usar los transportes públicos? ¿No habría que preservar nuestros árboles con ferocidad ante la sequía?
Estos días los periódicos nos acosan con noticias de sucesos que ocupan páginas y páginas. En vez de El País y La Vanguardia me parece estar leyendo El Caso o The Sun (el gourmet desaparecido, por ejemplo). Y la forma de abordar ciertas noticias es cuando menos curiosa. Se lamentan y preocupan por el aumento desorbitado de la obesidad infantil en España, se dice "a pesar de la tradición de la dieta mediterránea", se atribuye a "los nuevos hábitos sedentarios", se habla de España y USA en una misma evolución. No se dice nada del encarecimiento brutal de verduras y frutas que ha llevado a sustituir la dieta mediterránea por comida basura americana. No se dice nada de cómo los lobbies de las compañías que producen esa comida rápida han conseguido cambiar las políticas de precios, de grandes superficies sustituyendo al pequeño comercio y los mercados, invadidos por supermercados, la promoción de esa nueva dieta en centros públicos, etc. Parece como si casual o mágicamente la gente hubiera decidido comer más hamburguesas y grasas industriales. La entrevista en La Vanguardia al doctor Valentín Fuster no dice una palabra de los precios y las políticas que nos han llevado a esto. Nada es inocente.

lunes, agosto 04, 2008

Borrar la memoria

Foto: I. N. Monumento a las víctimas de la II Guerra Mundial, Barjac, 2008 Me mandan este artículo. Lo que no saben ¿o tal vez sí? los que borran la memoria es que ese vacío contribuye a la estupidez, a la burramia, a la incultura, a los nacionalismos exacerbados, a la violencia arbitraria, a que la democracia sea una mascarada. En Francia, incluso en los pueblos se muestran memoriales y marcas de la historia. En nuestro país se convierte todo en galerías comerciales, se construye encima, se pisotea a los fusilados, muertos, etc.
Apenas quedan huellas de los más de 100 campos de concentración franquistas
ÁNGEL MUNÁRRIZ - Castuera (Badajoz) - 03/08/2008
La maquinaria de campos de concentración franquistas, construida al paso del bando nacional durante la Guerra Civil y engrasada en los primeros años de la dictadura, ha quedado convertida, con el paso de las décadas, en un amasijo de piezas sueltas, difíciles de identificar, enterradas bajo una gruesa capa de indiferencia oficial y olvido. “Parece como si algo tan terrible no hubiera ocurrido”, afirma Cecilio Gordillo, activista de la CGT por la memoria histórica en Sevilla. Emilio Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, coincide con este diagnóstico: los campos de concentración son una parte borrada de nuestra historia. En su libro de investigación Entre la historia y la memoria, el historiador Javier Rodrigo contabiliza 104 campos de concentración en España en sentido estricto, dentro de un listado más amplio de 188 centros concebidos expresamente para el internamiento, el castigo, la reeducación y la utilización de republicanos como mano de obra forzada. Rodrigo calcula que 500.000 personas pasaron por los campos, a las que han de sumarse los miles de presos políticos y prisioneros de guerra explotados en diversas obras públicas. “Existe una cosmovisión [...] que tiende a relativizar los procesos de violencia política para no considerar la represión como el basamento de la larga duración del régimen”, señala Rodrigo en su artículo Internamiento y trabajo forzoso, publicado en la revista Hispania Nova. “Ni siquiera es un tema sobre el que los historiadores hayan investigado mucho”, añade Emilio Silva. Un puñado de proyectos, entre los que destacan los de la recuperación como espacios para la memoria de los campos de Castuera (Badajoz) y Los Merinales (Sevilla), actúan como excepciones a una tónica general de borrado de huellas. Reconocimientos discretos La fotógrafa Ana Teresa Ortega, profesora en la Facultad de Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, reunió el pasado año en la exposición Cartografías silenciadas 50 imágenes de lo que fueron los emplazamientos de campos de concentración. En su recorrido por toda España advirtió que “casi no hay nada que los identifique como tales”. “Hay auténticas barbaries. Por ejemplo, tiraron la plaza de toros de Badajoz [que no fue un campo en sí, sino el escenario de la matanza de 2.000 personas] y ahora es un palacio de congresos donde no pone nada de lo que fue”, explica Ortega. Lo que fue el campo de Los Almendros, en Alicante, es ahora un centro comercial. Albatera, también en Alicante, es una zona de cultivo de palmeras. El Fórum de las Culturas de Barcelona ocupa parte del centro de La Bota. Los reconocimientos son mínimos. “Hay una placa institucional en la Escuela de Artes y Oficios de Logroño, que fue un campo, y otra en la cárcel vieja de Segovia, que ahora es una biblioteca”, explica la fotógrafa. En Albatera y en Miranda de Ebro (Burgos) hay un monolito y una placa, respectivamente, puestos por la CNT. Y en La Bota hay un pequeña escultura de Miguel Navarro. Ningún campo es área protegida. Es la escasa huella que queda de los años en que España fue una inmensa prisión.