sábado, abril 19, 2008

Arboricidio en Hereuville

Ilustración: Retrat del ginjoler, de un alumno del Sant Gregori, 2007
Mientras el ayuntamiento nos pedía paciencia para soportar el abandono del terreno del azufaifo a las basuras de los vándalos barceloneses y la falta de poda y el silencio administrativo, ellos ya habían empezado a talar las encinas centenarias de la ladera del Tibidabo, contra la opinión de los vecinos, de los ecologistas, de los partidos de la oposición (esos últimos sin duda por oportunismo) y de cualquier persona con sentido común, apego a esta pobre ciudad y algo más en el cerebro que la sed de dinero rápido.
En un momento de sequía grave, en que se discuten los trasvases posibles aun sabiendo que todos ellos llegarán tarde, con la previsión de restricciones que también perjudicarán si no eliminarán ese turismo insostenible al que ellos adoran y por el que nos sacrifican a todos, sabiendo que la política del cemento y la tala es en gran parte responsable de este estado de cosas, este alcalde se obstina en ordenar la tala, con el escandaloso y estrepitoso silencio de Iniciativa per Catalunya i els Verds, mal llamados verdes que son decididamente amarillos, ya tan lejos de sus precedentes históricos del PSUC, de Ribó y de Vintró y de toda la izquierda que luchó contra esto.
Un vecino histórico del barrio me lo ha dicho por la calle. ¡Se ve desde Muntaner! La pobre montaña pelada. Esto ya no es contra los vecinos de Collserola, ni contra Sarrià Sant Gervasi, sino contra toda la ciudad, porque se trata del último pulmón verde de Barcelona, y se lo están cargando... para que construya Núñez y Navarro o ahora, para hacer una nueva montaña rusa. Qué patético será ver esa montaña rusa solitaria y abandonada en el desierto dentro de unos años, fantasma de una ciudad que se autodestruyó votando a una falsa izquierda, que enmudeció, con el beneplácito de los medios, mientras arrancaban esas hermosas encinas, con el pretexto de siempre, de que estaban podridas.
Como en la escena del evangelio que da nombre a esa colina, el diablo (inmobiliario) tentó a Jordi Hereu: "Todo esto te daré..." Dice el alcalde que Collserola es propiedad del consistorio. Un juez les da la razón. Tenía razón Stendhal en sus Chroniques italiennes, los españoles son primitivos, brutos y arboricidas y tienen una idea muy extraña de lo que significa el buen vivir. ¿Adónde irán esos políticos con sus riquezas cuando termine su mandato? ¿A un país con agua, lluvias y bosques?
Una amiga me recuerda que en Italia sienten nostalgia de Zapatero y añade que en Europa, salvo en los países nórdicos, no hay gobernante mejor. Pero en ningún país de Europa se permite este arboricidio, ni se glorifica el cemento como única inversión de futuro, ni se sitúa la educación en la miseria de que disfrutamos aquí.
Tiene que haber una manera de parar esto y hay que encontrarla. Tiene que haber algún político realmente verde y honrado en alguna parte. Tiene que haber una alternativa o una forma eficaz de resistencia.

miércoles, abril 16, 2008

Ruido y cemento

Foto: La fiesta de las esposas, Tokio, 1964 (Magazine Littéraire)
Ayer leí en El País Barcelona supera a Madrid en ruido ambiental. La noticia explicaba que ´Barcelona es una de las ciudades con mayor contaminación acústica de Europa, con decibelios muy superiores a los 65 que la OMS fija como límite de riesgo para la salud. Sin embargo, en la noticia se habla del tráfico, pero no se dice nada de las obras. En mi barrio, el estruendo de las obras supera con mucho al ya excesivo estruendo del tráfico. El ayuntamiento habla de un mapa del ruido que empezó en 2003 y sigue sin concluirse, y no dice, por ejemplo, que las obras están excluidas de todo control de decibelios en esta ciudad. Es decir, que si uno hace una fiesta ruidosa, pueden suspendérsela o multarle, pero en cambio, el ayuntamiento tolera ruidos claramente nocivos para la salud, el oído, los nervios, etc., si proceden de obras, y sólo limita el horario de éstas. Algo que sorprende muchísimo a los habitantes de otras ciudades del Europa y del mundo. Es un dato que ya he dado otras veces y no me canso de repetirlo porque me parece escandaloso y muy significativo: nuestro ayuntamiento vive de las obras, nada les importa el patrimonio arquitectónico, la identidad de la ciudad, el medio ambiente, la sequía, el ruido, la salud de los ciudadanos. Sólo el dinero que cobran. Y castigar, de modo especial, a los barrios donde no ganan las elecciones.
El domingo bajé a comprar té a los paquistaníes de la calle Sant Màrius y vi que iban a tirar otra casita, la última que queda en mi patio de manzana. Para construir otro de esos horribles edificios feos y quitar el verde, cambiándolo por aparcamiento. Los pájaros se irán a otro lugar. Los turistas también: esta ciudad se está haciendo invivible y con 7 horas nocturnas de restricción de agua, ¿quién querrá venir?
La foto es sólo un fragmento de belleza para consolarnos de todo esto.