Foto: I.N. Orto botánico, Palermo, Sicilia, 2010
Barcelona es menos verde
Para la derecha que gobierna Cataluña y Barcelona, la defensa del medio ambiente no pasa de ser un obstáculo para el desarrollo. Las empresas irían mejor sin tantas zarandajas como pretende el movimiento verde. Basta con oír a los consejeros y concejales para comprobar este aserto y, lo que es peor, basta con ver sus actuaciones. La última, a la que se refiere la lectora I. L. C., en los jardines de Roig i Raventós, en la confluencia de las calles Ganduxer i Dalmases, en Barcelona. Lo de seguir llamándoles jardines es una forma de hablar, porque lo que allí hay es un espacio yermo, cubierto de máquinas y ruido.
Había hasta hace poco más de un mes unos jardincillos muy aprovechados por los vecinos de la zona. En verano, daban sombra casi un centenar de árboles. La mayoría han desaparecido casi con nocturnidad y alevosía. El ayuntamiento notificó al vecindario la actuación en los jardines, con el objetivo de construir un aparcamiento privado, pero lo hizo cuatro o cinco días antes de iniciar las obras. A los vecinos sólo les quedó la posibilidad de fotografiarlas e inventariar lo que iba despareciendo.
Un portavoz municipal explica que se han retirado 57 árboles, de los que 44 serán trasplantados tras haber sido trasladados a un vivero. Otros 13 se perderán (10 pinos y 3 chopos) porque su estado no permitía replantarlos. 29 más no han sido afectados. El aparcamiento privado (el actual gobierno municipal tiene cierta alergia a lo público) tendrá 257 plazas para coches, 88 para motos y 16 para bicicletas.
La versión de los vecinos no tiene nada que ver con la oficial. Lo primero que critican no es ya la tala de árboles, sino la decisión misma de autorizar allí un aparcamiento privado sin consulta pública. Nada objetan a la empresa que, en una economía de mercado, busca la línea más corta hacia el beneficio, sino a la administración municipal que ha autorizado un aparcamiento donde, aseguran, no es imprescindible porque al lado hay otro de rotación con plazas constantemente disponibles, como pudo comprobar este diario.
Pero, además, los vecinos no creen en absoluto que se vayan a replantar los árboles como dice el ayuntamiento. ¿A qué se deberá la creciente desconfianza de la ciudadanía hacia la palabra de los dirigentes políticos? Los motivos de su falta de fe los explica I. L. con claridad. "De los árboles arrancados, sólo "unas 20 tipuanas fueron removidas con su pan de tierra, se supone que para ser replantadas. Estuvieron 10 o 12 días tiradas en el suelo, unas encima de otras, sin regarles las raíces (con la sequedad actual), sólo para hacernos creer que las replantarían, pero es obvio que han ido a la trituradora, para pedacitos de madera que luego colocan en vez de parterres, es más cómodo para Parcs i jardins y sobre todo mucho más antihigiénico".
Los vecinos creen que esto no acaba así. Y, en efecto, el ayuntamiento reconoce que, por el momento y durante ocho meses, las obras afectan a la mitad del terreno, pero que durante cuatro meses más afectarán a todo el parque. El vecindario exige la reparación de lo que había (incluida una fuente), así como los 10 pinos arrancados, dos olivos, seis abedules, acacias y cipreses con más de 45 años de edad, difíclles de reponer sin más. Habrá que ver qué ocurre y si el actual equipo de gobierno se acuerda de que en su campaña hablaba de la ciudad de las personas y no la de los coches. Por más que, como añade el portavoz, la actuación no tenga coste para el municipio. Para el vecindario sí lo tiene.
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