miércoles, julio 30, 2008

De la crisis

Foto: I.N. Cabra en la corniche de l'Ardeche, 2008
Corren rumores terribles. Dicen que en octubre la crisis en este país será brutal, que caerán los bancos, que el Banco de España no podrá responder ante todos, que todas las entidades financieras han pringado con el ladrillo y los que no, sufrirán la morosidad generalizada. Dicen que si se supera esa crisis en octubre, habrá otra aún más fuerte en primavera. Yo no sé si esos rumores son realistas o alarmistas. No tengo forma de saberlo, excepto preguntar a los que saben. ¿Pero a quién creer?
Que España será uno de los países más afectados por la crisis ya se dice todos los días en los periódicos. Y era de esperar, lo sabíamos todos. Lo sabíamos cuando gobernaba el PP y basó toda la inversión en el ladrillo y el turismo barato. Lo sabíamos cuando el PSOE subió al poder y en vez de cumplir lo prometido, se apuntó al mismo carro (ni siquiera corrigió la política fiscal derechista del PP, que favorecía sólo a las grandes fortunas, ni cambió la proporción de inversión en investigación y en gasto militar). Lo sabemos ahora que siguen proponiendo medidas para paliar la crisis. ¿Qué se les ocurre? Invertir más en las inmobiliarias, que es lo que nos ha llevado al hoyo y lo que ha destruido el paisaje y el medio ambiente. Hablan de contener los salarios, pero NADA, ni una sola medida para contener los precios. Al contrario, nos avisan que van a subir más. Nada para corregir la injusticia de que los agricultores estén en la asfixia económica mientras los ciudadanos pagamos más por las verduras y frutas que en Francia, Italia o Alemania, pero cobrando sueldos menores.
Ante la crisis, que las grandes fortunas y las grandes empresas no pierdan, que los bancos ganen más, que las inmobiliarias no cierren: ésa es la política del PSOE. Que la gran mayoría de ciudadanos se apriete más y más el cinturón. ¿Pero cómo? Que coman comida basura, porque la llamada dieta mediterránea quedará lejos de su alcance. La incompetencia absoluta, unida a una política heredera de la del PP, salvo en las puras formas.
Y al mismo tiempo, pienso en lo que decía mi amiga ayer. Que en esos momentos de crisis económica suelen avanzar los derechismos más brutales, ¿y cómo protegerse, con Sarkozy, Merkel, Brown, Berlusconi en Europa, por no hablar de los americanos ni de Putin? De Obama, si no supiéramos, sólo con su agenda de viaje a Israel quedaría todo claro: de 14 horas, sólo 1 con el presidente palestino, y "apoyo total" al gobierno de Israel. Esto no se arregla.

viernes, julio 25, 2008

La destrucción insidiosa de la Barcelona verde

Foto: I.N., Carretera arbolada en la Provence francesa, de esas que ya no existen en nuestro país, 2008.
Se han cargado dos pequeños jardines o placitas más en Barcelona; eran dos puntos humanistas de sombra y verde en la horrible y siniestra Ronda del general mitre, junto a Escipió y a Homer. En la calle Bertrán, abajo, junto a otro pequeño reducto umbrío han excavado un agujero profundo y amenazador. Son tal vez los prolegómenos de un proyecto de intercambiador de metro que pretende llevarse todos los almeces de la pobre plaça Joaquim Folguera, pero además, probablemente ocurrirá como en la pobre (dissortada) plaça Lesseps: en los planos dibujan arbolado, pero al subir el terreno interior y bajar el nivel de la plaza no queda tierra para árboles, por tanto, será más cemento sin sombra para los ya sufridos y envilecidos ciudadanos.
La desgracia es que no existan instituciones que resistan, que Parcs i Jardins sean simples lacayos del ayuntamiento, al servicio del departamento de infraestructuras. Nadie cumple. Tampoco Iniciativa i els Verds, que han convertido su trabajo en pura y débil mascarada.
Por cierto, me he enterado de la razón de que poden los plátanos del Eixample en vertical, de forma que no den sombra. Por lo visto, es de nuevo una cuestión de dinero. Los árboles exigirían una poda frecuente y más leve, y Parcs i Jardins opta por podar mucho más radicalmente pero en espacios de tiempo mayores. Lo cual deja a los sufridos barceloneses sin lugares donde respirar en el ardiente verano mediterráneo. Eso donde no cortan los árboles.
Yo no me he rendido. No nos rendiremos. El proyecto de destrucción del Parc de la Ciutadella (para ampliar el edificio del Parlament y construir un gran aparcamiento... estos políticos obsesionados por los parkings y con antipatía por lo verde) está aprobado, al igual que la gran tala que preparan en la Diagonal y en Joaquim Folguera. Al dorso, un blogger dice algo importante: ¿Por qué los parlamentarios no usan el transporte público? Hay que destrozar el parque para alojar sus coches? Parece que además del gran negocio inmobiliario del ayuntamiento, hay además una obsesión por recuperar terreno para el cemento en cada pequeño o grande espacio verde de la ciudad. Seguiré batallando, aunque sea difícil. Tengo que hacerlo para no enfermar de indignación y tristeza.
Lo he dicho al dorso y lo repito aquí: leo las medidas y recomendaciones contra la crisis y se me revuelve el higadillo. El Estado ayuda a las inmobiliarias y pide a los ciudadanos que se aprieten aún más el cinturón, pero no hace nada para contener los precios o para evitar los abusos de los intermediarios que crean la paradójica situación de agricultores empobrecidos y usuarios pagando precios desorbitados. En Francia, en todas las carreteras comarcales y en algunos cruces de autovías, hay puestos de frutas y verduras, de gran calidad y a precios reducidos. ¿Por qué aquí no lo hacen los agricultores? Seguro que se lo prohíben: ¡hay que proteger a los intermediarios! ¿Pero para qué pagamos a esos políticos mafiosos?

domingo, julio 13, 2008

La destrucción de la ciudad y la mala memoria del país

Foto: I.N. La Diagonal en invierno, 2008
El viernes por la mañana, Albert Marjanedas me estuvo enseñando la historia documentada del Parc de la Ciutadella, ahora amenazado por el proyecto municipal. La historia de ese parque, que tras destruirse su siniestra función militar, fue maravilloso jardín romántico y el mayor espacio verde de la ciudad, es, desde Porcioles hasta hoy, una historia de dejadez y desidia, mala conservación, arbitrariedad y erosión. Ahora sólo se avecina el paso definitivo que acabará definitivamente con ese lugar aún hermoso, aunque terriblemente abandonado. El ayuntamiento planea ampliar el edificio del Parlament, construir un gran aparcamiento para los diputados y trasladar los museos de los magníficos edificios, que también correrán peligro, aunque sorprendentemente, es lo único protegido del parque.
Si todo el país es arboricida, Barcelona es pionera en ese movimiento, al parecer dispuesta a acelerar el proceso de cambio climático, a agravar la sequía y la contaminación, a arrancar los únicos elementos que palian esa contaminación, formentar el cemento y el tráfico, etc.
Ramon Oliva , el mismo paisajista formado en Suiza que, dejando aparte la labor de Forestier en la antigua Plaza de Armas y la dirección de Fontseré, diseñó los jardines, creó un parque muy similar en Valladolid, el Parque del Campo Grande. Allí se conserva intacto, incluso con las rocas volcánicas rodeando el lago que en Barcelona sustituyeron por un peligroso y poco práctico cemento, no sólo con árboles mayores dado el clima más propicio, sino porque la Junta de Parques y Jardines hizo lo que aquí nunca se ha hecho: inventariar lo que había en el parque para poder protegerlo. Aquí no lo hicieron y así pueden irse cargando a su antojo árboles y lo que haga falta.
En Barcelona, en este momento, que yo sepa, hay cinco planes antiverdes y muy graves del ayuntamiento insostenible que nos gobierna: Destruir toda la arboleda central de la Diagonal para que pase un innecesario y peligroso tranvía; "trasplantar" (es decir, en la práctica matar, puesto que el índice de fracaso de esos trasplantes es del 75%) todos los almeces -los hermosos lledoners que sombrean y humanizan un lugar azotado por el tráfico- de la plaça Joaquim Folguera para prolongar la línea 9 del metro; talar las encinas centenarias de la ladera del Tibidabo, en Collserola, el pulmón verde de la ciudad, para hacer una montaña rusa; continuar las obras del Turó Parc que ya se han cargado ocho árboles centenarios, y sigue; y finalmente, acabar con el único gran parque de la ciudad, la Ciutadella.
¿Acaso no hay ninguna institución que nos ampare? Aún hay ciudadanos conscientes de que ese es nuestro patrimonio, y no estamos dispuestos a dejar que lo destruyan sin protestar ni batallar. Sabemos que recoger firmas es inútil. Las 35.000 firmas recogidas contra el plan de la tala gigante en Collserola no han servido para que Hereu detenga su arboricidio ni le conceda un momento de reflexión, pese a tener toda la oposición (insólitamente; aquí no tenemos ni un solo político verde, y los que se llaman verdes son los peores y se callan siempre en estos casos) en contra. ¿Cuántas firmas necesitaríamos para detenerlos? ¿Un millón?
El sistema democrático implica contar con instituciones que puedan corregir o detener los abusos previsibles del poder. Instrumentos correctivos en manos de la ciudadanía. Pero en este país, no parece haberlos. Mientras los partidos pugnan y rivalizan por ocupar el poder, ¿quién protege a los ciudadanos de esos abusos? Prácticamente nadie. Tampoco los ciudadanos parecen conocer sus derechos y el antiguo miedo de la dictadura ha sido sustituido o enmascarado por un nihilismo: "no hagas nada, no servirá de nada...", me dicen.
¿No tendrá el Col·legi d'Arquitectes nada que decir? ¿Ni SOS Monumentos detendrá la posible destrucción de los edificios de la Ciutadella, sedes de museos que ahora trasladan? ¿A quién recurrir si Parcs i Jardins es sólo el equipo ejecutor de las talas y los simulacros de trasplante? El proyecto de Collserola y el del Turó Park están ya haciendo estragos y los demás están aprobados. Naturalmente, la regidora de Sarrià-Sant Gervasi (semáforo verde en La Vanguardia y enemiga de todo espacio verde y de la conservación del azufaifo) es una defensora de la tala de Joaquim Folguera (¡y dos o tres años de obras!) para un metro que nadie ha pedido o que podría llegar a otra estación, como padua o Molina, que ya están abiertas por obras y ya han sufrido talas y/o trasplantes.
Por otra parte, el ayuntamiento permite que el terreno del azufaifo se haya convertido en un vertedero urbano, con ratas y basura acumulada peligrosamente (suerte de la lluvia de ayer). Es más, los obreros de las obras vecinas tienen las llaves para arrojar ahí sus desperdicios, pero nadie entra a limpiar. Ese es nuestro ayuntamiento "de izquierdas". ¿Y qué le dejan a la derecha?
Mi barrio está tan sucio que es difícil andar sin pisar basuras. Nadie viene a limpiar apenas. El ruido de las obras es ensordecedor. Vivimos en un estercolero. Los que se van unos días por ahí, a ciudades europeas, sufren un shock al volver. Aquí sólo hay basura, ruido y circo (ahora moteros). ¿Adónde habrá que irse?
Aparte de eso, una nueva mala noticia sobre la memoria histórica de este país. Ayer, en páginas internas, casi ocultas, en El País, la foto de una fuente recién inaugurada por un alcalde gallego con la cabeza de Franco escupiendo agua. En el mismo reportaje se anuncia que retiran (ahora!!!! desde 1975...) los nombres franquistas de algunos centros de enseñanza, pero la Xunta no puede evitar que las calles sigan llamándose Carrero Blanco, por ejemplo, porque eso es cosa del ayuntamiento. Lo escandaloso de todo esto, que sería impensable en Alemania o incluso en Chile, es que El País lo considere una noticia pequeña y de poca monta. Y es que, como dijo Anna Miñarro, la "izquierda" en este país sigue en la posición de víctima, sirviendo al amo.