lunes, noviembre 30, 2009

Los barceloneses se oponen a la destrucción de la Diagonal

Foto: I.N., Árbol amenazado por el ayuntamiento en la Diagonal, 2009
La mayoría no quiere cambiar la Diagonal
El proyecto más relevante que impulsa el alcalde Hereu es considerado innecesario por el 65% de los encuestados
BARCELONA - La Vanguardia, Redacción - 30/11/2009
El 46% cree que las medidas adoptadas en las obras del AVE para no dañar la Sagrada Família son suficientes. Uno de los aspectos más llamativos que revela el sondeo del Instituto Noxa para La Vanguardia es la decidida oposición de los barceloneses a cambiar la actual configuración de la avenida Diagonal. El 65% de los encuestados considera que sería mejor dejarla como está ahora, y solamente un 29% se pronuncia a favor de una remodelación integral. Más allá del hecho de que el ciudadano tiende por naturaleza a conservar los espacios a los que está habituado y nunca ha sentido gran entusiasmo por las obras, esta opinión mayoritaria es relevante porque el gobierno de Jordi Hereu ha convertido este proyecto en una de las grandes apuestas de su mandato. La mayoría constatada en esta encuesta puede desarbolar su discurso en materia de tráfico - la tan controvertida pacificación-y hacer fracasar su iniciativa para la convocatoria de la primera consulta popular organizada en la ciudad. A la luz de la respuesta obtenida en esta encuesta, Hereu puede perder esta votación si, tal como le exige la oposición, los ciudadanos tienen la opción de votar en contra de la reforma...

Transgénicos y pesticidas

Foto: I.N., Collserola, 2008
Contra el argumento de los defensores de transgénicos, un estudio documentado demuestra que los cultivos transgénicos duplican el uso de pesticidas. Todas esas sustancias que tenemos ya todos en la sangre y que además de matarnos, engordan, como demostraba otro artículo en La Vanguardia Cultura/s. España encabeza los productores de transgénicos y es ya el segundo país con más obesidad después de Estados Unidos. Los lobbies del fast food, los de los transgénicos y los laboratorios farmacéuticos sentados en el gobierno dan sus frutos, unidos a las mafias del cemento y los parkings.

Le Monde Aux Etats-Unis, la généralisation des OGM aboutirait à une surutilisation de pesticides LE MONDE 28.11.09

Les organismes génétiquement modifiés (OGM) permettent-ils de réduire la consommation de pesticides ? L'argument, contesté par les écologistes, est mis en avant par les entreprises de semences transgéniques. Une étude, publiée en novembre par The Organic Center, un centre de recherche américain opposé aux biotechnologies, ravive ce débat en affirmant que la généralisation du soja, du maïs, et du coton OGM aux Etats-Unis depuis 1996 a abouti à une surconsommation de pesticides de 144 000 tonnes (soit deux fois la quantité utilisée par an en France).

Le directeur scientifique du centre, Charles Benbrook, ancien directeur du bureau de l'agriculture de l'Académie des sciences américaine, devenu consultant, a utilisé les données collectées chaque année par le ministère américain de l'agriculture (USDA), qui évalue par sondage les surfaces traitées et les quantités appliquées par hectare. Ces données ne distinguant pas les plantes transgéniques des conventionnelles, M. Benbrook a donc estimé "l'impact" des biotechnologies en mettant en équation les chiffres de l'USDA avec des estimations - effectuées à partir de données publiques - des traitements appliqués en moyenne en fonction des modes de culture. Selon ces résultats, l'utilisation de maïs et de coton génétiquement modifiés pour sécréter une toxine mortelle pour les insectes ravageurs (plantes Bt) aurait permis "d'économiser" 29 000 tonnes d'insecticides depuis 1996. En revanche, la généralisation du soja Round Up Ready (RR), conçu par Monsanto pour résister au passage de son herbicide vedette, aurait abouti à une surconsommation de 173 000 tonnes d'herbicides. Le soja RR a conquis les agriculteurs américains : il représente 90 % des surfaces cultivées de soja. "C'est ce succès qui a entraîné l'accroissement des quantités de pesticides utilisées, affirme Charles Benbrook. L'utilisation d'un seul herbicide a favorisé l'apparition de mauvaises herbes résistantes. Plus on avance dans le temps, moins le système marche. Une seule application suffisait au départ pour contrôler les mauvaises herbes. Deux à trois sont parfois nécessaires aujourd'hui."

"DONNÉES INCOMPLÈTES" Le rapport de M. Benbrook est contesté par le cabinet de conseil britannique PG Economics, spécialisé dans l'analyse de l'impact des biotechnologies - et en général favorable à ces dernières. "M. Benbrook utilise des données incomplètes de façon erronée", résume Graham Brookes, de PG Economics. Premier écueil : les données de l'USDA s'arrêtent en 2007 pour le coton, en 2006 pour le soja et en 2005 pour le maïs. Elles ont été complétées par extrapolation par M. Benbrook. Deuxième critique : ce dernier sous-évaluerait les traitements réalisés par les cultivateurs de soja traditionnel, peu nombreux aux Etats-Unis, donc jugés non représentatifs. PG Economics utilise les données commercialisées par l'organisme privé DMR Kynetec, qui procède par sondage et, contrairement à l'USDA, distingue les modes de culture. Selon ces chiffres, M. Benbrook surestime l'utilisation des herbicides de 28 000 tonnes sur la période étudiée. Les mêmes données confirment toutefois une tendance à l'augmentation de l'usage des herbicides sur le soja OGM américain depuis le début des années 2000, de 10 % à 15 % par rapport à la période antérieure à 1996. Il augmente également sur le coton (de 18 % à 22 %), mais baisse sur le maïs (8 % à 12 %). A ce débat sur les tonnages utilisés s'ajoute une controverse sur le glyphosate, la molécule active du Round Up, présentée comme moins dangereuse que celles qu'elle a remplacées. "C'est l'une des moins nocives utilisées actuellement, mais elle n'est pas sans risque", répond M. Benbrook. Gaëlle Dupont

domingo, noviembre 29, 2009

El país de los parkings

Foto: I.N., La plaça Joaquim Folguera de Barcelona, a punto de ser destruida, 2009
Si siguen así, de este país y de su historia y de los árboles no quedará nada, sólo cemento ardiente y aparcamientos subterráneos. Han horadado Barcelona para llenarla de aparcamientos y los consideran prioritarios por encima de árboles, patrimonio histórico y arquitectónico. Vean este otro caso en la ya castigada isla de Ibiza. No se abren los refugios antiaéreos porque los parkings lo impiden, y la red de ampliación del metro se construye siguiendo las arboledas, talando alegremente para no tocar los sagrados aparcamientos, en una ciudad donde el índice de árboles por habitante está ya por debajo de lo que marca la OMS para la salud de los ciudadanos. ¿Pero le importa eso a nuestros políticos? No, en todo el país, sólo les importan los parkings. Vean este artículo de ayer en El País
El consistorio quiere desmontar el yacimiento para recolocarlo después
JAVIER RUIZ - Murcia - 28/11/2009
El Rey Alfonso X el Sabio pisó el mismo suelo que hoy, casi 800 años después, atraviesan atareados los arqueólogos que investigan el descubrimiento -"inusitado por su extensión"- del céntrico solar de San Esteban. Aquí, casi en el ombligo de Murcia, han aparecido en los últimos meses los muros de 48 casas árabes, siete palacios y hasta una pequeña mezquita con la base de su minarete. Los restos se extienden por debajo del Palacio de San Esteban, un convento del siglo XVII que actualmente es sede del Gobierno regional. Todo en una hectárea de terreno. En ese mismo lugar hay proyectado, desde hace varios años, un aparcamiento subterráneo que el Consistorio de Miguel Ángel Cámara (PP) dice querer compatibilizar con el hallazgo. El método elegido es desmontar los restos para reconstruirlos sobre el aparcamiento. La polémica, y el hallazgo, nació hace seis meses con las obras de construcción del aparcamiento que promueve el Ayuntamiento, apoyado en la empresa La Generala. Tras las primeras catas arqueológicas, los restos de la Murcia árabe empezaron a aflorar. Según la descripción de los técnicos, "se trata de un entramado urbano en torno al palacio y la iglesia de San Esteban dividido en dos partes: un gran barrio con algo menos de una cincuentena de casas pequeñas y un conjunto de complejos palatinos presumiblemente para hospedar a altos dignatarios de la época". El mapa del yacimiento se completa con una gran avenida, un pequeño oratorio, la base de un minarete y una pequeña necrópolis donde no se descarta la localización de restos humanos. Estos días se ha conocido el informe de los técnicos de la Dirección General de Bellas Artes de la Comunidad. Su responsable, Enrique Ujaldón, no ha dejado a nadie indiferente: propone sacar los restos del terreno para "preservarlos de la humedad, poder seguir excavando y que se pueda construir el párking subterráneo". Tras la construcción del aparcamiento, se colocarán encima, creando un parque arqueológico en pleno centro de la ciudad. Esta decisión técnica no ha gustado a algunos expertos arqueólogos. De hecho, el mismo día en el que se conocía el informe, una parte del equipo que trabajó en la excavación, encabezado por su codirector, ha pedido que se conserven los restos in situ y ha expresado su voto particular sobre esta cuestión. Denuncian que "desmontar y mover los restos es destruirlos" y que "no hay precedente de una decisión como esa porque situaría a Murcia, y España, en una situación de ridículo mundial". Sin embargo, el informe ha sido recibido con agrado por el gobierno municipal de Murcia, que ve con buenos ojos que se conserven los restos, siempre y cuando sean compatibles con el aparcamiento. El Ejecutivo autonómico, apoyado en su Consejería de Cultura, también lo respalda. Los dos departamentos, ambos del PP, han reiterado en los últimos días las críticas "a aquellos que se atreven a dudar de la honorabilidad de los técnicos". Sin embargo, ese grupo es cada vez más numeroso. Se oponen al proyecto expertos en arqueología como el científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Julio Navarro, profesores universitarios como García del Toro, el Colegio de Arquitectos liderado por Francisco Camino, la oposición política (PSOE e IU), la Plataforma por la Movilidad de Murcia y los ecologistas. También se ha generado un movimiento de intelectuales y profesionales de la cultura de Murcia, que ha firmado la llamada Carta de San Esteban. Por último, se ha creado una plataforma en la red social Facebook denominado Proteger los restos de San Esteban, que ya supera los 5.000 afiliados y que está sirviendo de base para organizar las concentraciones contra el traslado de los restos. El pasado jueves, varios vecinos de la ciudad se dieron cuenta de que unos 40 operarios estaban cargando en palés de madera pequeñas piezas de ladrillo provenientes del yacimiento. Saltaron todas las alarmas y, ya por la noche, un grupo de ciudadanos puso una denuncia ante la Guardia Civil por "expolio arqueológico". La versión oficial de la Consejería de Cultura murciana es que los restos arqueológicos del yacimiento de San Esteban no han comenzado a desmantelarse. Según Enrique Ujaldón, "el proceso de desmontaje sólo se hará cuando se presente el proyecto pertinente que asegure la perfecta conservación de los restos arqueológicos hallados". Las distintas plataformas no se fían y van a continuar las movilizaciones. Mañana, a las 17.00, se ha convocado una nueva concentración junto al yacimiento. Los murcianos aún recuerdan la noche, en la década de los sesenta, en la que las excavadoras destruyeron unos baños árabes.

viernes, noviembre 20, 2009

La destrucción de la plaza Joaquim Folguera

Foto: I.N., Árboles y farolas en París, 2009
Ayer tuve la mala fortuna de asistir a una reunión en la fea y lujosa Conselleria de Política Territorial de la Generalitat, otro edificio enfermo en un barrio feo, donde sólo las jóvenes acacias que se agitan ocultan un poco la fealdad tremenda de ese lugar, la espantosa estación de Sants, el hotel, la plaza dura, los edificios mediocres y sus bares grasientos. Nos recibía el director general del Transporte Terrestre de la Conselleria de Política Territorial de la Generalitat, Manel Villalante, además del gerente del distrito de Sarrià Sant Gervasi y un responsable técnico de quien no recuerdo el nombre, y yo acompañaba a la líder resistente en este intento de salvar los almeces, una señora culta y elegante, octogenaria, Margarita Sánchez Cerrudo, que iba con su hija y con el abogado Savory, también de su quinta.
Allí nos confirmaron que se llevarán nuestros hermosos lledoners, plantados hace ochenta años por el industrial perfumero Icart (eran otros tiempos) junto a su fábrica. Los cortarán en enero-febrero. Destruirán nuestra hermosa "plaza Magritte", como la llamó Maria Casasses, le quitarán sus farolas (se han inventado que las farolas decimonónicas no están homologadas en Europa y mientras todas las ciudades europeas -lo he ido comprobando en París, Londres, Luxemburgo, Bruselas y etc- conservan las suyas y componen escenas de Brassaï en las noches húmedas, aquí convierten la ciudad en autopista sin que nadie proteste), desaparecerá su atmósfera.
También confirmaron sus prioridades: el metro "no se podía hacer en otro sitio", porque los parkings son para ellos sagrados. Yo les dije que en cualquier otra ciudad de Europa los árboles y el oxígeno valen más qe los parkings. Aquí, los parkings son siempre prioritarios. Así, con la obligación de que cada casa nueva tenga su parking, se han cargado uno a uno casi todos los pequeños jardines que hacían de Sant Gervasi un barrio verde, de aire respirable y lleno de pájaros. Pero la gran diferencia es que los ciudadanos de esas otras ciudades aprecian el verde, mientras que los de aquí son como ellos, sólo piensan en tener el parking debajo de casa aunque eso signifique respirar mal, sufrir alergias, tener más ruido. Y tiran la basura al jardín del azufaifo. Y en cuanto a la belleza, ni siquiera saben que existe.
Hablaron de las cámaras del mercado, también cobijadas en la fea plaza dura adyacente, la antigua plaza Pitarra, ahora Frederic Soler, que fue tan bonita y ya afearon hace tiempo. Ahora esas cámaras son sagradas, pero cuando desgraciaron el mercado por completo y lo despojaron de todo sentido no parecía importar nada.
Barcelona era una ciudad bonita y ahora es la ciudad del cemento y el parking.
Cuando critiqué la estación de Plaça Molina se enfurecieron, según ellos soy la única persona a la que no le convence. Para ellos no existen esas decenas y decenas de personas extraviadas en esos pasillos y túneles, ni los vecinos sensibles que añoran su plaza de antes con los árboles y tierra de arriba, y su sombra en verano, y para ellos, el argumento de que antes había que ir a Gràcia para cambiar de tren compensa sin duda toda destrucción. Hay gente que sólo valora esa clase de "comodidad". Cuando les dije que según la OMS estamos por debajo del porcentaje de árboles por habitante necesario para conservar la salud, me dijeron "Oh, es que es una ciudad muy densa", como si ellos, cargándose los jardines, no contribuyeran. Aunque el ingeniero que nos explicaba orgullosamente la parte técnica de los pozos y avances tecnológicos, me confesó que me comprendía porque tampoco le gustan las plazas duras.
Muy agradecidos nos dijeron que gracias a la resistencia de los vecinos, algo se avanza. Van a trasplantar esos pobres almeces (que en ningún caso podrían volver a la plaza, si resisten sería en muchas mejores condiciones), pobres porque no los han cuidado, ni curado ni atendido como en cualquier otra ciudad europea se mantiene a los árboles, invertirán mucho dinero en esa delicada operación, dejarán tierra (no como en Lesseps, donde no dejaron ni un palmo) y nos traerán árboles jóvenes, que compran ahora, así que con suerte tendrán unos pocos años y según ellos serán de buen tamaño (nadie dijo que un árbol centenario oxigena diez veces más que uno joven). Quieren poner alguno de esos pobres almeces (podados y recortados y bonsaizados necesariamente para trasladarlos) en la plaza frente al Barcino, donde hace unos meses los vecinos vieron desolados cómo una mañana, sin avisar, cortaban salvajemente un pino centenario y todos los demás árboles para empezar unas misteriosas obras.
Nos prometieron enseñarnos el proyecto en dos meses, teóricamente para que haya tiempo de proponer enmiendas. Es verdad que gracias a la resistencia de los vecinos se han asesorado con gente que sabe de árboles. El problema es que luego, a la hora de las obras, no jueguen el papel que juegan en las ciudades europeas, donde los trazados tienen en cuenta el verde como una prioridad y los arquitectos de jardines son importantes como los otros. Aquí el espíritu no cambia, no gastan más en el mantenimiento del arbolado de la ciudad, no usan gente preparada sino peones mal dirigidos, no podan, hacen escabechinas, no cavan suficiente para plantar, ignoran todas las normas europeas respecto a los árboles. Y para el trazado del metro buscan los jardines, ya que consideran los parkings intocables. ¡En una ciudad sin jardines! Prefieren gastar dinero en dudosos trasplantes y cargarse todas las arboledas para su maravilloso metro. "Las ciudades tienen que evolucionar", dicen. Pero deben de viajar con los ojos vendados. Y hay tantos ciudadanos sumisos y que todavía no saben que necesitan del verde para respirar en esta ciudad y que la belleza también es necesaria para el espíritu, para no enfermar.
A partir de enero-febrero, cuando se los lleven, yo andaré hasta Muntaner Via Augusta a coger el metro, para no ver el horror. Serán cuatro años de obras sin árboles. Y obras al estilo salvaje de aquí, sin las cuidadas y civilizadas pasarelas que ponen en París y Londres, donde los ciudadanos siguen contando (porque no son tan sumisos como aquí, y es que el franquismo mató para siempre este país) y la belleza también. ¿Y si pierden las elecciones? Habrán cortado los árboles, destruido la plaza y tendremos que empezar a negociar de nuevo para que nos dejen tierra, para que traigan algún árbol a la nueva y necesariamente fea plaza, porque en esta ciudad no se hace nada nuevo que no sea horriblemente feo y equivocado.
Así que ahora que Bel M. me manda el Assaig de càntic en el temple de Espriu, me parece bastante exacto, sobre todo los primeros versos: Oh, que cansat estic de la meva
covarda, vella, tan salvatge terra,
i com m’agradaria d’allunyar-me’n,
nord enllà,
on diuen que la gent és neta
i noble, culta, rica, lliure,
desvetllada i feliç...

domingo, noviembre 15, 2009

Javier Marías en el País semanal

Foto: I.N., Festucas en el Botánico de Madrid, noviembre 2009
Javier Marías habla en El País semanal de un tema frecuente en este blog, y que tanto me desespera. De esas obras de destrucción del paisaje y la belleza de este país, de ese horror de la costa española y de las ciudades envilecidas por más obras innecesarias con el perverso e inútil Plan E, de cómo el turismo que se ha atraído era el peor, ahuyentando un turismo más culto y civilizado, de cómo se han degradado las ciudades y de la falta de reacción, la sumisión pasiva de los ciudadanos. Lo copio aquí...
JAVIER MARÍAS LA ZONA FANTASMA
Causa sonrojo insistir en las cosas que a uno le parecen evidentes y que hasta hace poco se lo parecían a la mayor parte de la población. Pero vivimos en una época y en un país tan irrazonables que ya nada se puede dar por sentado, ni siquiera la capacidad para asociar las causas con los efectos, o las imbecilidades con sus consecuencias. Es como si hubiéramos perdido –hablo en términos generales– esa facultad fundamental, y con ella la de prever lo que las iniciativas o decisiones o prácticas necias pueden traer consigo. En las últimas semanas he hablado aquí de algunas de ellas: casi nadie asocia la penalización del cachete ocasional a los niños y adolescentes con el vandalismo creciente de muchos de ellos, que son los que al final acaban abofeteando o palizando a sus padres; casi nadie ha asociado el fracaso de la candidatura olímpica de Madrid con el demencial estado de la ciudad, el sistemático destrozo de sus zonas mejores y la imposibilidad de llevar en ella una vida seminormal; los inter-nautas que pronto leerán gratis libros (y que ya oyen canciones y ven películas) se han indignado porque me limité a anunciar que, gracias a sus hábitos que ya nadie va a cambiar (ni yo lo pretendo), llegará un día en que los creadores dejemos de hacer música, cine y literatura, ya que –por lo menos los escritores– sólo ganamos dinero por los ejemplares que vendemos: nadie nos paga una cantidad fija e inamovible por nuestro trabajo, y los anticipos que percibimos son eso, anticipos a cuenta de nuestras previsibles e inseguras ventas. Pero hay muchas otras cosas que extrañamente no se asocian. En Barcelona hubo consternación el pasado verano porque cada vez más gente se paseaba por sus calles, y aun entraba en establecimientos de todo tipo, con el torso descubierto, lógicamente sudoroso y probablemente apestoso; luego se armó un escándalo al reproducir este diario fotografías de sexo en pleno centro, en los tradicionales barrios de prostitución. Yo no sé por qué los barceloneses se sorprendieron, ni de lo uno ni de lo otro, si en su ciudad está expresamente autorizado el nudismo por decisión municipal. “La gente tiene derecho a ir desnuda por donde le plazca”, sentenció el Ayuntamiento en su ridículo afán por ser “moderno”, “tolerante”, “abierto”, “sensible” y “respetuoso con los deseos de todos”. El resultado inmediato fue que hay un par de individuos que van siempre en bolas y con los que los habitantes están resignadamente familiarizados (uno de ellos, al parecer, suele ir en bici y lleva el pito tatuado, para mayor distinción). El resultado mediato es que, si está permitido circular en cueros, ¿cómo se les van a poner trabas a los que “sólo” llevan el torso o el culo al aire o simplemente se sacan el susodicho pito para que una profesional se lo lleve a la boca junto a la Boquería? ¿A qué viene ahora tanta protesta, si a la ciudadanía le pareció de perlas –no hubo quejas, que yo recuerde– la supertolerante iniciativa imbécil del Ayuntamiento? Durante muchos años, sobre todo desde que el Gobierno de Aznar decidió que todo el suelo español fuera edificable, los constructores y los Ayuntamientos y las Comunidades han destruido el paisaje, sobre todo el de las costas, arrasadas por monstruosas moles de ladrillo y cemento y convertidas en lugares incómodos y feísimos. Eso ha propiciado que allí ya sólo acudan los turistas más zafios y que menos gastan, los que se conforman con dos o tres noches –ciegas– de cerveza, chiringuito y prostitución callejera, todo en un paquete que les cuesta cuatro perras; y que, paralelamente, se haya ahuyentado a cualquier visitante con un mínimo de exigencia y con gusto por el dispendio. Hasta agosto, la entrada de turistas había caído un 10% este año respecto al anterior, y en los meses que restan se prevé un descenso aún mayor. Nuestros gobernantes intentan achacarlo a la crisis, porque son los primeros interesados en que no se asocien sus políticas imbéciles con sus consecuencias, pero unas y otras están estrechamente vinculadas. Otro tanto sucede con el llamado Plan E del Gobierno de Zapatero, que consistió, entre otras medidas, en soltarles a los Ayuntamientos –endeudados hasta el peluquín– un montón de millones para que acometieran obras absurdas e innecesarias (para que se las inventasen, en suma), a fin de frenar momentáneamente el paro en las empresas de obras públicas y en las constructoras. A gastar en lo superfluo se lo llama tirar el dinero, y además ha sido a costa de que el conjunto de la población padezca sin motivo y no pueda trabajar ni descansar en sus desventradas y martilleadas localidades. Las consecuencias de esta imbecilidad están a la vista: a punto de acabarse la inyección artificial, tendremos ahora de golpe todos los parados que se intentó “aplazar”, y, a cambio, la productividad general del país se ha resentido, con la gente torturada y fuera de quicio, imposibilitada para moverse y desplazarse por sus ciudades y para rendir en sus tareas. La mayor imbecilidad, con todo, es la que nos aqueja últimamente a la mayoría: no saber asociar causas y efectos, lo cual, se dan cuenta, equivale a no saber sumar dos y dos. No hace falta explicar cuál será la consecuencia de tamaña ignorancia.

miércoles, noviembre 04, 2009

En El País

Foto: I.N., Ciprés en Madrid, 2009
Un artículo de Francesc Arroyo confirma justamente mi argumentación hace unas horas contra alguien que se autoconsidera un experto y pretende que la situación de Madrid en arbolado y espacios verdes no es mejor que en Barcelona. Salta a la vista que la situación de Barcelona es incomparablemente peor, en dotación, densidad de población, plazas duras, magnitud de los árboles, en falta de parques, en falta de inversión, falta de mantenimiento, falta de profesionalidad y cuidado, alejamiento de las normas europeas, etc. Por desgracia, pocos periodistas son capaces de observar lo que les rodea, utilizar su capacidad crítica, hacerse preguntas, escuchar a la ciudadanía y contar lo que ven como hace Francesc Arroyo. Aunque tengamos que enfrentarnos a las malas noticias, alivia que alguien no niegue la realidad ni esconda la cabeza debajo del ala para repetir las consignas municipales, con su falacia. O esas encuestas que afirman "al 38% de los encuestados no les preocupa la suerte del arbolado en la Diagonal. Quieren un paseo verde" (supongo que se referían a pintura...
La ciudad no alcanza el mínimo que recomienda la Organización Mundial de la Salud
FRANCESC ARROYO - Barcelona - 24/10/2009
Sin contar Collserola, la media de zona verde por habitante en Barcelona es más bien escasa: 6,57 metros cuadrados.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que la cantidad ideal es de 15 metros cuadrados por habitante. Barcelona sólo supera esa cifra si contabiliza como zona verde urbana la sierra de Collserola, con lo que se alcanzan los 17,71 metros por habitante, siempre según los datos del área de Parques y Jardines del propio Ayuntamiento.
Frenazo a la conversión de Collserola en parque
La ciudad (sin contar Collserola) no es una excepción: se halla en la media de otras ciudades españolas como Bilbao, Málaga, Valencia y A Coruña. Las capitales españolas mejor dotadas de zona verde, siempre con referencia a la recomendación de la OMS, son Vitoria (20,8 metros cuadrados por habitante), Logroño (18,3), Pamplona (16,9), Madrid (15,9) y, en el mismo límite, Santander (14,9 metros cuadrados de media por habitante). Montse Rivero, responsable municipal de Parques y Jardines, cree que la ciudad de Barcelona no se halla mal dotada respecto a zonas verdes porque, en su opinión, la sierra también es parte de la ciudad. Rivero insiste en destacar los esfuerzos del Consistorio para ir ganando dotaciones de zona verde donde se puede, lo que no deja de presentar dificultades.
Si el análisis se hace por distritos, el resultado es demoledor: Sólo tres superan la cifra recomendada por la OMS. Los otros siete quedan por debajo.
Los tres que disponen de más zona verde por habitante son los que lindan con la sierra que limita la ciudad por el interior: Sarrià-Sant Gervasi, Horta-Guinardó y Nou Barris. No obstante, Les Corts, que también dispone de no pocos metros cuadrados integrados en el futuro parque natural de Collserola (406.000 metros cuadrados, para ser exactos) queda cerca de los parámetros de la OMS pero sin alcanzar los mínimos recomendados. La media del distrito es de 13,76 metros cuadrados por habitante, aunque bajaría a 8,90 metros cuadrados si no se tuviera en cuenta la zona no estrictamente urbana. Y eso que este distrito se beneficia, desde hace cinco años, de haber ganado 35.000 metros cuadrados de zona verde: el espacio que ocupan las vías del Trambaix, recalificadas por el municipio porque tienen césped. "No toda zona verde tiene que ser espacio de juego", explicó un dirigente de Parques y Jardines.
El caso más llamativo, por abajo, es el distrito del Eixample: tiene casi 10 veces menos verde del que recomienda la Organización Mundial de la Salud: 1,9 metros cuadrados por habitante. El Eixample es una zona urbana sin apenas parques y jardines y con muy pocas plazas, por lo que el verde casi sólo se da en patios interiores de manzana, el arbolado callejero y algunas zonas ajardinadas públicas o privadas. El distrito mejor dotado y el único que supera la media recomendada por la OMS, sin contar los que limitan con Collserola, es el de Sants-Montjuïc (16,48 metros cuadrados por habitante), que se beneficia de la presencia de la montaña que le da parte del nombre. No es una montaña con grandes extensiones boscosas, pero sí configura un pulmón para la zona, con la ventaja añadida de que es muy utilizada por la ciudadanía. En un sentido similar, Ciutat Vella tiene la ventaja de disponer del parque de la Ciutadella. Sin esta pastilla verde en el corazón del distrito, el núcleo antiguo de Barcelona caería a porcentajes similares a los del Eixample. El segundo distrito con menos verde es el de Gràcia (3,20 metros cuadrados por habitante) seguido del de Sant Andreu (3,77 metros cuadrados). En el otro extremo se sitúan los distritos colindantes del futuro parque natural. Nou Barris, a pesar de su densidad, dispone de una media de 17,19 metros cuadrados por ciudadano, aunque se queda en 6,76 metros, casi en la media barcelonesa, si se descuenta el verde de las estribaciones de la sierra de Collserola. Horta-Guinardó es un caso diferente, ya que parte del entramado urbano de este barrio se halla ocupando colinas. Si contar el espacio del parque, su media es de 7,15 metros cuadrados, que se eleva hasta los 31,77 metros, al contabilizar la parte de la sierra que le corresponde. El caso más extremo es el de Sarrià-Sant Gervasi. Sin Collserola el distrito se sitúa casi en la media barcelonesa (6,61 metros, Sarriá; 6,57 metros cuadrados, el conjunto de Barcelona). Pero cuando se añade el metraje de la sierra la cifra se dispara hasta los 88,66 metros cuadrados.