sábado, septiembre 29, 2007

Lluís Maria Todó, en la fiesta del azufaifo, hizo esta propuesta

Foto: Francesc de La taula, Festa del ginjoler, 2007 (al fondo se ve al librero de la calle Berlinès, de pie, aplaudiendo)
Proposta
que a la futura plaça del ginjoler, s’hi construeixi una font amb una escultura: aquesta escultura haurà de representar dues dríades, nimfes protectores dels arbres, ballant agafades de la mà, i tindran les fesomies d’Isabel Núñez i Isabel Lacruz. A la part de davant de la font, hi haurà una làpida de marbre del Pentèlic, que és el més bonic del món, que portarà gravats aquests versos:
Explica el ginjoler amb ses branques
Com, a tranques i barranques,
Van salvar-li les arrels
Dos valentes Isabels.
Que es conegui a tot lo món
L’arbre del carrer Arimon!

jueves, septiembre 27, 2007

Mujeres, proceso de paz, políticas irracionales

Foto: Francesc (La Taula), Festa del Ginjoler, 2007
Iinvitada por Carme Valls, he ido a ver a Bronagh Hinn, que hablaba en un ciclo organizado por CpC. La primera cosa sorprendente es descubrir el papel tan decisivo que ha jugado su organización de mujeres en el proceso de paz en Irlanda, y cómo nuestros medios de comunicación han ocultado esa realidad. Por ejemplo, esa organización (que trabajaba con mujeres de todos los partidos), la única que llevó mujeres a las negociaciones, fue también la única que mantuvo la necesidad de seguir negociando con el Sinn Feinn en los momentos de ruptura del alto al fuego, la única que incorporó a las víctimas, la que logró crear la red de escucha, diálogo y entendimiento necesarios para el acuerdo de Good Friday de 1998... Decía que las mujeres, que han sufrido y sufren históricamente la exclusión, son el mejor colectivo para lograr justamente inclusión. También ha contado anécdotas interesantes y ha dicho que a las mujeres les cuesta menos decir de algo "no lo sé, no lo conozco, lo dudo.." que a los hombres políticos, que les cuesta menos matizar su opinión para dar cabida a la argumentación del otro.
Le he comentado que aquí, las víctimas han resultado hasta ahora fácilmente manipulables para un discurso de venganza y antidiálogo, y ella me ha dicho que allí también ha habido víctimas manipuladas por todos los partidos y que se oponían al proceso de paz, pero ha habido víctimas que han defendido el diálogo con energía.
Una de las cosas interesantes que ha dicho, de cómo su organización actual, DemocraShe, orientada a la democracia con participación de mujeres y que incluye formar a mujeres para la participación política, trabajan para destruir viejos hábitos de la política y lograr que los políticos sirvan a (trabajen para) los ciudadanos.
Es un punto clave aquí. En mi experiencia con la batalla del azufaifo, he comprobado inevitablemente que en este país, los políticos no recuerdan que son empleados nuestros, que nosotros les pagamos, que no sólo tenemos derecho a votar y a mantenerles o echarles de sus puestos, sino que eso implica escucharnos y que esa escucha podría mejorar su gestión, no sólo desde un punto de vista inocente, sino que a veces podemos darles ventajas, permitirles ganar popularidad o votos sin perder tanto. Porque sin duda, corrupción aparte, un político municipal sin un proyecto de ciudad muy claro está perdido frente a las presiones brutales del mercado, de los promotores, que sí tienen un modelo claro: enriquecerse a cualquier precio. Los ciudadanos que se quejan, que piden o exigen podrían contribuir a orientar su actuación, al menos a veces. Pero nuestros políticos, además de la tentación del mercado, son analfabetos en democracia. Sólo esa ignorancia explica la arrogancia y el desdén con que nos han tratado.
Cuando descubrieron que no podían ahuyentarnos como se espanta a una mosca, que salíamos en la televisión y los periódicos, nos recibieron con sonrisas. Pero las sonrisas se helaron pronto. Cuando nos quejamos ante la nueva joven regidora, Sara Jaurrieta, de que no nos habían informado de nada, a pesar de las 1.000 firmas de vecinos que nos apoyaban, dijo: Amb mi, això no us passarà. Pues bien, ha vuelto a pasar. En vano hemos esperado información alguna sobre el proyecto de construcción que tienen previsto frente a nuestro árbol y que acabará con él si no lo impedimos. Sus costumbres vienen del franquismo. Como también la costumbre de pasividad de los ciudadanos.
Algunos vecinos tampoco soportan que logremos algo con las reivindicaciones, tal vez porque rompe sus esquemas pesimistas de que nada se puede cambiar. El presidente de una asociación del barrio, cuando le llamé pidiéndole ayuda para conseguir en la Festa del Ginjoler la electricidad que el Ayuntamiento nos negaba, me dijo que no me colgaba el teléfono porque antes le habían llamado de la Associació de Veïns, pero que nuestra actitud le parecía equivocada, ¿cómo nos atrevíamos dos personas físicas a pedir permiso para hacer una fiesta en la calle? No le extrañaba que el Distrito nos la negara, ¿no sabía yo que a ellos les daban toda la electricidad que querían? Yo no daba crédito a mis oídos. Luego me dijeron que ese señor desaprueba toda reivindicación que no tenga intereses pecuniarios. Vivir para ver.
Y ahora me retiro porque, mientras escuchaba a esa irlandesa activista y positiva me había olvidado de mi gripe del avión, pero cuando ha empezado una intervención masculina, he notado que empezaba a tener fiebre. Y ahora me parece como si fuese a derrumbarme.
Plus tard...
He sabido que Cristina Peri Rossi ha sido despedida de Catalunya Ràdio por hablar en castellano. Es el mundo al revés. Esta gente que ahora nos gobierna no distingue entre quienes siempre han apoyado la lengua y las reivindicaciones del país. Para adherirse a ella contra esa medida arbitraria, pinchar aquí. Es un indicio más de la confusión y la falta de criterio que reina en todos los aspectos. No es sólo la lengua y la cultura, es todo. Permiten construir hoteles espantosos y bloques de apartamentos que destruyen las calas en ses illles pero prohíben y cierran el único chiringuito de cañizo y madera donde ofrecían comida digna a precio razonable. Nos quitan la terraza de un café agradable en una placita solitaria y tiran todas las torres del barrio para construir bloques grises sin ventanas, que necesitarán mucha luz artificial y aire acondicionado. Persiguen a los fumadores mientras alientan la contaminación en la calle, la construcción, los pesticidas agrícolas, etc. Nos someten a controles humillantes en los aeropuertos, pero dejan circular libremente al que lleva plutonio. Frente al conflicto del País Vasco, en lugar de buscar el entendimiento con todas las fuerzas, de intentar recuperar a los simpatizantes de los etarras, a los familiares de presos, a las víctimas con capacidad racional, en lugar de buscar la paz como sea y con obstinación, todos prefieren esa política declarativa de venganza (mientras por detrás negocian o mientras olvidan que negociaron). Algunos dirán que me lío, pero creo que todo forma parte de lo mismo: esa torcedura de las cosas, esa arbitrariedad, esa cultura de las mentiras.

martes, septiembre 25, 2007

La fiesta del azufaifo

Foto: I.N., Orilla del Danubio en Cortanovci ("los árboles crecen del agua"), Serbia, 2007
Ha pasado mucho tiempo, para mí una eternidad. Intenté escribir una síntesis antes de irme, pero estaba agotada. ¿Cómo reconstruir ahora la fiesta? Creo que fue un éxito. Todos brillaron, cada uno a su manera: Dante Bertini abriendo con su gracia sutil, Enric Casassas muy inspirado y compenetrado con Gasull, el dúo Vilallonga con Paulina Fariza y el joven Iannis Obiols de voz clara, Lluís Maria Todó con su homenaje irónico y cálido, Clapès no sólo con su lectura precisa, también con su presencia y ayuda, Dolors Udina y Esther Zarraluki leyendo a otros poetas con voces sugerentes, las citas a Joaquim Folguera, que protegió la fiesta con su espíritu, todos los poetas, con su diversidad de tonos y escritos: Francesc Parcerisas, Mireia Mur, Cinta Massip, Josep Pedrals (al que le pedimos doblete en un momento de impasse), Victor Sunyol, Francesc Gelonch, Jordi Valls, Ester Xargay, que cantó unas corrandas, y el músico Xavi Lozano, que tocó un tiple hecho con madera de azufaifo... Y todos los que trajeron sus textos con humor, genio poético y pasión, y también los que los mandaron, como Hac Mor o Dolors Miquel o Joaquim Carbó... Las intervenciones necesarias de algunos de los protagonistas más decisivos, como Ninca Lacruz, pero también Borja Querol... Y la asistencia de muchos amigos y participantes y vecinos y gente que se acercó después a felicitarnos, algunos con frases emocionantes...
La crónica de El País recogió algunos momentos memorables y olvidó otros (convirtió a Elena Vilallonga y Paulina Fariza en "Paulina Vilallonga", y a mí me clasificó como traductora, que lo soy, pero mi relación con ese árbol se ha basado más en mi escritura que en ninguna traducción, y casi todos los que han escrito sobre el tema me citan, con o sin nombre). Pero lo importante es que saliera.
También Dolors Udina habló de nuestra fiesta en el Avui. Y tal vez me haya perdido alguna otra crónica, porque me fui a la mañana siguiente a Serbia... Y el blogger Frikosal muestra tres fotos del evento, en blanco y negro (yo quería una prueba de que estuve allí, pero no salgo... ¿quizás lo soñé?). Y otro distinguido blogger me dedicó un pequeño homenaje que me llegó mientras estaba en Serbia.
Hubo un momento, al final de la Festa del Ginjoler en que yo hablaba con alguien en el escenario, tras acabar mi pequeña intervención de cierre, y ese alguien me dijo: "Oye, te están aplaudiendo a ti..." Y miré frente a mí y vi que la gente aplaudía, en efecto, y sentí un arrebato de pudor, porque no aplaudían ningún texto, sino mi iniciativa o mi obcecación con el árbol y me fui deprisa, porque yo no habría logrado nada si no me hubieran apoyado muchos otros...
Y aquí copio el texto que leí, que algunos me han pedido... (No incluyo la breve introducción de agradecimientos y quejas, que hice en catalán...)
Mi historia del azufaifo
Hace años que vivo en esta calle y antes en la calle Pujol y siempre me había gustado este árbol desmadejado y generoso que cruzaba el cielo de Arimón, con esa extraña humildad mayestática de algunos árboles, que daba sombra a la calle y sembraba la acera de flores diminutas en primavera y de frutos pegajosos en otoño. Pero fue culpa de mi prima, la sinóloga y lacaniana Vanessa, que un día me dijo: “Siempre que paso por tu calle me acuerdo de Pekín, por el azufaifo…”
Ella no sabía que las azufaifas eran parte de mi infancia, que a los 4 años, en el colegio de Figueres, saltábamos una tapia y entrábamos en un huerto encalado, inundado de sol, y comíamos esa especie de rústicas y gordas cerezas sin nombre, y una vez debí de darme un atracón, porque al llegar a casa me dolió la barriga, y mi tía Rottenmeyer, antes de encerrarme en el cuarto de la caldera, me dijo: “¡Esto te pasa por comer azufaifas!”¡Azufaifas! La sonoridad árabe de la palabra se me quedó grabada, pero el mandato de mi tía debió de ser más fuerte porque nunca más volví a saber de ese fruto, y aunque recordaba el sabor dulce y algo tosco y a veces había pensado vagamente en buscarlo por los mercados, nunca lo hice. Así que viví media vida al lado de un azufaifo, admirándolo sin saberlo… Igual que antes había veraneado en Roses, junto a la Riera dels Ginjolers…
Pero cuando Vanessa y yo fuimos a verlo juntas, la casa tenía un letrero que decía: Deconstrucciones Démeter. ¿Acaso los derribos se habían vuelto derridianos? ¿Y cómo podía Démeter, diosa de la agricultura, sembrar cemento? O Supportis, la constructora, ¿a quién apoyaba? Pero esos nombres sólo eran parte de la Cultura de las Mentiras. Y llegaron los obreros y empezaron a malgastar su energía derribando la casa y vimos caer las persianas verdes, las molduras y el porche en sombra que habían estado siempre allí.
En unos meses habían tirado tantas casas, todo el patio de manzana estaba lleno de grúas y en vez de las visitas de los pájaros, sólo teníamos, tenemos, ruido y polvo, y en vez de los jardines abandonados e intrincados de la Bella Durmiente, sólo cemento y una plaga de fealdad que se extiende como metástasis por este pobre barrio, que antes era verde y fresco y decimonónico y ahora es mediocre, polvoriento, ruidoso y feo.
Yo lo escribí en el blog. Y entonces apareció Ninca Lacruz, y me ofreció su ayuda “pour faire le trottoir”, como decía ella, recoger firmas de vecinos, y usar su experiencia jurídica europea para reclamar. Descubrimos que no era un árbol cualquiera, que podía ser bicentenario y que en toda Europa no había documentado otro tan grande. Una especie que los árabes trajeron de China, donde hay zonas con clima mediterráneo, y que sirvió para construir barcos, pero también instrumentos musicales. Més eixerit que un gínjol…
Un día me llamó Pau Orriols, un luthier de Vilanova que fabrica tenoras y oboes antiguos con madera de ginjoler y vino a coger tierra de nuestro árbol para la festa major d’Esplugues. Él y su mujer me contaron que el azufaifo es el árbol del confín, donde Mahoma tuvo la revelación, y que según el Corán, más allá del azufaifo sólo está dios. Y que es el árbol del amor en Persia, y que en Italia, cuando uno se enamora y se queda atontolinado, dicen que ha bebido il brodo delle gíuggiole. Él me dio una peonza de madera de azufaifo que siempre llevo encima y planeó una excursión en octubre a la Festa delle Giúggiole de Arqua Petrarca. Y en plena crisis de insomnio, supe que la medicina china usa las azufaifas para dormir.
En el distrito, las autoridades nos trataron con desprecio y sonrisas desdeñosas, a pesar de las mil firmas. ¿Es que no sabéis que la Constitución protege la propiedad privada? No tenéis nada que hacer… Nos fuimos de allí rabiosas y radicalizadas.
Se unió el librero de la calle Berlinès, y Borja Querol, un abogado amigo suyo preocupado por el patrimonio, y un ingeniero técnico agrícola, Xavier Argimon, y nuestros vecinos Lluís Maria Todó e Isaïes Fanlo, y yo empecé a escribir y a sembrarlo todo de emails. Escribí a Enrique Vila-Matas, que había vivido en esta calle, creyendo que no me haría caso. Pero él estaba contemplando consternado cómo talaban una palmera frente a su casa, y su hermana acababa de llamarle desconsolada porque arrancaban unos cedros frente a su estudio de caligrafía china. Así que escribió una de sus crónicas y la tituló El fin de Barcelona.
Llamamos a Parcs i Jardins y empecé a mandarle las entradas del blog del azufaifo a Imma Mayol. Y llamé a Francesc Arroyo de El País, que se puso a investigar, y empecé a darles la lata a los de La Vanguardia, y escribí a Antoni Puigverd, y vinieron los del Avui. Imma Mayol contestó que trasplantarían el árbol, y le presentamos tres informes de expertos explicando que este árbol no sobreviviría al trasplante, y si sobrevivía, habría que podarlo tanto para sacarlo de esta calle que nunca más tendría la forma que ahora tiene.
Mientras duró el derribo, los botiguers de la calle Arimón se pusieron a vigilar y avisaban a la Guàrdia Urbana o nos llamaban cada vez que corría peligro el árbol. Alguien les habría dicho a los obreros que queríamos quitarles el puesto porque se oponían con fiereza, nos decían que el árbol estaba ya muerto, nos miraban con furia al pasar y a veces con gritos amenazadores. Yo tuve también una torpe llamada de amenazas, una voz metálica que pronunció mi nombre y dijo que si quería seguir andando tranquila por la calle me olvidase del árbol. “En mi país estarías muerta”, bromeó un amigo colombiano.
Y vinieron las cámaras de Josep Cuní, de TV3, nos filmaron al pie del azufaifo y a partir de entonces todo cambió. Los funcionarios del distrito ya no nos trataban con desdén. Y empezaron a venir todas las televisiones y radios. Y cada vez que bajábamos a filmar o grabar, se acercaba algún espontáneo loco necesitado de expresión, para vociferar que era una estupidez defender árboles y que no había derecho…
Por la calle, nos abordaban. “Vostè és la de l’arbre? L’he vist a la tele”, dijo una señora, y me contó que había intentado comprar la casa del azufaifo muchos años atrás. Unos vecinos veteranos nos trajeron fotos antiguas del barrio. Todos nos contaban historias. Que en la plaza del Camp había un cabrero, que el jardín del azufaifo llegaba hasta Mitre, que la calle Muntaner se llamaba Garriga y era tan estrecha que cuando pasaba el tranvía había que pegarse a la pared… Y se unieron voluntarios. Y Francesc del restaurante La Taula se le ocurrió comprar tela verde y repartirla… Y Vincenç y Gemma de la Matalasseria nos hacían las fotocopias, y Maribel y Ricardo en la peletería, además de vigilar el árbol, móvil y perro en ristre, recogían firmas, como también Carme y Helena el estanco y en las tiendas dietéticas y en la librería psicoanalítica y en la tienda de fotos… Todos colgaron nuestros carteles y comunicados. Y la gente se para a leerlos y a hablar del azufaifo. Y un músico le compuso una pieza. Y los constructores del barrio nos interpelan a gritos y echan bolsas de basura al pie del árbol.
Fue el jardinero Joan Bordas quien sugirió que la propuesta de que el constructor modificara el proyecto y dejara una esquinita al árbol era la “solución española”, pero que la “solución europea” consistía en expropiar todo el terreno y hacer la Placeta del ginjoler… Él nos contó que el azufaifo era el árbol más sostenible, resistente a la sequía del cambio climático, porque extiende sus raíces por las profundidades, buscando agua. Gracias a él y a Xavier Argimon, y también a Javier Montalvo y a José Manuel Sánchez Cáceres-Lorenzo, hasta yo he aprendido algo de árboles.
En un momento de impasse, llamé a Oriol Bohigas, aconsejada por su hija Glòria, y él escribió un artículo en El Periódico pidiendo La Placeta del Ginjoler.
Luego apareció otra vecina ilustre, Aurora Altisent, que tiene en su jardín un pequeño azufaifo con frutos enormes, y que ha hecho el retrato de nuestro árbol. Fue ella la que me llamó a Ibiza en agosto para decirme que nos iban a dar la plaza. Y Chelo Sastre también ofreció su ayuda, y la grafista Júlia Solans se ofreció a montar el cartel.
Y la gente empezó a venir en peregrinación a ver nuestro azufaifo. Una noche, al salir de casa, un chico me llamó desde una ventana: “¡La mujer del árbol!”, me dijo, “¡espera!”. La verdad es que cuando vuelvo a casa por las noches, miro el ginjoler inmenso y expandiéndose, como si supiera que le estamos defendiendo, y respiro de otra manera.
Todo esto ha sido una locura que me ha impedido trabajar y que ha agravado mis problemas crónicos de financiación. Me ha valido la desaprobación de alguna gente que considera una frivolidad defender un árbol cuando hay tanto sufrimiento en el mundo. Cómo si una cosa excluyera la otra o sólo pudiéramos atender a la más prioritaria. Como si mientras haya guerras, tuviéramos que dejar que nos talasen los árboles y que la mafia rusa y napolitana se repartieran el negocio del cemento en este país.
Pero el azufaifo también me ha dado sorpresas, de toda la gente que ha ofrecido a atarse al árbol o recoger firmas, de los bloggers que han puesto links, de los periodistas y escritores inspirados que han dedicado su espacio a nuestro árbol, y de los poetas y músicos que habéis aceptado colaborar en la Festa del ginjoler. El agradecimiento es una de mis principales fuentes de felicidad, y luego está la ironía de las cosas, y es que yo, que soy incapaz de buscar un patrocinador para mi blog o de conseguir una beca para acabar mi libro balcánico, haya logrado que tanta gente me apoye para salvar este árbol.
La batalla no se ha acabado. El ayuntamiento nos ha dado la plaza, pero quiere construir un edificio de cemento frente al árbol. Todos los expertos dicen que el cemento compacta el suelo y asfixiaría las raíces del azufaifo. Sólo queremos un suelo de tierra y unos bancos de madera o hierro para sentarnos a la sombra. Necesitamos quietud en vez de polvo y grúas. Hay que defenderse de la invasión de cemento que está engullendo la ciudad. Y al fin y al cabo, la lección del azufaifo es que a veces, protestando se puede conseguir algo.
Yo voy por todas partes mirando los árboles como si quisiera inventariarlos, y aunque no me atrevo a abrazarlos como hacía de pequeña, siempre que puedo los toco: me da la sensación de que son mi toma de tierra. Muchas gracias a todos

miércoles, septiembre 12, 2007

La Festa del Ginjoler i l'oposició del districte

Foto: El borrador del cartel de la Festa del Ginjoler, que Júlia Solans ha hecho con el dibujo de Aurora Altisent
Cuando tenga el cartel definitivo lo pondré en los dos blogs. Falta indicar "Metro Putxet", para los que no sepan dónde está la Plaça Joaquim Folguera. En el borrador también faltan algunos nombres (Borja Querol, Rafa Zaragoza, etc.).
Ahora nos toca enfrentarnos a la oposición del Ajuntament del Districte, que se encarga de la limpieza, el sonido, los destrozos y gamberrismos de toda fiesta comercial, popular, resaca post-Barça, verbena, etc., pero nos avisa que en este caso todo irá a nuestro cargo y además, nos niega la toma de corriente eléctrica para que no podamos hacernos oír. Como dice Rafa Zaragoza, en cualquier país europeo, las administraciones apoyan las iniciativas ciudadanas para mejorar el entorno. Se alegrarían de que unos vecinos les descubriesen un árbol valioso y ayudasen con informes expertos y prensa a conservarlo cuando ellos iban a talarlo sin más. En este país, las cosas van en sentido contrario. Al menos en el Distrito, donde vuelven a tratarnos como a gente molesta, que les impide "fer el negoci", que es lo suyo. Para eso les pagamos.
He escrito a Imma Mayol
Senyora Mayol
Intentem organitzar La festa del Ginjoler, un recital poètic i musical. Avui a La Vanguardia es fan ressò de la convocatòria. L'ajuntament del districte ens ha donat un permís on diu que la neteja, els possibles danys corren exclusivament a càrrec nostre. I ara ens diuen que NO ens donaran presa de corrent. Diuen que ens espavilem amb les botigues. Com que no ens han deixat fer-ho al peu de l'arbre, no tenim botiguers sensibilitzats (a la plaça Joaquim Folguera). A qualsevol país democràtic, les administracions es feliciten que els ciutadans tinguin iniciatives per millorar l'entorn.
En aquest, pel que sembla, és al contrari. Les destrosses de les celebracions del Barça les paguem tots els ciutadans. Els generadors sorollosos de les festes comercials, els posa l'ajuntament. Les destrosses i brossa de les revetlles les paga l'ajuntament. I sempre, tota iniciativa de festa, de borratxera al carrer (i m'estalvio les escatologies) té el suport de l'ajuntament, que hi posa els vats que calguin a disposició. I els veïns les sofrim, com sofrim els helicòpters i tantes altres contaminacions que beneficien només uns quants. Però un recital poètic i musical sense volum electrònic per salvar un arbre només ha de trobar amb la ferma oposició i la mala educació del districte? Pràcticament ens han penjat el telèfon. És clar que molestem, avisant que hi ha un arbre bicentenari i que cal preservar-lo. Impedint que guanyi sempre el ciment.
Només volia que ho sabés. Tot això no tenim més remei que explicar-ho a la premsa. Isabel Núñez
Seguiremos batallando (lo malo es el tiempo y la energía que esto exige). Espero que todos los que pasáis por aquí y estáis de acuerdo con esta campaña vengáis a la Festa del Ginjoler. Si hace falta recitaremos con megáfono. Espero también que todos esos que desdeñáis estas cuestiones y que nos escribís cosas ofensivas o tiráis basura al árbol os abstengáis de venir. Es curioso de todas formas el desprecio profundo que encuentro en algunas instituciones hacia una iniciativa que sólo puede ser buena para el barrio y que yo misma no podré disfrutar mucho tiempo (en dos años y medio tendré que irme de aquí, y vistos los precios de la vivienda en la ciudad, a vivir a un sotanillo hermético y húmedo en Nou Barris, o como siempre digo, homeless al pie del ginjoler). No les parece bien que una se atreva a hacer algo así, qué osadía señalar que hay un árbol valioso, intentar preservarlo, impedir que el negocio pase por encima de todo.
Last minute news: La directora del Mercat nos cederá electricidad. Un amigo músico ha conseguido un equipo de sonido a precio bajo. Nos faltan sillas, pero todo se andará. Ayer me tocó sufrir no sé qué locos rites de passe, pero parece que al final las cosas funcionarán mejor, ojalá! Insh'Allah! sur des roulettes...

lunes, septiembre 10, 2007

Otra carta a Imma Mayol sobre el azufaifo

Foto: I.N. Ginjoler de Can Xirau, a Cadaqués, vist des de la Riba. 2007
El viernes 7 de septiembre le mandé esta última misiva electrónica a la segunda tenienta de alcalde de Barcelona.
Sra Mayol
Ens diuen que, en llenguatge municipal, "un petit equipament" és un edifici de formigó, i no pas uns gronxadors o uns bancs de ferro o de fusta o un brollador, com nosaltres pensàvem.
Aquesta notícia ens ha deixat molt preocupats, ja que, com va dir el jardiner expert Joan Bordas, la major part d'arbres centenaris d'aquest país arboricida moren així: construeixen bancs o edificis de formigó a prop, això compacta el terra i, al cap d'uns anys, l'arbre mor, amb les arrels escanyades, i aleshores pensen que ha mort de vell, quan, de fet, aquest arbre podria viure cent anys més.
Com diu José Manuel Sánchez Lorenzo-Cáceres, enginyer tècnic agrícola de la Universitat de La Laguna,"hay que estar atentos para que no perturben la zona radicular del árbol y los movimientos aire-agua a través del suelo sigan produciéndose como hasta ahora..."
Ignasi Viladevall, de l'apartat d'arbres i vegetació de La Vanguardia, em recomana: Haz gestiones para que compacten el suelo con tierra de sablón ("de sauló"), arena gruesa. Se usa en el trazado de muchos parques y jardines.
Diu Joan Bordas:
Des del punt de vista de la salut de l’arbre, crec que s’haurien de realitzar les tasques següents:
1.- Un estudi tècnic fet per jardiners especialistes en arbres monumentals.
2.-S’hauria de vetllar per l’estat físic de l’arbre, tant aeri com radicular.
Referent a l’estat físic aeri: caldria vigilar possibles atacs de malures o plagues. Protegir el tronc i branques de ferides o necrosis.
Referent a l’estat físic radicular: És el més important, s’ha de tenir cura del subsòl, evitar amuntegaments de runes, cascots, protegir les arrels de compactacions, i el més important, evitar sots o rases que malmetin les arrels.
Qualsevol obra al solar hauria d’estar abans autoritzada per un tècnic especialista per no afectar de cap manera les arrels o la terra del solar.
Realment val la pena haver fet tota aquesta negociació amb la propietat, fer una permuta d'altres terrenys, per acabar matant l'arbre, d'una mort lenta, amb formigó?
Ara hem de sotmetre aquest exemplar de ginjoler únic a Europa a la maquinària, la pols i el maltractament dels treballadors (ja ho vam sofrir en petita escala durant les obres d'enderrocament; havíem de trucar a la guàrdia urbana dues vegades cada dia, els botiguers vigilaven, perquè els obrers li tiraven runa, treien les tanques de protecció, hi posaven matalassos a sobre, tallaven una branca que els molestava... Sovint a Barcelona moren arbres per tirar-hi productes corrosius, etc. A més, la guàrdia urbana es posa sovint del costat dels constructors, no es pot dir que tinguin gaire educació cívica verda, com ara els bobbies anglesos). Val la pena aquest risc només per fer construir un altre local, si a 200 metres tenim un casal, a Vil·la Florida, on, amb la "renovació de l'arbrat" han convertit un jardí ombrívol i frondós de 80 arbres -on la temperatura baixava dos graus respecte al carrer-, en un jardí escarransit, amb cinc o sis arbres pelats, només per fer aparcaments subterranis i altres construccions. Abans, des de la façana de Muntaner, només es veien els arbres del jardí, ara es veu el carrer S.Gervasi de C. al darrera. Això, per no dir res de la destrucció de la font i de la discutible reforma de l'edifici, que la major part d'arquitectes de prestigi critica.
El barri és ple de gent gran, que s'ha quedat sense ombra ni llocs per descansar i necessiten una placeta tranquil·la de 300 metres. Les torres i els jardins d'abans han esdevingut un desert de grues, pols i soroll. Barcelona és de les poques ciutats europees on les obres estan excloses dels límits de soroll: això és un indici de la posició de l'ajuntament a favor dels promotors i indiferent als drets dels ciutadans.
Potser Barcelona té, com vostè diu, numèricament més arbres que cap altra ciutat europea, però, com diu Xavier Argimon, enginyer tècnic agrícola, la qualitat del patrimoni arbori no es mesura per la quantitat, sinó per la qualitat. Fins i tot Madrid té un patrimoni arbori de més qualitat que Barcelona, per no citar París, Londres, Nova York... Els arbres de Girona tenen més dimensions i anys que no pas els esquifits arbrets de Barcelona. Cap dels nostres parcs podria competir amb els seus jardins, pel que fa a massa arbòria i a dimensions dels arbres, no només pel clima, sinó també per les normatives de protecció que tenen aquests països. A Europa, no es construeix al voltant de 500 metres d'un arbre com el nostre ginjoler. Nosaltres en demanem 300!
Per què no fer La placeta del Ginjoler que demanava Oriol Bohigas a El Periódico i fer-la sencera, amb terra, sense construccions de ciment? Està clar que el valor de l'arbre i les necessitats que té a la zona radicular justifiquen que no es construeixi.
Per què no considerar que un ginjoler bicentenari i sostenible mereix una plaça de 300 metres, amb bancs de fusta o de ferro o gronxadors i prou?
Sabem, també, que les coses no són fàcils. Nosaltres ens hem estimat més atenir-nos a les seves declaracions, senyora Mayol, malgrat les afirmacions de l'Ajuntament del Districte en el sentit que res no està decidit i que les negociacions amb la propietat continuen obertes. Sobretot perquè, mentre ens diuen que el terreny no és propietat municipal i que l'Ajuntament no pot netejar-lo ni cedir-lo per a la nostra Festa del Ginjoler, envien una empresa municipal, Cercat, els empleats de la qual van afirmar que venien de part de l'Ajuntament, per posar-hi una tanca nova: per nosaltres, això és una prova clara que el terreny sí es propietat municipal i que les seves declaracions, senyora Mayol, són certes.
Però volem demanar-li que protegeixin de veritat l'arbre.
Atentament,
Isabel Núñez

jueves, septiembre 06, 2007

El país arboricida

Foto: Acacias (pescada en una web sobre sistemas ecológicos, sin firma)
En El País leo que el ayuntamiento pretende talar una encina centenaria en el centro de Madrid. Al parecer, en nuestra primitiva Iberia no hay diferencia entre los ayuntamientos de uno u otro partido, todos son arboricidas, todos cobran de la construcción. Se trata de una acacia de tres espinas, Gleditsia triacanthos, de gran edad y tamaño y más de 4 pisos de altura. Una foto hecha con móvil permite adivinar su esplendor.
En 2006, la fiscalía le dio la razón al ayuntamiento cuando procedió a la tala de encinas en el Tibidabo para ampliar las atracciones, pese a la denuncia de los vecinos, por considerar que el terreno no formaba parte de la zona protegida.
Al parecer, el ayuntamiento proyecta construir un "equipamiento" de cemento en nuestra "Placeta del Ginjoler". Era demasiado bueno para ser verdad que decidieran, aunque sólo fuese gracias a la presión mediática, respetar un árbol bicentenario. Cambian un constructor por otro. En Europa, a los árboles venerables se les dan 500 metros sin construir. Aquí, 300 les parecen demasiados. A 200 metros hay un casal (la magnífica torre Vil·la Florida, antigua sede de la Escuela de Puericultura, donde el ayuntamiento taló salvajemente con su "renovació de l'arbrat" y convirtió un jardín frondoso en un jardín escuálido). Pero el ayuntamiento quiere recuperar dinero y no cree en los árboles. Teníamos la esperanza de que "petit equipament" pudiera significar bancos de madera o columpios de hierro, pero nos dicen que no, que eso se llama "mobiliario urbano". Les da igual si eso significa que el suelo se compacte y las raíces del árbol queden estranguladas y al cabo de pocos años el árbol muera. Ojalá estemos equivocados. Ojalá sea un problema semántico y gane por una vez el árbol y la opinión pública. Pero si no es así, nosotros seguiremos en pie de guerra. No hemos hecho esta batalla para que cambiasen de constructor, sino para preservar el árbol. En este barrio hace falta sombra y quietud y sobran grúas, estruendo, cemento y polvo.
Ayer leía Mythologie des arbres de Jacques Brosse, que me recomendó el hijo de un botánico italiano. Dice Brosse: Autrefois, les arbres jouaient un grand rôle dans la vie des hommes. Protecteurs, pourvoyant à leur besoins, ils étaient considérés comme des manifestations des dieux sur terre... Al final, cita a Lévi Strauss y habla de la ruptura del equilibrio y de la comunión de los seres vivos en el planeta, "de cette rupture, nous subissons aujourd'hui les ultimes conséquences. D'ouverte qu'elle étais jadis, l'humanité s'est de plus en plus refermée sur elle même. Cet anthropocentrisme absolu ne peut plus voir, hors de l'homme, que des objets. la nature toute entière se'n trouve dévaluée. Autrefois, en elle tout était signe, elle-même avait une signification que chacun, en son four intérieur, ressentait. Parce qu'il l'a perdue, l'homme aujourd'hui la détruit et pour là se condamne."

miércoles, septiembre 05, 2007

Si esto no es corrupción, ¿qué es?

Foto: Linda Danz, Pond and Trees, Nueva York, 2006
Mientras la principal fuente de financiación de los ayuntamientos sea la construcción, esta invasión de cemento que destruye esta ciudad y todo este pobre país no se acabará. Ni la amenaza contra los árboles y el oxígeno. Porque siguen talando árboles por todas partes. Ayer en El País, un vídeo mostraba a unos vecinos que acamparon para evitar la tala de unos árboles en Malgrat de Mar. Como decía hace poco un periodista sobre nuestras batallas y resistencia, "todo esto no va contra un gobierno, sino contra un futuro que no nos gusta." A nuestros políticos les da igual la desertización, la noticia de que este país va a sufrir más agudamente el cambio climático, ellos siguen su política de "toma el dinero y corre". Ya sé que me repito, pero no soy la única. Escribo esto rodeada de un estruendo de obras y polvo, que sólo rompen los llantos de septiembre los niños en la guardería contigua (no sé si unirme a ellos). Leo en La Vanguardia:
Vecinos del Eixample denuncian un bloque que invade un interior de isla
Según el distrito del Eixample, el edificio de viviendas está dentro de la legalidad y dispone de todos los permisos en regla.

Silvia Angulo Barcelona 05/09/2007

La construcción de un edificio de viviendas en la calle Aragó ha sublevado a los vecinos del entorno. El inmueble, que se está construyendo donde anteriormente se ubicaba el antiguo cine Roma, es un edificio de seis plantas que conserva la fachada principal. El problema es que el bloque invade en unos 15 metros el interior de manzana formado por las calles Aragó, València, Aribau y Muntaner y no está alineado con el resto de los inmuebles colindantes. Los vecinos de la zona han denunciado los hechos al Ayuntamiento y han llevado el caso a la Síndica de Greuges. Pero un portavoz del distrito explicó ayer que el inmueble es legal y dispone de todos los permisos en regla, ya que la edificabilidad del solar le permite construir dentro de una parte del interior de manzana. Miquel Comellas es vecino del interior de manzana. Califica la actuación de "disparate urbanístico". En este sentido, recuerda que cuando estaba en pie el antiguo cine Roma, que se encontraba en la planta baja del inmueble, éste se introducía apenas un metro en el patio interior. Por eso, cuando en junio iniciaron los trabajos del nuevo inmueble, vieron con estupor que parte del edificio penetraba dentro el interior de isla, ocupando con la estructura del edificio parte de él. Además, la construcción del nuevo bloque de viviendas empezó a tomar forma, según los vecinos, justo cuando casi todos estaban de vacaciones y no podían quejarse de la situación. Por su parte, un portavoz del distrito explicó ayer que las obras se están efectuando dentro de la legalidad, ya que tiene todos los permisos en regla. Además aseguró que el propietario del solar y promotor del bloque dispone de una edificabilidad que le permite construir hasta el final de la parcela y penetrar en una parte del interior de manzana. "Por lo que está en su derecho en agotarla", dijo este portavoz. La inmobiliaria que promueve las viviendas es Núñez y Navarro. Allí construye pisos de tres habitaciones y dos baños con cocina office. Los pisos situados en la primera planta dispondrán de un terraza ajardinada. El resto contará con un balcón sobre el patio interior. Comellas explica que la construcción "deja sin luz natural a los pisos que están justo al lado". "En los bloques vecinos viven muchas personas mayores que son muy conscientes de la agresión urbanística, pero no tienen capacidad de reacción para manifestar su oposición", apunta. Este vecino, que vive en la calle Aribau, no entiende cómo el Ayuntamiento, que se "llena la boca" con campañas sobre la recuperación de los patios interiores del Eixample, permite una actuación urbanística tan agresiva. Precisamente, Comellas recuerda que este patio interior es uno de los únicos de todo el distrito que permanecían intactos y se conserva como en el plan original. "Con este inmueble el interior de manzana pierde su armonía, ya que no está alineado con el resto de los edificios", se lamenta. De la misma opinión es otra de las vecinas afectadas por la construcción. Critica que de la noche a la mañana y en pleno mes de agosto se levante una edificación que casi la ha dejado sin luz y sin vistas sobre el interior de manzana. "Mientras en otras zonas del Eixample se dedican a recuperarlos para los ciudadanos, aquí parece que lo privatizan más construyendo viviendas dentro de él", critica Maria Rosa. Y es que cuando llegó a finales de agosto de vacaciones vio asombrada que se habían levantado tres plantas. El inmueble podría estar listo para el año que viene.

(La foto sólo el reverso de la situación. Una imagen así es imposible por estos lares).

lunes, septiembre 03, 2007

En el País, Francesc Arroyo celebra la suerte del azufaifo

Foto: Ports, Manel Armengol, 2007
REPORTAJE: NO FUNCIONA
A veces hay cosas que salen bien
FRANCESC ARROYO - Barcelona - 03/09/2007
"Un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada". Son versos de Palabras para Julia, de José Agustín Goytisolo, que vienen a cuento porque, tal vez, los poetas son quienes mejor pueden explicar las cosas: solos no son nada; juntos pueden cambiar el mundo. Sirven aquí para narrar una historia de la que se dio cuenta en esta misma sección a finales de junio: un grupo de vecinos del barrio barcelonés de Sant Gervasi se había conjurado para la extraña misión de salvar un azufaifo (ginjoler, en catalán) centenario, amenazado por la vorágine urbanística.
Dos meses después, los vecinos han triunfado. El Ayuntamiento de Barcelona les ha comunicado su voluntad de que se salve el azufaifo y, más aún, de conseguir que lo que fuera su hábitat, otrora jardín de una casita hoy derruida, se convierta en espacio público cuyo destino final no está aún determinado. Los vecinos están encantados y han organizado para el próximo 16 de septiembre la "fiesta del azufaifo", en la que, no podría ser de otro modo, habrá un recital poético.
Isabel Núñez, una de las almas de esta batalla, se muestra exultante (sin olvidar la vigilancia), porque, dice, se trata de evitar que se instale en el antiguo jardín un "equipamiento de hormigón" que acabara con el árbol. Pero la incertidumbre es, en este caso, menor al lado de la alegría por la victoria. En un escrito, reflexiona: "Incluso en una cosa tan pequeña como ésta, hemos tenido adversarios", entre los que cita a "todos aquellos que desaprueban que alguien se moleste en defender un árbol cuando hay tanto sufrimiento humano en la Tierra, como si una reivindicación negara a la otra, como si impedir que ganen siempre los intereses inmobiliarios excluyera todo lo demás".
Este pequeño triunfo es, en buena medida, el triunfo de una forma de vida. Sant Gervasi es aún un pequeño pueblo en el que no se ha impuesto la anomia ni el anonimato propio de la gran ciudad. Dispone aún de un tejido urbano, gente que se conoce y se saluda, que habla de las cosas pequeñas sin desdeñar las grandes.
Hoy, en la ciudad, hablar con el vecino es casi un acto revolucionario. Saludar a quien comparte la parada del autobús parece un acto antisocial. Conviene volver al poema, el mismo que abre este texto: "Tu destino está en los demás / tu futuro es tu propia vida / tu dignidad es la de todos". Por una vez, algo funciona. ¡Hasta la fiesta del azufaifo!

sábado, septiembre 01, 2007

Pena de muerte

Ilustración: Hans Holbein, Danza de la muerte
Hace unos días leí en la prensa de tres nuevas ejecuciones en Japón, y poco después, de la pena conmutada a un preso en Texas, de la medida de Bush para acortar el tiempo de las apelaciones y acelerar las ejecuciones y de los casos de errores en que se condenó a muerte a inocentes.
Es cierto que, como me recordaba hace poco una amiga inglesa, en Estados Unidos, la opinión pública sigue confundiendo una mentalidad de castigo bíblico de Antiguo Testamento con la aplicación de la ley. Sin embargo, no estamos tan lejos. Cualquiera puede comprender la visceralidad vengativa de un padre que pierde a su hijo por un acto violento o de terrorismo, por ejemplo, pero la ley y el Estado no pueden participar de la mentalidad de las víctimas. No puede ser que el Estado no sea racional sino vengativo y visceral. No puede ser que las asociaciones de víctimas tengan voz en la política antiterrorista. Esas asociaciones deberían servir para negociar las indemnizaciones, no para influir en la conducta del poder ejecutivo ni legislativo.
En el caso de Japón, donde desde que el primer ministro conservador rompió la moratoria han llovido las ejecuciones rápidas, dicen que la opinión pública apenas presta atención a esas ejecuciones, y yo no me atrevería a interpretar nada, sino que más bien planteo un interrogante.
Y en cuanto al resto del mundo, no puede ser que el Corán, el Antiguo Testamento o la Torah, o el legado de cultura que nos han dejado, sean fuentes de legislación. "Ni olvido ni perdono", dijo Enrique Múgica cuando ETA mató a su hermano, y yo comparto su actitud (muy judía) a un nivel vital, personal (mucho más que la actitud cristiana de poner la otra mejilla, que nunca me convenció), pero no política.
En lo personal, creo que no hay que olvidar ni perdonar, porque ese olvido, o ese dejar que se acerque alguien que nos ha traicionado, sólo significa que vuelvan a las andadas. Sólo se debería poder perdonar (dejar que se acerquen) cuando los perpetradores reconocen claramente su error. Ahora bien, una cosa es lo personal, y otra distinta la política. Además, la memoria y la historia, personal y colectiva, son el componente principal de cualquier identidad. Somos nuestra historia y la cargamos y llevamos con nosotros, mejor o peor. Los que prefieren olvidar y pasar página sólo pretenden borrar sus culpas, no asumir sus responsabilidades, sus miedos a enfrentarse, a verbalizar, a criticar lo que saben que no es justo.
Es decir, no habría que olvidar (y la Ley de la Memoria Histórica debería ser valiente y no esa versión light que no convence a nadie), para evitar que las cosas se repitan. Pero creo que no puede ser que el Estado condene a morir. Y por otra parte, nadie debería legislar en caliente, al estilo Sarkozy, ni promulgar leyes espectaculares que después no se cumplen por falta de medios, como ocurre en España, con temas tan diversos como los accidentes de tráfico o la protección contra la violencia de género. ¿Pero en estos tiempos nuestros, quién reflexiona, quién piensa y escucha, a quién le importa?