Nached, la primera mujer psiquiatra de Siria, donde ejerce desde hace 26 años, se disponía a embarcar en un vuelo de Air France rumbo a París para asistir al parto de su hija, que reside en Francia. No subió al avión. Cuarenta y cinco minutos después de esa conversación bruscamente cortada, su marido acongojado llegaba al aeropuerto para buscarla. No la encontró.
El profesor Abdallah ha colgado en las redes sociales el relato de esa noche angustiosa del sábado 10 de septiembre que pasó llamando a las puertas de esa maraña de servicios de seguridad que regulan la vida en Siria. Preguntó en la policía, la aduana, la seguridad general, la seguridad aérea, obteniendo casi siempre, en tono amable, la misma respuesta: “Tu mujer no pasó por aquí”. Al final dedujo que había caído en manos de la seguridad aérea.
“¿Por qué nos ha tocado a nosotros?”, es la pregunta que atormenta a la familia de la doctora Nached, la fundadora de la Escuela de Psicoanálisis de Damasco, una mujer que no se metía en política, que no se echó a la calle para manifestarse contra el régimen de Bachar el Asad como han hecho cientos de miles de sirios desde marzo. La represión de las protestas por el Ejército se ha cobrado la vida de 2.600 civiles, según la ONU.
Solo cabe una explicación. En una residencia de los jesuitas en Damasco, Nached organizó, a partir de la primavera, junto con el padre Rami Elias, también psicoanalista, unos cursillos gratuitos de fin de semana para ayudar a los sirios a exorcizar el miedo que les atenaza desde hace seis meses. “Lo paradójico de esta situación es que todo el mundo tiene miedo en Siria”, declaró Nached en agosto a un periodista de la agencia France Presse, uno de los pocos medios de comunicación extranjeros autorizados a trabajar en Damasco, que se acercó a asistir a sus cursillos. “¿Por qué utiliza el régimen la violencia y la represión?”, se preguntaba. “Porque tiene miedo de perder el poder”. “Y los que se manifiestan, ¿cree usted que no tienen miedo?”, añadía. “Tienen mucho miedo, pero pese a ello salen a la calle”.
Al periodista le llamó la atención el desasosiego que manifestó en el cursillo un damasceno de la minoría alauí, que ostenta el poder en Siria, temeroso de una posible venganza de otras confesiones religiosas. Los demás asistentes intentaron sosegarle. Siria es una sociedad multiconfesional en la que los musulmanes suníes son mayoritarios, pero hay también fuertes minorías alauí, cristiana, kurda, drusa, etcétera.
Ese cursillo le ha valido a la doctora Nached ser inculpada, el miércoles pasado, “de actividades susceptibles de provocar la desestabilización del Estado”. Por fin dejó de estar desaparecida y su marido la localizó en la cárcel de mujeres de Damasco. Fue incluso autorizado, ese mismo día, a visitarla. La encontró animada, pese a que padece una dolencia cardiaca y no había podido tomarse la medicación.
Nached estudió en la Universidad de París-Diderot y es en Francia donde se ha producido la mayor movilización de la comunidad científica para exigir su puesta en libertad, aunque las peticiones circulan por toda Europa. Las encabeza Jacques-Alain Miller, un afamado psiquiatra francés, al que se le ha ido la mano en las redes sociales. Miller se dirige abiertamente, entre otros, a un exministro de Exteriores francés, con sólidas amistades en Siria. Le pregunta cómo va su relación con la hija de un poderoso general sirio y le pide que intervenga para excarcelar a Nached. “Puesto que la ha seducido, que sirva al menos para algo”, concluye.
2 comentarios:
Pobre Rafah Nached, que desgracia de guerra civil. Deben estar pasándolo fatal, ella y su familia. Esa peregrinación por los lugares de detención.. uf.
Sí, qué espanto. Y ella tiene problemas de salud, para rematar. Todo esto es salvaje
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