martes, junio 28, 2011

Article de Lluís Maria Todó a El Mundo

Pobre barri

Lluís Maria Todó

Fa setmanes que volia parlar de la devastació de què ha està víctima el local on hi havia hagut l’enyorat restaurant can Massana, amb la imperdonable desaparició dels històrics arrimadors de rajola i la instal·lació d’un decorat molt banal, o del prodigiós aflorament de “frikis” a les voreres, davant dels bars, que ha provocat la llei antitabac, o del tancament de tantes botigues, bars i restaurants, que havien sigut abundants i pròspers al meu barri, en definitiva, volia parlar de la decadència de Sant Gervasi.

Però el que ha passat aquí fa unes setmanes és tan greu, tan gruixut, tan inconcebible, que deixa petites tots les altres metamorfosis locals . El que passat és que el nou govern de la Generalitat ha decidit suspendre la construcció de la línia 9 del metro, aquella que ens havia de portar de casa a l’aeroport tan còmodament, i aquesta suspensió ha tingut, està tenint i tindrà unes conseqüències absolutament incalculables, perquè l’esvoranc immens, el descomunal cràter lunar i descarnat que ocupa més de la meitat del que en altres temps havia sigut la plaça Joaquim Folguera sembla que quedarà obert indefinidament, o almenys durant un any!

M’expliquen que l’odre de suspensió de l’obra va ser tan sobtada i fulminant, que va haver-hi escenes dramàtiques entre els treballadors, que aquell matí entraven a la feina confiats i van veure com de cop les seves vides es convertien en un problema insoluble.

No sé si serà insoluble, però el que ara mateix ja és un gravíssim problema i un perill esgarrifós és la fossa descomunal que ha quedat oberta a la plaça. La gent l’evita, se n’allunya, i les botigues dels voltants ja comencen a pensar a tancar, també. Els més matiners hi han vist rates grosses com conills, el vigilant nocturn no sap fins quan treballarà, perquè fa dos mesos que la seva empresa no cobra, i la insuficiència de les tanques de protecció al voltant d’un desnivell que pot arribar a fer uns vint metres fa témer legítimament les pitjors desgràcies.

Ningú no sap per què ni els diaris, ni les ràdios, ni els canals de televisió, fins ara no n’han volgut parlar, i els veïns, la gent del mercat i els botiguers de la rodalia, ningú no entén res, ningú no sap què s’ha de fer per evitar la fugida massiva, l’ensorrament definitiu, la ruïna absoluta del que havia estat el centre vital d’un barri pròsper, agradable i prestigiós, Sant Gervasi.

lunes, junio 27, 2011

Carta de Isabel Lacruz Bassols

Foto: Eph, el azufaifo de Arimón, 2008

I M P I D A M O S

EL ÚLTIMO ARBORICIDIO

EL GINJOLER DEL CARRER ARIMON 7

Estimados conciudadanos, a escasos días del cese del alcalde Hereu, los vecinos de Sant Gervasi nos enfrentamos a una de las últimas tropelías del consistorio saliente:

Cuatro años después de la batalla común por preservar el posiblemente mejor ejemplar de azufaifo de Europa, en pleno Barcelona, que lleva más de 200 años en la calle Arimon 7 (un árbol catalogado gracias a la batalla ciudadana, ya que el Ayuntamiento había firmado la aprobación para que un constructor privado lo cortara), cuatro años sin que el Ayuntamiento se haya dignado contestar a los 1.400 barceloneses que presentamos por escrito solicitud de que los 10 x 30 = 300 m2 del solar se destinen –y aún más en tiempos de crisis económica y medioambiental— a una pequeña plaza o parque, con el fin de que el magnífico árbol no vea afectadas sus raíces a causa de una edificación, y pueda seguir en pie otros cien años, tal y como certifican los especialistas siempre y cuando se le deja esa mínima tierra necesaria;

(ver Joan Bordas : EL GINJOLER MÉS GRAN DE CATALUNYA, ABANDONAT AL MIG DE LA CIUTAT DE BARCELONA, febrer 2011: http://ciencia.ara.cat/jardineria/2011/02/15/el-ginjoler-mes-gran-de-catalunya-abandonat-al-mig-de-la-ciutat-de-barcelona);

El pasado martes día 21 de junio nos encontramos en el exiguo solar del azufaifo una camioneta de la constructora Cots i Claret; interpelados in situ, los técnicos que levantaban planos y efectuaban mediciones del solar, adujeron obligación de secreto y confidencialidad (¿con quién?) para no soltar prenda de sus intenciones y encargo. Colgaron, sin embargo, al día siguiente su cartel empresarial en la alambrada del solar.

La falta de transparencia y publicidad de los asuntos que interesan y afectan a la ciudadanía se hace insoportable.

Algunos ya nos hemos dirigido al Sr. Xavier Trias, quien en sus promesas electorales dice, entre otras:

“Actuarem per recuperar i potenciar el centre històric de Sant Gervasi: l' entorn de Galvany i la Bonanova. Proposarem una plaça de referència...", rogándole que acuerde desde la alcaldía destinar el solar de Arimon, 7 al equipamiento que centenares de vecinos venimos pidiendo, con el apoyo explícito de muchos intelectuales y profesionales de prestigio en la ciudad, a saber La plaça del Ginjoler, en el denso corazón histórico de San Gervasio, en la Bonanova, en una calle extremadamente concurrida, que lleva al metro, que tiene una escuela a 50 m del azufaifo, en una zona del barrio que ha visto hace un año arrasada la arboleda de 29 almeces (lledoners) de la plaza Joaquim Folguera (para una L9 que ahora se suspende sine die), en realidad para proteger un aparcamiento, y con una plaza adyacente, Frederic Soler, antes conocida como plaza Pitarra, que es ya toda cemento gracias al parking. Además, aprovecharon para desechar las farolas de la época, las que en toda Europa se preservan y aquí son sustituidas por unas de autopista.

En lugar de una plaza llena de quietud, árboles y espesura, donde jugaban los niños y leían los mayores, tenemos ahora una zanja inmensa y sucia, que acrecienta el calor, el ruido y la contaminación.

En los últimos meses, en los jardines de Vil·la Florida, ese ayuntamiento ahora en funciones ha talado todos los hermosos árboles centenarios de la parte que da a Sant Gervasi de Cassoles, con el pretexto de construir una biblioteca, ha destruido el antiguo muro y su balaustrada de forja y ha dejado una gran zanja, rematando la triste reforma de unos jardines que fueron frondosos un lugar que estaba mejor cuidado en pleno abandono, incluso con los okupas, pues conservaba toda su espesura y el bonito edificio aún no había sido objeto de una reforma muy discutida.

La lista de destrucción del patrimonio verde y del patrimonio arquitectónico e histórico en este barrio es muy larga.

Apelamos a la conciencia de todos para que hagamos cuanto esté en nuestra mano por difundir y denunciar este inminente -si no lo paramos- arboricidio y atentado contra nuestra ciudad, y oponernos por todos los medios al mismo.

LEED el texto “Morir matando” de 23.06.11 (véase link infra) de la escritora y vecina Isabel Núñez, que ya publicó en su momento la novela de la lucha ciudadana en "La plaza del azufaifo”, Edit. Melusina, 2008, con un prólogo de Enrique Vila-Matas:

http://isabelnunez-zbelnu.blogspot.com/2011/06/morir-matando.html

Y sumaos a nosotros en la batalla por la plaza del azufaifo, para evitar otro arboricidio más.

Isabel Lacruz Bassols

Barcelona, 25 de junio de 2011

La Defensora del Lector de El País responde

Foto: I.N. La plage, 2011

TRIBUNA: MILAGROS PÉREZ OLIVA

Indignados con los periodistas

Las críticas del Movimiento 15-M a los medios de comunicación plantean un debate sobre el papel del periodismo. Los "desafiliados" del sistema no se sienten representados

MILAGROS PÉREZ OLIVA 26/06/2011

¡Manipuladores! Eso es lo que muchos periodistas que cubrían las protestas del Movimiento 15-M han tenido que escuchar de manifestantes indignados. "Se nos mean encima y la prensa dice que llueve". En esta frase resumía un grupo de acampados de Barcelona su visión del papel que juegan en esta crisis los grandes medios de comunicación, a los que acusan de tergiversar la realidad en beneficio del poder establecido. La cobertura de los incidentes ocurridos ante el Parlamento catalán les ha confirmado en sus críticas. La lectora Isabel Núñez, por ejemplo, considera que los incidentes se han "magnificado y extendido interesadamente". "Desde que surgió", añade Iago García, "los medios de comunicación nacionales no han cesado en su empeño de demonizar al movimiento".

La descalificación es global, lo cual indica que se trata de un estado de opinión que ha tenido una larga gestación y que ahora se manifiesta en críticas como la que me remite el Observatorio de Medios de la Asamblea Popular de Arganzuela (Madrid). Sus miembros observan "una creciente tendencia por parte de los principales medios de comunicación a tergiversar la realidad. Ya no hablamos de ilustrar las manifestaciones del 15-M con fotografías de otros países, o de manipularlas para dejarnos sin cabeza, sino de algo mucho más grave que atenta contra los propios principios deontológicos del periodismo: la construcción de una realidad falsa y la inclusión de opinión donde solo debería haber información". Se refieren, por ejemplo, "a tomar la parte por el todo y a magnificar la anécdota", con el propósito, en este caso, de criminalizar las protestas y caracterizar como violento a todo el movimiento.

"Me temo que la decepción con el tratamiento que los medios le han dado está muy generalizada, en muy distintos sectores de población y de muy distintas generaciones", advierte Isabel Núñez. Esto es lo preocupante. En los últimos años hemos podido observar cómo la imagen de los periodistas se deterioraba en las encuestas de valoración ciudadana, pero nunca hasta ahora las críticas se habían expresado de forma tan clara. Creo que debemos preguntarnos por qué. Para ello he pedido ayuda a tres personas cuyo criterio considero de referencia: Joaquín Estefanía, director de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS-UAM, Lluís Bassets, director adjunto de EL PAÍS responsable de Opinión, y Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Social y Política.

Para Joaquín Estefanía, "el movimiento de los indignados critica a los medios de comunicación tradicionales, sin establecer muchas diferencias entre unos y otros, porque para ellos la contradicción principal no está entre la izquierda y la derecha, entre los profesionales y los manipuladores, entre los propietarios y los periodistas, sino entre el establishment económico, político y mediático (con quien está tan cabreado) y lo que Robert Castel denomina 'los desafiliados del sistema': desafiliados políticos (no se sienten representados por los partidos en su actual configuración); desafi-liados económicos (piensan que no tienen futuro, ni probablemente presente dentro del actual estado de cosas), y desafiliados sociales (no se sienten identificados con los medios de comunicación de masas porque consideran que sesgan la realidad o marginan otras realidades)". La consecuencia, según Estefanía, es que "han sustituido a los partidos y a los sindicatos como formas de organización de la democracia por su propio movimiento, y a los medios tradicionales por las redes sociales como estructuras de apoyo y de comunicación para informarse y debatir, ya que esas redes no parecen tener un centro decisorio mediatizado".

A Lluís Bassets no le sorprende que los indignados dirijan también "sus miradas críticas, a veces demoledoras, contra el periodismo establecido. Sería extraño que quienes impugnan la representación política no discutieran la mediación periodística. Elecciones sin urnas, democracia sin representantes, huelgas sin sindicatos o periodismo sin periodistas, son paradojas del siglo XXI que están ya entre nosotros, en forma de unas utopías que denuncian todo lo que hay de inútil y nocivo en el sistema vigente y exigen eliminar las enormes cantidades de grasa sobrante".

Para Estefanía, "el movimiento de los indignados se sustenta en un problema de expectativas incumplidas: jóvenes que no saben qué harán cuando terminen sus estudios, condenados a largos periodos de paro y a salarios miserables cuando trabajan, que piensan que los medios de comunicación tradicionales asumen mucho más los problemas de los instalados (empleados, jubilados, funcionarios, acogidos al Estado de bienestar) que los suyos propios. Todavía no han caído en que muchos de los que trabajan en los medios de comunicación podrían formar parte de ese movimiento por sus condiciones económicas, su desafección política o su crítica a los procedimientos con los que se elaboran los programas informativos y de entretenimiento".

Daniel Innerarity inscribe la creciente desafección hacia los medios en la crisis general de las intermediaciones: "Hay un asalto generalizado del Movimiento 15-M contra la idea de la mediación. Se está instaurando una visión según la cual la voluntad general es algo que se puede construir sin instituciones intermediarias. Es un tipo de sociedad que se considera mejor representada por los aficionados que por los expertos y que valora más al filtrador que al periodista. Este es el nuevo espíritu, y lo que indica que vivimos un cambio de época es que esta idea es compartida por gentes de procedencia e ideología muy diferentes. Se está creando una utopía positiva de democracia directa que podemos encontrar tanto en sectores de la izquierda como de la derecha ultraliberal, que defiende que cuantos menos intermediarios y menos regulación, mejor".

Pero las intermediaciones son necesarias. También la del periodismo, porque una cosa es recibir información y otra estar bien informado. La cuestión es qué tipo de periodismo. "Es difícil imaginar un mundo absolutamente limpio de intermediaciones", argumenta Lluís Bassets. "Las seguirá habiendo, aunque probablemente deberán tener mejor ajuste y mayores controles. La credibilidad, en política y en periodismo, será más cara y habrá que ganársela con mayor esfuerzo, quizás más personal que corporativamente. La competencia se pondrá durísima y cuanto más nos adelantemos en el esfuerzo mejor será para nuestra credibilidad futura".

"La sociedad", corrobora Innerarity, "probablemente ya no tolera un modelo de periodismo autoritario, que establece la agenda informativa y decide qué es lo que a la gente le interesa. Pero de la misma manera que es necesaria la intermediación política -otra cosa es cómo se ejerza- para articular consensos y conformar el interés general, también me parece una ilusión pensar que la opinión pública se puede construir de manera caótica, sin aplicar ciertos instrumentos de comprobación y ordenación que tienen los periodistas y no los demás. Porque no está claro que un mundo sin la intermediación de los periodistas vaya a estar mejor informado. En la sociedad de Internet, el problema no es la información, el problema es la confusión. Hay disponibilidad absoluta de información, pero también mucha confusión. Y precisamente por eso, nada es más necesario hoy en día que un buen periodista".

Estoy de acuerdo. Pero es urgente redefinir qué es buen periodismo y señalar aquellas prácticas periodísticas que contribuyen al descrédito general de los medios. "Si seguís empeñados en un periodismo donde la información objetiva y veraz esté supeditada a la línea editorial, crearéis un golem que terminará por devoraros", advierte el colectivo de Arganda. "En nombre de las personas que os leen, de las personas que pagaron vuestras carreras de periodismo, de las personas que confían en vuestra imparcialidad, recuperad vuestra profesionalidad como periodistas", concluye. Los indignados nos confrontan con nuestras carencias como colectivo. Creo que el debate es urgente y necesario y por eso les animo a que me envíen su opinión. La expondré en la página de la Defensora en Elpais.com.

lunes, junio 20, 2011

Cartas a los periódicos - La censura

Foto: I.N., manifestación de indignados en Barcelona, 19 de junio de 2011

He enviado esta carta a El País. Abajo adjunto direcciones por si alguien quiere mandar alguna... ¡Animaos!

Señor Director

Muchos ciudadanos barceloneses que estuvimos en la manifestación de ayer y que vivimos en esta ciudad leemos con perplejidad los extraños comentarios que aparecen en su diario estos días, hablando de que la violencia está “históricamente arraigada” en Barcelona, de que los ánimos ayer estaban "encrespados", de que el 15M en Barcelona es "autoritario", "antidemocrático" e incluso -en el caso de un comentarista político radical que publica en sus páginas de la sección catalana-, "fascista".

La manifestación de ayer fue una vez más una fiesta pacífica, llena de niños, cochecitos, gente de todas las edades, incluso ancianos, de todas las profesiones, aspectos, estilos, en las dos lenguas, una celebración de estar allí expresando nuestra indignación por lo que está ocurriendo y pidiendo que la democracia lo sea realmente, y que se acabe esta situación en la que los Bancos -causantes en gran medida de esta crisis- salen ganando mientras se asfixia al resto de la población.

La única violencia que hemos visto es la de las cargas policiales. En cuanto a lo ocurrido hace unos días ante el Parlament, se ha magnificado y extendido interesadamente. En 1984, militantes de CIU zarandearon y atacaron violentamente a socialistas saliendo de la manifestación de apoyo a Jordi Pujol por el escándalo de Banca Catalana y la policía tuvo que proteger a Pasqual Maragall y a Raimon Obiols. Nadie dijo que CIU fuese un movimiento violento y antidemocrático.

Cada vez que el Barça gana un partido, hay minorías que destruyen comercios y vandalizan el mobiliario urbano. Lo pagamos los ciudadanos, pero ningún periodista concluye que todos los seguidores del Barça sean violentos.

Un poco más de rigor, por favor.

Isabel Núñez

Last Minute News

El El País han publicado mi carta... ¡¡¡CORTADA Y DESCAFEINADA!!! La cortan por donde les gusta. Así cualquiera publica las cartas. Ellos me quitan la argumentación y el título y yo la firmo. ¡Ideal, vamos!

Queda así

Señor Director

Muchos ciudadanos barceloneses que estuvimos en la manifestación de ayer y que vivimos en esta ciudad leemos con perplejidad los extraños comentarios que aparecen en su diario estos días, hablando de que la violencia está “históricamente arraigada” en Barcelona, de que los ánimos ayer estaban "encrespados", de que el 15M en Barcelona es "autoritario", "antidemocrático" e incluso -en el caso de un comentarista político radical que publica en sus páginas de la sección catalana-, "fascista".

La manifestación de ayer fue una vez más una fiesta pacífica, llena de niños, cochecitos, gente de todas las edades, incluso ancianos, de todas las profesiones, aspectos, estilos, en las dos lenguas, una celebración de estar allí expresando nuestra indignación por lo que está ocurriendo y pidiendo que la democracia lo sea realmente, y que se acabe esta situación en la que los Bancos -causantes en gran medida de esta crisis- salen ganando mientras se asfixia al resto de la población.

La única violencia que hemos visto es la de las cargas policiales. En cuanto a lo ocurrido hace unos días ante el Parlament, se ha magnificado.

Y ahora mi carta de queja a la Defensora del lector

Ayer escribí una carta al director y se ha publicado en una versión cortada que adultera y descafeína el texto, hasta el punto de hacerme quedar en ridículo, ya que afirmar sin argumentar ni probar es una práctica dudosa que nadie con dos dedos de frente haría. Mi carta tenía la extensión tradicionalmente recomendada y francamente, el recorte no dice nada en favor de su diario. Es precisamente indignante.

Le mando la carta tal como era y tal como se ha publicado.
Respuesta de la Defensora del Lector de El País:

Apreciada Isabel, siento mucho el disgusto que le ha producido el recorte de su carta. Ciertamente es mucho más completa y además aporta un antecedente histórico que me parece muy apropiado para contextualizar correctamente lo ocurrido ante el Parlament. El problema es que el espacio para las cartas al director es demasiado corto y con el ánimo de incluir el máximo número posible de ellas, tenemos que reducirlas. Casi todas son demasiado extensas y el equipo de Opinión trata de lograr que el recorte no afecte a la sustancia de la argumentación. He de decirle que la carta publicada, aunque breve, es muy efectiva y concisa. Sólo usted sabe que ha sido mutilada. Si hace la prueba de preguntar a alguien que no conoce el texto original qué impresión le ha causado, verá que el mensaje permanece intacto. Comprendo perfectamente que le haya disgustado. A mí misma me ha ocurrido muchas veces cuando he tenido que recortar un texto que creía mejor que el finalmente publicado, pero cuando he hecho esta prueba que le comento con personas que no conocían el texto original, me he dado cuenta de que, aún con las mutilaciones, si un texto es bueno, sigue siendo bueno. Y su carta lo era como para ser destacada en el recuadro del día.

En cualquier caso, por lo que a mí respecta, tomo nota de su crítica de fondo: el tratamiento que el diario ha dispensado a las manifestaciones del 15M, una cuestión que me propongo tratar en mi próximo artículo dominical.

Muchas gracias por su crítica y también por su comprensión.

Saludos muy cordiales,

Milagros Pérez Oliva,

Defensora del Lector

El día después

Foto: I.N. Plaça Catalunya, 19 junio 2011
Y de verdad tomamos la calle. Yo creo que había medio millón de personas, o tal vez cuatrocientas mil, aunque unos dicen 360.000 y otros 50.000. Cuando nosotros estábamos frente a la estación de Francia, G. aún estaba en plaça Catalunya sin avanzar apenas, y toda Via Laietana y la Ronda estaban llenos de gente apretujada, además de parte del Passeig de Gràcia y Pelai. Un autocar de turistas se quedó aislado en medio de la maraña de gente.
El ambiente no podía ser mejor, pacífico, por supuesto, como suele ser, aunque los medios se hayan empeñado en mentir y decir estos días que en Barcelona han dominado tradicionalmente la violencia y los grupos antisistema, pero no sólo eso: era una combinación magnífica de indignación festiva, de gente que expresa efectivamente su protesta y sus reivindicaciones claras y al mismo tiempo celebra estar allí, haber despertado de su letargo, hacerse consciente de su número y su fuerza.
Había de todo, muchísimos niños, corriendo, a hombros o en cochecitos, viejos, jóvenes, medianos, trabajadores, parados, hipotecados, estudiantes, profesionales de todos los sectores, artistas, etc. Reconocí a fotógrafos, actores, médicos, gente del mundo editorial, tenderos, estudiantes, etcétera. Gente bien vestida, chicos con rastas, todo pelaje y distintos orígenes.
Sin duda, si no hubieran mentido tanto, habríamos sido muchos más. Alguna gente sin acceso a las redes ha debido de creerse que existían unos fantasmas violentos que nunca existieron. La única violencia, una violencia desatada, brutal y completamente injustificada e ilegítima en un estado democrático, es la violencia policial, que estos días atrás apaleó a jóvenes, viejos, hombres, mujeres, handicapados en silla de ruedas, etc.
Pueden comprobarlo en tantas y tantas imágenes que corren por la red, por ejemplo, aquí.
Ayer probablemente los mossos tenían orden de no intervenir, pero además había un cordón de gente preparada para mediar, para ponerse en medio, para que nadie intentase nada brusco contra ellos.
La indignación es grande, pero nos damos cuenta de que somos muchos más de lo que ellos quieren y dicen, como decía la canción de alguien que estos días se ha quedado callado, y no es el único.
Pero no importa. Quienes no se dan cuenta de lo que está ocurriendo, quienes se han apegada al poder, quienes no ven lo prioritario, quienes se quedan en lo folklórico, en lo anecdótico, ellos se lo pierden. Ésta es una oportunidad ética, ciudadana, individual. No será fácil, pero desde ayer es un poco más. Una consigna decía: Això només és el començament! Y sí, sólo es el principio de lo que tendrá que venir. Pero la consigna más voceada y unánime era Puig, dimissió. Nadie quiere violencia fascistoide.
También fue una lección para los medios, que estos días han decidido apuntarse a la cultura de las mentiras más que nunca. Incluso comentaristas que en su día fueron progresistas. Yo ayer abandoné el periódico en una papelera. Mucha gente ha decidido dejar de comprarlos. Ayer, en las páginas de economía de La Vanguardia, un artículo de P. Nueno (al principio creí que era una broma) proponía galeras para todos, prácticamente esclavitud, vender todo lo que es propiedad del Estado, explotar a los estudiantes y a los manifestantes, prácticamente nos mandaba a las canteras nazis. Y lo publican. En El País un comentarista al que yo recuerdo en un talante muy distinto años ha decía que el 15M de Barcelona es autoritario y antidemócrata. Otro, conocido sionista sin complejos tildaba a los concentrados frente al Parlament de fascistas y aprovechaba para burlarse de quienes apoyan al movimiento desde posiciones sociales privilegiadas, como si no fuera lícito indignarse desde cualquier situación social, como si la ética perteneciera sólo a los desarrapados, y calificaba el movimiento de "moda", en lugar de reconocer que cualquiera con un mínimo de sensibilidad y de ética siente repugnancia por este desequilibrio abismal de banqueros que se forran más y más mientras los ciudadanos son desahuciados y asfixiados cada vez más, de educación y sanidad en la miseria mientras se llenan las arcas del poder y las grandes fortunas, de que se permita a un lobby transgénico hacerse con el control de toda la alimentación y al lobby farmacéutico jugar con nuestra salud a su capricho.
Pero ayer triunfamos. En Madrid llenaron la ciudad. Allí, donde no había habido amenazas fingidas de fantasmas violentos, llegaron al millón, o eso se decía. Aún no he visto los números pero había manifestaciones en todas partes, en Granada, en Palma, en Gijón. Nosotros teníamos pancartas de Indignats d'Esparraguera, de Calafell, de montones de sitios.
Fue una fiesta victoriosa, que nos dará fuerzas para seguir.

sábado, junio 18, 2011

Domingo 19 Tenemos que estar allí

Un accionista le dice a Botín y al resto de accionistas del Banco de Santander lo que muchos quisiéramos decirle

Carta enviada a la Vanguardia por un antropólogo octogenario

Foto: I.N. Desde el tren a Madrid, 2011
CARTA ENVIADA A LA VANGUARDIA
La fotografia que apareix en La Vanguardia (17-6) d’unes persones banyant-se en una font de la Pza. Catalunya i acompanyada amb la llegenda: «Indignats o incívics? no fa res més que seguir un discurs oficial que tendeix a reduir una indignació que va molt més enllà del que va passar a les afores del nostre Parlament, i del nostre país (a Grècia per exemple el mateix dia) a una simple qüestió d’incivisme o de «kale borroka» com recull el mateix diari uns cms. més amunt.
Aniré a la manifestació. I per demostrar que no sóc incívic em posaré corbata (encara que la corbata no sigui avui signe de gran cosa). Aniré a la manifestació per dir que potser som molts els indignats, cívics i no violents i que no ha de fer-se pagar a tots els indignats la violència d’alguns, suggerint que som uns incívics. Amb els meus 80 anys a sobre no crec per altra banda que la meva suposada violència es fes notar massa però si que, en canvi, manifestant pacíficament puc expressar tota la ràbia que porto a dins per la manera com es vol reduir al silenci, a una simple utopia de joventut, a un incivisme, a unes guerrilles urbanes .... una indignació legítima que hauria de fer-nos pensar a tots i molt. Una vegada més els polítics semblen més preocupats pel que els hi va passar a ells personalment (ensenyant la jaqueta, el clatell o l’helicòpter...) que no pas per les raons socials, econòmiques i polítiques que ens han portat a aquesta situació
Lluís Mallart
Antropòleg (jubilat)

jueves, junio 16, 2011

Un artículo de Jordi Gràcia en El País

Foto: I.N., Gatos de Las Navas, 2011

EL PAÍS – Tribuna

Jordi Gràcia, Las razones de los toldos

Parece mentira, pero no lo han entendido. Las imágenes de los acampados seguramente no bastan para quitarse de encima las costumbres felices y apacibles de una democracia próspera que ha empezado a dejar de serlo, como en otros países europeos. Demasiada gente empieza a sentir que la prosperidad es cada vez más cosa del pasado, que los recortes sociales no son papel mojado sino actuaciones políticas con efectos reales y quizá todavía algo más: que la misma clase política es la única responsable, para bien y para mal, de lo que sucede en el espacio público y no parece que tenga interiorizada esa responsabilidad ante quienes de veras están padeciendo el desempleo, las reducciones de salario o las rebajas de servicios. Eso dice el 15-M y eso decían los concentrados en la plaza de Cataluña de Barcelona imprudente y temerariamente desalojados por el consejero de Interior de la Generalitat Felip Puig.

Pero él sí ha aprendido la lección y la chulería innata y conocidísima del personaje acaba de jugarle una mala pasada. La respuesta política del consejero a las protestas por la actuación policial de hace un par de semanas la hemos tenido estos días, y sobre todo ayer miércoles en el parque de la Ciutadella, en cuyo interior está el Parlamento de Cataluña. Desde hacía días tanto Felip Puig como el resto de lectores de periódicos y medios audiovisuales sabíamos que había una concentración programada para impedir el acceso al Parlamento el día del debate del presupuesto. La tarde anterior la afluencia de grupos fue creciente y sobre todo concentrada en dos de los accesos al parque de la Ciutadella, los dos más alejados del Parlamento. Se desalojó el parque y se cerraron las puertas por la noche. Y hasta mañana por la mañana, debió de pensar Felip Puig. De oficio, me parece a mí, todas las alarmas en Interior debían haberse disparado el día antes para proteger el derecho y el deber de acudir al Parlamento a discutir la Ley de Presupuestos. Pero no, por la mañana las puertas de acceso fueron custodiadas por la policía para permitir el paso de los diputados, varios de ellos fueron zarandeados, insultados y acosados pese a la presencia de la policía autonómica, que acabó aconsejando cambiar de ruta o desistir de entrar por ahí.

La coacción de los concentrados contra los diputados es obvia y obviamente reprobable: estaba anunciada ampliamente por ellos mismos. Pero era reprobable en la mañana del miércoles y también el día anterior. La pasividad de Felip Puig no fue desatención o negligencia sino cálculo político astuto e irresponsable: desertó del deber de proteger a los parlamentarios ante la amenaza conocida y yavisible. Pero prefirió no actuar.

El resultado de su inhibición forma parte de la estrategia retadora del personaje: ha dejado actuar a los jóvenes movilizados para justificar ante las cámaras y en horarios de máxima audiencia que la única manera de actuar contra los descontentos, indignados o rebeldes sociales puros es la violencia. Y Artur Mas salió enseguida, en discurso solemne, hablando de violencia callejera y del traspaso inadmisible de las líneas rojas. Lo ha dicho como si no supiese que hay un polvorín social de gente muy cabreada y al borde de la incomprensión, de no saber qué hacer y de tener miedo físico al futuro.

Para demasiados políticos es como si la euforia de sus victorias electorales les hiciese creer que más o menos todo sigue igual y estos enredos no van a desinflar el globo de sus pequeñas victorias, o como si nada demasiado grave estuviese pasando y el movimiento del 15-M fuese una expresión nostálgica del 68 (¡ay, el 68...!) o un residuo menor de la agitación de épocas periclitadas.

Yo creo que se algunos políticos se han olvidado completamente de lo que significa la violencia callejera como reacción explosiva contra el desánimo, el miedo o la sensación de no pintar nada. Cuando los políticos reclaman cordura a los movilizados parecen olvidar que están ahí precisamente para expresar la falta de cordura de obviar sus protestas, de no entender que expresan un malestar de fondo y forma que tiene que ver con la indiferencia de fondo y la tolerancia de forma con que han sido escuchadas y digeridas sus protestas.

Algunos, en nuestras Cámaras de representación política, parecen estar fuera del planeta Tierra; y quizá son demasiados quienes necesitan llamadas tan crudas de atención como la de ayer para comprender que la irritabilidad social, la abstención electoral y el voto en blanco son ingredientes activos del deterioro de la confianza en el sistema y del empobrecimiento contable, material, de las condiciones de vida de muchos ciudadanos (por cierto, entre ellos, muchos, muchos con carrera y estudios universitarios, y no precisamente agitadores profesionales, aunque a este paso vayan a acabar siéndolo).

Artur Mas ha enfatizado la legitimidad de la violencia policial en democracia para preservar la función del Parlamento. Tiene razón: lo que no se comprende es que deba poner énfasis en una obviedad semejante y tampoco se comprende bien si sabe o no sabe que esa declaración es la mejor forma de alimentar una espiral descontrolada de violencia. Las amenazas de su chulo de guardia en Interior y las suyas propias apelando a la legitimidad de la violencia engendrarán indefectiblemente un efecto de violencia mayor en los movilizados.

Tener el monopolio de la violencia obliga a ejercerla con cálculo y previsión, sobre todo cuando se está ya informado de la acción coactiva prevista nada menos que contra parlamentarios. Si no fuese una irresponsabilidad por mi parte, diría que tanta pasiva imprevisión es una estudiadísima desactivación de las razones de los movilizados por la vía de las imágenes televisivas, el humo, las carreras y el acoso (intolerable e inaceptable) a los parlamentarios. O la imagen del caos, como dijo Mas, obviando por completo lo que significan de verdad el caos y la violencia callejera.

Quizá muchos de ellos no han acabado de entender las razones de fondo y forma de una movilización con mayoritario ánimo de regeneración democrática y que precisamente por eso acude a las puertas del Parlamento. De golpe va a resultar que el modo de desactivar al M-15 va a ser convirtiéndolo en agitación revolucionaria de vieja estirpe sin respetar ni entender lo que de veras significa: el rechazo a la debilidad política frente al poder del dinero, la incapacidad para mitigar el alcance social de los recortes y la insensibilidad ante el debilitamiento del Estado social cuando más falta hace. Las porras policiales sueñan con derribar no los toldos, sino las razones de los toldos.

Jordi Gracia es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Barcelona.

Un artículo en The New York Times sobre el cambio de valores en el mundo

http://www.nytimes.com/2011/06/15/opinion/15friedman.html

Justice Goes Global

You probably missed the recent special issue of China Newsweek, so let me bring you up to date. Who do you think was on the cover — named the “most influential foreign figure” of the year in China? Barack Obama? No. Bill Gates? No. Warren Buffett? No. O.K., I’ll give you a hint: He’s a rock star in Asia, and people in China, Japan and South Korea scalp tickets to hear him. Give up?

Josh Haner/The New York Times

Thomas L. Friedman

It was Michael J. Sandel, the Harvard University political philosopher.

This news will not come as a surprise to Harvard students, some 15,000 of whom have taken Sandel’s legendary “Justice” class. What makes the class so compelling is the way Sandel uses real-life examples to illustrate the philosophies of the likes of Aristotle, Immanuel Kant and John Stuart Mill.

Sandel, 58, will start by tossing out a question, like, “Is it fair that David Letterman makes 700 times more than a schoolteacher?” or “Are we morally responsible for righting the wrongs of our grandparents’ generation?” Students offer competing answers, challenge one another across the hall, debate with the philosophers — and learn the art of reasoned moral argument along the way.

Besides being educational, the classes make great theater — so much so that Harvard and WGBH (Boston’s PBS station) filmed them and created a public television series that aired across the country in 2009. The series, now freely available online (at www.JusticeHarvard.org), has begun to stir interest in surprising new places.

Last year, Japan’s NHK TV broadcast a translated version of the PBS series, which sparked a philosophy craze in Japan and prompted the University of Tokyo to create a course based on Sandel’s. In China, volunteer translators subtitled the lectures and uploaded them to Chinese Web sites, where they have attracted millions of viewers. Sandel’s recent book — “Justice: What’s the Right Thing to Do?” — has sold more than a million copies in East Asia alone. This is a book about moral philosophy, folks!

Here’s The Japan Times describing Sandel’s 2010 visit: “Few philosophers are compared to rock stars or TV celebrities, but that’s the kind of popularity Michael Sandel enjoys in Japan.” At a recent lecture in Tokyo, “long lines had formed outside almost an hour before the start of the evening event. Tickets, which were free and assigned by lottery in advance, were in such demand that one was reportedly offered for sale on the Web for $500.” Sandel began the lecture by asking: “Is ticket scalping fair or unfair?”

But what is most intriguing is the reception that Sandel (a close friend) received in China. He just completed a book tour and lectures at Tsinghua and Fudan universities, where students began staking out seats hours in advance. This semester, Tsinghua started a course called “Critical Thinking and Moral Reasoning,” modeled on Sandel’s. His class visit was covered on the national evening news.

Sandel’s popularity in Asia reflects the intersection of three trends. One is the growth of online education, where students anywhere now can gain access to the best professors from everywhere. Another is the craving in Asia for a more creative, discussion-based style of teaching in order to produce more creative, innovative students. And the last is the hunger of young people to engage in moral reasoning and debates, rather than having their education confined to the dry technical aspects of economics, business or engineering.

At Tsinghua and Fudan, Sandel challenged students with a series of cases about justice and markets: Is it fair to raise the price of snow shovels after a snowstorm? What about auctioning university admissions to the highest bidder? “Free-market sentiment ran surprisingly high,” Sandel said, “but some students argued that unfettered markets create inequality and social discord.”

Sandel’s way of teaching about justice “is both refreshing and relevant in the context of China,” Dean Qian Yingyi of Tsinghua’s School of Economics and Management, explained in an e-mail. Refreshing because of the style and relevant because “the philosophic thinking among the Chinese is mostly instrumentalist and materialistic,” partly because of “the contemporary obsession on economic development in China.”

Tsinghua’s decision to offer a version of Sandel’s course, added Qian, “is part of a great experiment of undergraduate education reform currently under way at our school. ... This is not just one class; it is the beginning of an era.”

Sandel is touching something deep in both Boston and Beijing. “Students everywhere are hungry for discussion of the big ethical questions we confront in our everyday lives,” Sandel argues. “In recent years, seemingly technical economic questions have crowded out questions of justice and the common good. I think there is a growing sense, in many societies, that G.D.P. and market values do not by themselves produce happiness, or a good society. My dream is to create a video-linked global classroom, connecting students across cultures and national boundaries — to think through these hard moral questions together, to see what we can learn from one another.”

domingo, junio 05, 2011

Manifestación antinucleares

En este país, pocos son los que tienen conciencia verde y menos aún los que se han dado cuenta, ni siquiera con los desastres de Chernobyl o Fukushima, de la amenaza que tenemos encima, para beneficio de unos pocos, que ni siquiera podrán gastar su dinero si se produce un largo apagón o cualquier otro fenómeno que provoque el horror.
Así que, frente a los 250.000 manifestantes en Alemania pidiendo el cierre de las centrales, aquí hemos tenido unos 5.000, pero ya es algo para empezar.
Naturalmente, dos partidos de falsa izquierda y en realidad antiverdes han intentado apropiarse del hecho, estar allí para hacerse la foto. Por suerte, los manifestantes les han pedido que bajasen las banderas, les han cerrado el paso a la cabecera y han tolerado que fuesen a la cola. Qué descaro aparecer allí los de Iniciativa, después de hacer una política tan furiosamente antiverde, tan vergonzosamente anti-medioambiental y antisostenible, apoyando siempre el cemento y lo inmobiliario contra el medio ambiente, las plazas duras, las talas de encinas en el Tibidabo y de plátanos por toda la ciudad, el túnel de Bracons, las carreteras innecesarias, etc., con la actuación vergonzosa de F. Baltasar, etc., ¡pretender que la gente olvide tan deprisa!
Cuelgo algunas fotos humildes, aunque no pueden compararse con las de Frikosal...

Un artículo de Vicenç Navarro

Foto: I.N., Indignados, en Plaça Catalunya, con Paco Ibáñez

Los ricos y la deuda pública

VICENÇ NAVARRO

Los ricos son muy pocos en cualquier país, pero tienen un enorme poder. Y un indicador de este poder es lo que está pasando con la deuda pública tanto en EEUU como en la Unión Europea, incluyendo España. Su influencia sobre el Estado de tales países implica que sus impuestos han ido descendiendo durante los últimos 30 años (en España durante los últimos 15) de una manera muy notable, haciéndose cada vez más ricos. Esta gran reducción de ingresos a los estados ha significado que estos han tenido que endeudarse, pidiendo préstamos a los bancos donde los ricos depositan e invierten su dinero. O sea que los ricos, en lugar de pagar al Estado (en impuestos), le prestan el dinero que han ahorrado al evitar pagar impuestos al Estado, el cual les tiene que pagar unos intereses. El sistema es perfecto para los ricos (y para los bancos donde los ricos depositan su dinero), transfiriendo así una gran cantidad de fondos del sector público a los ricos y a sus bancos.
Veamos los datos, comenzando por EEUU. Según Robert Reich, que fue ministro de Trabajo y Asuntos Sociales del Gobierno de Clinton, el tipo máximo de gravamen de los ricos (el 1% de la población con mayor renta) de EEUU era, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, hasta 1980, casi un 70%. O sea, por cada dólar que ingresaba la gente más rica, tenía que pagar 70 centavos al Estado en impuestos. En aquellos tiempos incluso presidentes republicanos como Dwight Eisenhower creían que no era bueno para la sociedad que hubiera desigualdades extremas. Esta creencia respondía a la fuerza que tenían las izquierdas que configuraban la cultura política dominante durante el período 1950-1980. Ni que decir tiene que los ricos intentaban escabullirse de pagar ese 70%. De ahí que, a base de deducciones y otras medidas, este 70% bajaba al 50%. Por otra parte, el impuesto sobre el rendimiento del capital era del 35%.
Todo esto cambió con el presidente Reagan, que inició la revolución reaccionaria neoliberal. Tal presidente bajó los impuestos de los ricos de una manera muy notable (aunque subió los impuestos de todos los demás; en realidad fue el presidente que más subió los impuestos en tiempos de paz en EEUU). Se inició así toda una serie de políticas que han llevado a una situación en la que los ricos pagan ahora sólo un 36% al Estado. Del 50% al 36% durante el periodo 1980-2011. Y los impuestos sobre el rendimiento del capital bajaron del 35% al 15%. Tales ventajas fiscales alcanzaron tal nivel que, en 2010, 18.000 familias ricas no pagaron ningún impuesto. En realidad, las 400 familias más ricas de EEUU han pagado únicamente el 18% de sus ingresos en impuestos al Estado federal. Como consecuencia de estas políticas, el 1% de renta superior que en los años setenta ingresaba el 9% de toda la renta nacional, en 2010, ingresó nada menos que un 20% de la renta nacional.
Tal concentración de las rentas crea un enorme problema económico: la falta de demanda que estimule la economía y cree empleo. Los ricos tienen tanto dinero que, cuando consiguen más dinero, en lugar de aumentar su consumo, lo invierten, a fin de acumular más y más dinero, creando un problema grave. En momentos de recesión, se necesita que la gente consuma para que crezca la demanda. Pero si el 20% de la renta nacional la tiene el 1% de la población que (en términos proporcionales) consume menos, se crea un gran vacío en la demanda.
Y esto es lo que está ocurriendo en EEUU, en la UE y también en España. Es más, como no hay mucha demanda en la llamada economía productiva, donde se producen bienes y servicios (resultado del descenso de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional) los ricos no invierten en actividades y áreas productivas sino en actividades más rentables, que son las especulativas, creando las burbujas que nos conducen a los desastres que conocemos. La burbuja inmobiliaria es un ejemplo. Pero, ahora que la burbuja ha explotado, los ricos, a través de los bancos, compran deuda pública, es decir, bonos del Estado. Y, a través de las agencias evaluadoras de los bonos, como Moody’s, Standard & Poors y otros (que son instrumentos de la banca), crean una percepción de alto riesgo, a fin de que los estados tengan que pagarles elevados intereses.
Los bancos españoles poseen el 52% de la deuda española. Reciben préstamos de dinero del Banco Central Europeo a intereses muy bajos (1%), y con este dinero compran bonos públicos del Estado español que les dan una rentabilidad de un 6%. Es difícil diseñar un sistema que sea más favorable para los ricos y para sus bancos. Y mientras se hacen superricos, piden a la ciudadanía que se apriete el cinturón bajo la excusa de que “no hay alternativa”. Y los mayores medios le dicen a la población que la “presión de los mercados financieros” (la frase más utilizada en la cultura dominante del país) obliga al Estado español a seguir políticas públicas enormemente impopulares, presentándolas como necesarias e inevitables. Pero esta presión, en el caso español, deriva primordialmente de los bancos y de los ricos españoles, que causaron la crisis (sus especulaciones en el mercado inmobiliarios), y ahora se están beneficiando de tales políticas, exigiendo dinero al Estado (con intereses elevados de los bonos) para prestarles su dinero, el mismo dinero que consiguieron pagando menos impuestos.
Es obvio que hay alternativas. De este análisis se deduce que la mejor manera de evitar el endeudamiento del Estado no es bajando el gasto público (muy bajo en el caso español), sino subiendo los impuestos de los ricos y superricos a los niveles del periodo anterior (y en el caso español a niveles homologables a los países nórdicos). Un trabajador de la manufactura paga ya el 78% de lo que paga su homólogo en Suecia. Un rico (el 1% de renta superior) paga en impuestos un 20% de lo que paga su homólogo en Suecia. Y así nos va.

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra