lunes, octubre 29, 2007

¿Qué esperamos de nuestros políticos?

Foto: Guillermo Aguirre, Gat d'un pati, 2007
Una amiga geógrafa urbana, más aficionada que yo a los sondeos me manda uno del Instituto Noxa para La Vanguardia que dice:
"Desciende el apoyo de los catalanes a la política de Zapatero hacia Catalunya.
La crisis del AVE no afecta electoralmente al PSC, que mejora sus expectativas."
Los sondeos hechos en este país siempre me sumen en una cierta perplejidad. No sé si la pura forma de preguntar y la falta de casillas para responder con propiedad es el condicionante. O si es que yo nunca comprenderé los misterios del electorado catalán, ni tampoco del español en general.
¿Qué creen los catalanes que teóricamente representa ese muestreo, es decir, la mayoría? ¿De verdad creen que nuestros políticos, es decir, el PSC y sus compañeros de viaje, no tienen responsabilidad por lo que está ocurriendo aquí? ¿Creerán también que son los magos de Oriente los que van a traernos el AVE?
Hoy he oído en la radio una descripción escalofriante del proceso de aceptación de un presupuesto (escaso) por la Administración para una obra importante, pasando por una cadena de subcontrataciones que acaba con trabajadores pagados miserablemente, sin condiciones de seguridad, sin que siquiera puedan comprender las instrucciones, puesto que son extranjeros, etcétera. Cada uno de los que subcontrata se saca una comisión. Y al final, el presupuesto real de la obra es tan insuficiente que si no se caen todos los túneles y los edificios será porque efectivamente existen los magos de Oriente y protegen a esos pobres catalanes ilusos, a quienes 26 años de mensaje victimista e irresponsable de CIU convencieron que la culpa de todo está siempre lejos, en Madrid, o como diría Lars Von Trier, en "el jefe de todo esto".
¿Qué espera entonces la gente -los catalanes del sondeo, que nos representan a todos- de sus políticos?
¿Es que nadie recuerda que nosotros les pagamos sus sueldos y dietas? ¿Acaso nadie sabe que un partido supuestamente de izquierdas debería estar del lado de los ciudadanos y no del mercado salvaje? ¿Acaso nadie sabe que cualquier partido debería defender la legalidad y detener esas irregularidades? ¿Que al recibir nuestro dinero contraen una obligación para con nosotros? ¿Que tienen la obligación de protegernos contra esos estafadores?
¿Y quién creen esos catalanes del sondeo, es decir, "nosotros", que debe corregir a los políticos?
¿Hasta qué punto tendrán que llegar esos abusos y malos tratos, esas grandes estafas, ese no funcionamiento de las infraestructuras y esos túneles que caen para que nos despertemos de nuestro sueño y dejamos de creer en los reyes magos? ¿Tendrán que caerse las casas de la gente y tendremos que morir asfixiados en el metro para que nuestro pobre electorado adormecido comprenda que todos los que gobiernan nos están estafando?
Más tarde...
No diré que no me he alegrado del plan que ha anunciado Cristina Narbona para recuperar el litoral, derribando edificios que han invadido el paisaje de la costa. Pero suena un tanto extraño que mientras se anuncia esto, no se detengan las numerosísimas obras pendientes en esa misma costa, por ejemplo, las 400 casas que se están construyendo en Cadaqués. Cada vez cuesta más creer en nada. Una vez, en un local religioso del Eixample, organizaban un cursillo titulado Tornar a creure, Volver a creer. Me parece que tendremos que hacer ese curso para creernos las declaraciones preelectorales de nuestros políticos.

miércoles, octubre 24, 2007

Un pequeño apunte sobre el cambio climático y nuestros políticos

Foto: Linda Danz, Central Park, 2007
Las declaraciones de Rajoy sobre el cambio climático son terribles, pero ellos pueden decir que son coherentes. El partido que nos gobierna declara exactamente lo contrario de lo que hace. Habla de sostenibilidad mientras da licencias para construir y construir, tala árboles urbanos y rurales, permite que sigan destrozando la línea de costa, crea muros de cemento que rompen los pasillos de ventilación natural de las ciudades, derrocha energía con iluminaciones excesivas, no protege el patrimonio arquitectónico, deja que se construyan edificios antisostenibles, sin ventanas, sin iluminación natural, que exigen un mayor consumo de energía, se niega a limitar el ruido que producen las obras. Permite que se destruya el verde de barrios enteros simplemente como castigo por no haberles votado. Se enfrenta a la voluntad de vecinos y asociaciones, como en Vallcarca, o en Esplugues de Llobregat, como en tantos otros lugares.
Y cuando los ciudadanos se deciden a dar la alarma porque se está destruyendo zonas verdes (y en Barcelona estamos muy por debajo de las recomendaciones de la OMS de porcentaje de zona verde por habitante), les desoyen y desprecian.
Siempre he pensado que, al menos, a los socialistas podríamos (y deberíamos) hacerles volver a la razón, recordarles que incumplen sistemáticamente sus programas y promesas (Con el PP y Convergència no hay nada que hacer, ya que simplemente desdeñan esas cuestiones). Pero resulta agotador. Sobre todo, porque nuestros políticos están acostumbrados a la pasividad de unos ciudadanos educados en el franquismo, y en lugar de mostrarse abiertos al diálogo y recordar que son empleados pagados por los electores, sólo muestran una arrogancia y un desprecio asombrosos, algo insólito en un país democrático. Lo peor es que alguna gente empieza a creer que vale más votar a la derecha. Lo peor es que nosotros, los ciudadanos, tenemos mucha culpa de que todo esto ocurra, ya que pocas veces nos decidimos a hacer nada. Y las instituciones nos reflejan. Me ha gustado leer cómo unos cuantos escritores regañaban al Defensor del Pueblo.
Habría que regañar también a la Organización de defensa del consumidor, que nunca ha hecho nada para protestar y contener los precios, como hacen en otros países, donde incluso organizan huelgas de consumo. ¿Para cuándo aquí un poco de osadía ciudadana?

martes, octubre 23, 2007

Todo al revés

Foto: Linda Danz, Olmo americano en Central Park, 2007
Supongo yo que nuestros políticos tendrán planeado irse a vivir al norte de Europa cuando acaben con estas ciudades nuestras, donde sólo quedarán esas ramitas escuchimizadas que ellos suman como árboles en su extraño cómputo.
En Esplugues proyectan acabar con lo que debía ser la entrada y la conexión de lo urbano con el parc de Collserola, construyendo un inmenso muro de cemento, rascacielos y viviendas de lujo. La flora y la fauna de Collserola se ven amenazadas, empeora el tráfico y ahuyentan a los vecinos hacia zonas todavía "más baratas", en esos procesos de gentrificación que nunca se acaban. Por otra parte, esos muros de cemento impiden la circulación del aire, esos pasillos de ventilación que una vez me contaba una arquitecta y urbanista que refrescaban las ciudades y que en València desaparecieron con la nueva marea de cemento. Ahora, hace falta mucho más aire acondicionado para soportar los veranos. Es decir, que mientras en el ámbito internacional, los arquitectos presentan proyectos donde la orientación y las condiciones naturales de los edificios promuevan la aireación natural, el aprovechamiento de la energía solar y reduzcan la necesidad de consumir calefacción y aire acondicionado, aquí se trabaja en dirección contraria. Obviamente, la gentrificación se produce en todo el mundo, sólo que en Europa y en el mundo anglosajón, se protegen los árboles y el patrimonio arbóreo. Aquí, no.
Copio algunos extractos de la revista contra el Pla Caufec:
Un pulmón metropolitano en peligro. Las asociaciones de vecinos en Esplugues llevan años intentando parar un plan llamado Caufec, que aumenta en un 780% la edificación permitida desde 1976. Directivos de Fecsa, junto con Sacresa (propiedad de la familia Sanahuja, famosa por la aluminosis del Turó de la Peira), Florentino Pérez son algunos de los socios. Hay dos contenciosos-administrativos y un recurso al Tribunal Supremo. Además, se enfrentan a un masover de 65 años, Pep de Can Oliveras, cuya familia lleva 150 años viviendo allí: dicen que Sacresa le ha cedido una casa, "en condiciones mafiosas".
Las AAVV se oponen al plan, cortan el tráfico, publican una revista, se encadenan... El Ayuntamiento ni les recibe, ni les escucha (las costumbres democráticas de este país). Según dicen, les han cacheado en los plenos, les arrancan los carteles, les multan, les detienen, etc.
La excusa para esa gigantesca urbanización es el soterramiento de las líneas eléctricas. 600 viviendas de lujo y alto standing, otro proyecto de "gentrificación" que ahuyenta a los vecinos del lugar. Edificios gigantescos (300 plantas en 34 edificios; 234.000m2, casi el 11% de la edificación de Esplugues), y sobre todo, la tala de toda la arboleda existente y la desaparición del pulmón metropolitano. La zona debía ser la entrada al Parc de Collserola, pero se convertirá en un muro de cementpo. Además, destruye el patrimonio arquitectónico: ya han derribado edificios que estaban catalogados en 1984 (Can Casas, Can Tomba, Cal Biel). El impacto ambiental sobre Collserola es importante, fauna y flora amenazadas.
El PSC sigue gobernando en Esplugues, en mayoría absoluta, pese a que en 1998, el alcalde ya dimitió, acusado de prevaricación en asuntos urbanísticos. La sentencia le inhabilitó para sus funciones durante 8 años.
Ya han empezado a talar árboles y van muy deprisa. Más información en http://www.noalplacaufec.net/

domingo, octubre 21, 2007

Pasqual Maragall, la memoria, lo que ocurrió aquí

Foto: I.N., Camino en Čortanovci, 2007.

La noticia de la enfermedad de Pasqual Maragall me produce tristeza. En el fondo, me gustaba la idea de verle ocupar algún cargo en alguna parte, leer sus opiniones de vez en cuando. Sé que no ha sido un político "convenient", como dicen los anglosajones. Yo nunca he votado a su partido. Pero seguramente es el último político culto y literario que hemos tenido en este pobre, zafio país, y que nunca tendremos.

Dicho esto, a aquellos que creen que exagero por mi maximalismo, a los que dicen que más vale pasar página o que Franco se ocupó de los pobres y que el comunismo fue peor, a los que vivieron el franquismo con placidez, a los que no han escuchado ni quieren escuchar testimonios como el de esa mujer en el cementerio de Pere Lachaise filmada por Heddy Honigmann, que se siente acogida en Francia y nunca volverá a España porque se moría de hambre, porque veía cómo ejecutaban camiones enteros de disidentes y cómo los curas disparaban el tiro de gracia. Lean la entrevista a Ramiro Pinilla de ayer en el Babelia. La copio aquí abajo
ENTREVISTA: Ramiro Pinilla "El franquismo contó con la posguerra para asesinar impunemente" ANDER LANDABURU 20/10/2007 Mientras prepara una obra policiaca sobre un inspector subyugado por la novela negra norteamericana, se reedita Antonio B. El Ruso, ciudadano de tercera, sobre la España de hambre y miseria. A sus 84 años, Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) sigue escribiendo con la ilusión de un principiante.
La razón fue la denuncia social. Por si algún español no sabía cómo era esa España
PREGUNTA. En Antonio B. El Ruso, ciudadano de tercera, se sale de Getxo, de los Verdes valles, de la represión franquista de La higuera, y se va a esa España, ruda, de hambre y de miseria, ¿cómo surge este libro?
RESPUESTA. Este libro en cierto modo es también memoria histórica. Es un recordatorio, pero no antifranquista, sino antiespañol. De esa "España eterna", como ha sido siempre para recuerdo de todos. ¿Cómo surge? Pues porque un amigo de Bilbao un día me llama y me dice: "Oye mira que hay un individuo que tiene una vida muy azarosa y que quiere que alguien se la escriba". Hablé con él. Se llamaba Antonio Bayo y me di cuenta de que procedía de un submundo miserable e injusto de la zona de las Cabreras en León. Y así empezó. Venía todos los días a mi casa de Getxo a contarme su historia. Para él un libro era una cosa sagrada, un libro nunca podría mentir. Durante un mes largo, al describirme toda su peripecia, me di cuenta de que aquello no podía ser inventado y menos por él, que no tenía ni pizca de imaginación pero sí una inmensa memoria.
P. ¿Quién era El Ruso?
R. Es producto de su época, conjuntamente de un lugar tremendo, donde tuvo la desgracia de nacer. Cuento una anécdota para que se vea qué lugar era ése, qué remota aldea dentro de esa España cutre y miserable. En cierta ocasión, corría el año 1944, en pleno franquismo, al gobernador de turno se le ocurrió hacer un viaje, digamos una especie de "safari" para ver cómo eran "sus" tierras. Fue hasta la Cabrera Baja. Llega con jeeps y con la Guardia Civil, aparcan en la aldea, y lo primero que hacen los habitantes del pueblo es acercarse con miedo a los vehículos para llevarles brazadas de hierba y de paja y depositarlos ante los morros de los jeeps. Aquella gente no solamente era pobre, es que no sabía nada del mundo, es que no había visto un coche en su vida.
P. En esa época hubo muchos miserables como El Ruso.
R. Lo que pasa es que El Ruso era un rebelde y desde niño empezó a robar. Con diez años una vez comulgó siete veces. Un día de comunión probó la ostia, le gustó, dio la vuelta y volvió una y otra vez, hasta en siete ocasiones, hasta que el cura se dio cuenta y lo sacó a patadas. Es decir, tenía hambre y quería comer, los demás se doblegaban, se resignaban, él no.
P. El hambre le convierte en personaje desequilibrado, osado y hasta valiente.
R. Él se rebela, él quiere comer, y que le dejen en paz. Lo que asombra es la acumulación interminable de las cosas que le ocurren. Lo que es impresionante es cuántas pruebas resiste, cuántas torturas, cuántas persecuciones. Es decir, capítulo por capítulo, son diez vidas. Le encierran en el cuartel de la Guardia Civil, en el trastero del juez, luego en cárceles y hasta en manicomios.
P. Sí, pero los que no comían también tenían miedo.
R. Los que no comían tenían un miedo terrible. Los que no robaban realmente se morían de hambre. Se morían de hambre o robaban mejor de otra forma. Antonio, de niño, eso lo veía, como veía cómo el cura del pueblo pagaba con un puñado de patatas a su madre por sus servicios sexuales. La suya fue una trayectoria que no podía acabar de otra forma.
P. ¿Por qué decide escribir la historia de Antonio, se sale del mundo literario de sus novelas, de la ficción? Es una excepción.
R. Sí. La escribí en 1972 pero se publicó en 1977. La razón fue la denuncia social. Por si alguien, algún español, no sabía cómo era esa España. Esa España de siglos pasados, con la que algunos se llenan la boca ahora, con un pueblo humillado, aplastado por las instituciones, la Iglesia, la policía, los jueces, el militarismo. Eso es lo que yo quería reflejar.
P. Denuncia social distinta de la de su último libro La higuera.
R. Sí, son dos niveles muy distintos, son dos denuncias. En La higuera denuncio los crímenes del franquismo. Los dos bandos hicieron barbaridades pero con la diferencia de que la República intentó contener éstas. El franquismo contó con la guerra y con diez o quince años de posguerra para asesinar impunemente, "legalmente", ésa es la diferencia. Entonces, La higuera es una denuncia, un recordatorio para generaciones que aún no se les ha contado qué ocurría cuando esta gente entraba en un pueblo y empezaba a matar, a asesinar, a "dar paseos" a todos los "rojos". Eso hoy apenas lo saben las jóvenes generaciones.
P. Dos formas de amnesia colectiva, de la memoria política y de la memoria social.
R. Que es más larga. Y que viene de atrás, porque hay muchos más años de hambre que de represión violenta, como la primera década del franquismo.
P. Y memoria literaria en Antonio B. El Ruso.
R. Es claro, porque aquí yo no interpreto nada. Me retiro y le dejo al otro que lo cuente. Es "el lenguaje invisible". Es la ausencia premeditada del escritor. El libro se explica por sí mismo, y el autor desaparece.
P. ¿Y por qué aceptar escribir esta historia?
R. Como una excepción, una originalidad, un cambio de registro y, sobre todo, una necesidad de denuncia.
P. ¿Cómo muere Antonio?
R. A los 45 años en Galicia en el pueblo de su segunda mujer. Riñe con la familia de ella, y en cierto momento Antonio esgrime una escopeta, va a buscar a alguien a una cuadra, ese alguien se defiende con un tridente y se lo clava. Le operaron del hígado, quedó mal y a los meses murió.
P. ¿Y su novela policiaca?
R. Se publicará dentro de un año. Es la historia de un inspector subyugado por la novela negra norteamericana y que a su vez escribe obras policiacas. Ha escrito más de doce y se las han devuelto todas. Descubre que él no tiene imaginación. Sin embargo, el recuerdo de un crimen pasado le transforma en investigador y empieza a hacer investigaciones, interrogatorios a sospechosos. Han pasado diez años del crimen, él lo retoma y el pueblo empieza a recordar de nuevo aquel asesinato.

martes, octubre 16, 2007

Prensa

Ilustración: He recibido este bonito anuncio del Times Literary Supplement. Ya sé que es publicidad, pero me gusta mucho ese árbol de libros, tan apropiado para mí, que me tienta renovar la vieja costumbre de subscribirme, aunque ¿cuándo lo leeré? Leo a trozos el Granta que aún recibo... y ya dejé The New Yorker...
Hace dos días, mi amiga Erika Bornay me recomendó el artículo de Xavier Vidal-Folch en El País sobre el "asunto Frankfurt" y lo cierto es que coincido por completo. Creo que vale la pena su lectura.
Hoy he visto un artículo del siempre interesante Vicenç Navarro donde se queja del sesgo neoliberal de la prensa de este país, y de esa extraña mentalidad de los españoles, que valoran a Solbes por encima de otros líderes sin darse cuenta de que España está en el vagón de cola del gasto social europeo y que incluso Gordon Brown es izquierdista comparado con sus medidas políticas. Léanlo, por favor. Navarro es el único que habla de las cosas por su nombre en el terreno económico y que siempre me hace pensar en las palabras del desaparecido John Kenneth Galbraith de que en la actualidad, izquierdas y derechas sólo se distinguían en la inversión social y en educación y que la seguridad social y los servicios públicos deben ser deficitarios por definición. Todo eso ha desaparecido con él, al menos por estos lares (no en Suecia y en los países nórdicos, donde yo debería vivir si no fuese por el frío y porque no conozco sus lenguas).
También leo que España es el segundo país preferido por la inmigración y eso me hace pensar nuevamente en la cuestión del velo y de la necesaria laicidad que no tenemos. Si no nos decidimos a acabar con esta semiconfesionalidad y no rompemos ese acuerdo tan injusto con la Iglesia católica, que tan responsable fue de la represión franquista, no tendremos argumentos para frenar el asunto del velo y dentro de un tiempo habremos renunciado o retrocedido en las conquistas de los derechos de las mujeres. Había un artículo de Soledad Gallego-Díaz sobre el velo hace unos días en El País, muy atinado a mi modo de ver.
En cuanto al rechazo de Mayor Oreja a condenar el franquismo y sus declaraciones de que se vivía plácidamente no son ninguna sorpresa. Esa derecha no es demócrata y puede seguir defendiendo un régimen ilegítimo, instituido por la fuerza contra la voluntad popular manifestada en las urnas, con el apoyo de Hitler y Mussolini, y en este país esas declaraciones son asombrosamente legales y toleradas. Se persigue a quienes queman una bandera o una foto del rey, pero se permite que alguien defienda las atrocidades del franquismo y siga en la política activa.
Alguien me ha llamado maximalista por mis opiniones, tal vez lo sea (yo prefiero que me llamen radical, no significa mucho en un país de tibios), pero es un hecho que el franquismo nunca fue derrotado, nunca perseguidos sus responsables, nunca hubo una ruptura clara, a diferencia de lo que ocurrió en Europa, y por eso seguimos como seguimos, Y también por eso, y por la ignorancia tremenda que supuso ese silencio, la gente no se entera del significado de las medidas de Solbes o la diferencia de lo que propuso Caldera, por ejemplo, aunque fuese por la proximidad de las elecciones. De la misma manera que la gente confunde el clima y la pereza generalizada con la calidad de vida cuando insiste en que en este país "se vive muy bien". Basta ver el índice de endeudamiento, las hipotecas, los precios de la vivienda y de los productos básicos y compararlos con los sueldos y a su vez con los europeos para comprender que aquí se malvive (excepto los poseedores de grandes fortunas y los banqueros, naturalmente).
Y volviendo al azufaifo, ayer bajé de casa a comprar pilas para el ratón inalámbrico, que se había muerto sin reserva, y fue como si lo hubiera propiciado la famosa providencia de los cristianos. Vi un camión grúa con unos operarios que intentaban colgar unos alambres de las ramas del azufaifo. "¡Oiga, alto, ahí no! ¡Ese árbol está protegido!" exclamé yo. Iban a colgar las luces de Navidad. Tuve que llamar a la Guardia Urbana, a Ninca, que vino con la documentación, a la peletera que organiza las luces y que, por suerte para nosotros, es partidaria de preservar el árbol. Y logramos arreglar la cosa, aunque no fue fácil. Más tarde, el ingeniero técnico agrícola que nos ha ayudado en esta batalla me dijo que un alambre puede matar una rama, con el roce. Una hora en la calle. Así cualquiera trabaja.

lunes, octubre 15, 2007

15 octubre, Acción blog: historia del azufaifo

Ilustración: Nico de Querol ha retratado así a nuestro ginjoler. Esperemos que inaugure una campaña de dibujos infantiles para defender al árbol de la calle Arimón.
El 15 de octubre es el día de acción de los blogs y se dedica al medio ambiente. Voy a sintetizar aquí nuestra campaña para salvar al azufaifo de la calle Arimón.
En Barcelona, los espacios verdes por habitante están muy por debajo de lo que aconseja la OMS. La construcción es el negocio en alza y está destruyendo la ciudad, como ha destruido la costa y gran parte de este país, sin que ningún gobierno se decida a ponerle coto. Un indicio claro: en Barcelona, hay una normativa contra el ruido y los excesos auditivos, pero esa normativa no afecta a la construcción. No es un hecho casual: la construcción sigue siendo la fuente principal de financiación de nuestros ayuntamientos.
En mi barrio, la mayoría de espacios verdes eran privados. Era un barrio frondoso, lleno de pequeñas casitas con jardín (y también mansiones). Unas y otras han ido cayendo bajo la piqueta para construir bloques de arquitectura mediocre y sin gracia, sólo para especular. La sombra y la quietud de árboles y pájaros se han visto sustituidas por polvo, grúas y ruido.
En mi patio de manzana, estaban tirando todas las casitas y al caer la penúltima resultó amenazado un árbol precioso, magnífico, que sobresalía y daba sombra a la calle y llenaba la acera de flores y frutos pegajosos. Era un azufaifo, Ziziphus jujuba, especie frutal originaria de China que trajeron los árabes a este país y cuyo nombre forma parte de la cultura en expresiones diversas. Su madera sirve para fabricar instrumentos de viento, y por su resistencia, se usó en otros tiempos para construir barcos.
Una editora vecina se unió a mi denuncia a través de mis blogs y empezó la recogida de las 1.500 firmas, y luego un abogado preocupado por el patrimonio, y un ingeniero técnico agrícola. Yo empecé a escribir a todo el mundo, un escritor famoso nos dedicó un artículo, la más selecta prensa de opinión y noticias empezó a hacerse eco, un arquitecto influyente pidió con nosotros que hicieran una plaza, salimos en distintas televisiones y radios, intelectuales conocidos se manifestaron a favor nuestro y muchos otros bloggers se unieron a la campaña. Descubrimos que la licencia se había concedido con información mixtificada. Gracias a nuestra protesta, el ayuntamiento decidió que no lo talarían, sino que lo trasplantarían. Nosotros presentamos informes de expertos donde se demostraba que el trasplante era un riesgo mortal para el árbol, que si sobrevivía a la poda rigurosa que habría que hacerle para sacarlo de la calle, nunca jamás recuperaría su forma ni sus dimensiones de ahora. Descubrimos que era un árbol bicentenario y que en toda Europa no hay documentado otro tan grande ni tan hermoso. Además, el azufaifo es el árbol más sostenible que existe, resistirá a la sequía que vendrá, extendiendo sus raíces profundamente. Como nos contó un luthier de Vilanova, es el árbol del confín, donde Mahoma tuvo la revelación y según el Corán, más allá del azufaifo sólo está dios. En Persia era el árbol del amor y en Italia, cuando uno se enamora se dice que ha bebido il brodo delle gíuggiole. La música popular catalana se toca con instrumentos hechos con azufaifo. Al fin, nos prometieron que protegerían el árbol in situ.
Ahora bien, la amenaza para el árbol no ha terminado. El ayuntamiento, dividido entre disensiones de los distintos partidos que lo gobiernan, ha decidido construir. Nosotros intentamos saber a cuántos metros, porque según los expertos, el cemento compacta la tierra y asfixiaría las raíces del árbol, que moriría en pocos años. Y si una máquina se acerca, podría cortar sus raíces y matarlo de forma inmediata. Sabemos que en Europa, a un árbol venerable como éste se le protege y no se construye a 500 metros. Aquí, ni siquiera quieren reservarle el terreno de 30 x 10 donde se halla. Dicen que acceder a nuestras peticiones sería un precedente peligroso. Y nosotros pensamos al contrario: ahora tienen la oportunidad de demostrar que les importa crear una ciudad sostenible, que no siempre toman partido a favor del mercado inmobiliario, que alguna vez también pueden favorecer a los árboles. Dicen que éste es un barrio privilegiado y se equivocan. Es cierto que en este barrio hay ricos, pero también hay muchísimas personas que a duras penas llegan a fin de mes, jubilados con alquileres antiguos y pensiones escasas, gente joven que comparte pisos, etc. No hay equipamientos municipales, ni bibliotecas ni instalaciones deportivas, ni apenas transportes públicos. Pero sobre todo, lo más grave es que los espacios verdes desaparecen a toda velocidad y que la contaminación y la degradación del paisaje es cada día más aguda. Otro argumento es que en este barrio gana tradicionalmente la derecha. ¿Pero qué hace la llamada izquierda por este barrio? Castigarlo por su supuesto voto de derecha. Así difícilmente cambiarán las cosas... Y por extraño que parezca, las autoridades del Distrito parecen contrarias a nuestra reivindicación.
El pasado 16 de septiembre organizamos, con la ayuda de un editor y poeta, un recital de poesía, la Festa del Ginjoler, con cartel de Aurora Altisent, en la que participó un montón de poetas y músicos a favor del árbol. Toda nuestra calle se ha llenado de trapos verdes, gracias a la iniciativa de un restaurador del barrio. En la esquina donde colgamos los recortes de periódico y las noticias del azufaifo, la gente se para a leer y a comentar mientras admiran nuestro magnífico azufaifo. Volem la Placeta del Ginjoler!

viernes, octubre 12, 2007

Discusiones y pensamientos en el día de la hispanidad

Foto: María Zambrano
El otro día discutíamos de un libro que incluye la palabra España en el título. Aunque el libro va destinado a un público europeo de estudiantes de español, o de castellano, es probable que también se venda en otros lugares del país, pero lo tendrá más difícil en Catalunya. Todos aquellos con quienes lo he comentado están de acuerdo en que aquí, ese nombre aún suscita rechazo. Mi amiga madrileña no lo comprende, cree que forma parte de cierto fanatismo nacionalista catalán.
Pero yo creo que es otra cosa. Aquí, el franquismo nunca fue derrotado, como se derrotó el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia y el colaboracionismo se condenó en Francia. Aquí hubo silencio y tras los cuarenta años de dictadura, otro pacto de silencio. Y ellos, los franquistas, se habían apropiado de ese nombre, esa bandera, ese himno... que ni siquiera han cambiado en lo esencial. Y pese a que el mito de una Catalunya enteramente republicana que luchó contra Franco sólo es un mito, ya que la burguesía catalana apoyó en gran parte al franquismo, exceptuando a sus sectores más ilustrados e intelectuales, lo que sí es cierto es que la lengua y la cultura catalana fueron perseguidas, hasta extremos ridículos e inimaginables, como demuestra el libro de Josep Benet Catalunya sota el règim franquista. Heredamos demasiadas cosas del franquismo, no sólo bandera e himnos, sino también instituciones como la monarquía. Nunca hubo un referéndum para preguntarnos si queríamos la monarquía. De manera que el nombre de España sigue demasiado vinculado a la España franquista y no a aquella esperanzadora España republicana.
Por otra parte, como escribió María Zambrano, la identidad de España se inscribe sobre el genocidio y la exclusión, la matanza de indios que conmemora este día, la expulsión de los judíos y los árabes. Y no por azar los españoles (Zambrano dixit) renunciaron a hacer historia y a hacer filosofía. No pensar, no hablar, enterrar... y propiciar el analfabetismo.
Yo escribo en castellano, no puedo evitar sentirme vinculada a la lengua de Cervantes, la de García Lorca, a mi antepasado Nicolás Salmerón, a las literaturas latinoamericanas. Es mi lengua materna y mi lengua literaria, aunque haya trabajado y traducido también al catalán como lengua de destino y aunque siempre haya simpatizado y apoyado esa lengua (pero no a cualquier precio, no al precio de abandonar lo social, lo educativo, lo ambiental todo, para preocuparse sólo de la lengua y las reivindicaciones nacionales, como hizo CIU en sus 26 años de gobierno, y ERC parece dispuesta a seguir sus pasos).
Pero comprendo que la imagen de España sólo podría recuperarse desde aquí si hubiera una ruptura clara con ese pasado y no tímidos intentos, siempre light.
Y esa ruptura no afecta sólo a "lo español", sino que afecta también a nuestros políticos catalanes. Por ejemplo, construir el Fòrum sobre el Camp de la Bota, donde (ayer me lo recordaba un amigo) llegaban camiones y camiones repletos de presos republicanos que eran fusilados allí. Enterrar ese recuerdo, intentar borrarlo en lugar de levantar un memorial, como se habría hecho en cualquier país de Europa, es un gesto terrible, que nunca ayudará a este país a recuperar la salud ni la cultura. ¿Qué identidad queremos construir, si enterramos el drama principal ocurrido aquí?
Hubo una España republicana. Hubo un Madrid que luchó contra Franco y fue bombardeado. Hubo muchos españoles que murieron en los campos o fueron al exilio con tantos otros catalanes. Con ese país que intentaba corregir su pasado terrible e inaugurar una época de conocimiento y educación (la República construyó más escuelas y bibliotecas en su corta existencia e invirtió más dinero en ellas que nunca antes ni después en este pobre país, y trabajó seriamente para fomentar la lectura y la cultura entre los trabajadores), de arquitectura progresista, de feminismo, de artistas de las vanguardias, de médicos innovadores, de pedagogos revolucionarios, de Universidades llenas de intelectuales brillantes. Con ese país y esa identidad quisiéramos reconectar algunos. Pero no nos lo ponen fácil...
Por cierto, que al parecer, este año, el día de la cruel hispanidad coincide con el fin del Ramadán, esa fiesta que celebran los musulmanes en el fin del ayuno y que en París, el IMA suele celebrar con conciertos interesantes...
Y volviendo a mi tema de los árboles, un amigo me trajo ayer un artículo de Le Monde que habla de árboles, del castaño que dio esperanza a Anna Frank. Espero que pueda funcionar el link. Les arbres pleurent aussi, par Laurent Greilsamer. Ojalá lo leyeran nuestros políticos municipales, tan insensibles a los árboles.

miércoles, octubre 10, 2007

Desolación

Foto: Carles Torres, a los 2 años, frente al azufaifo de la calle Arimón, 1927 (cedida por Conxita Torres). Esa frondosidad exuberante ya no existe en ningún lugar de este barrio y al paso que vamos, pronto no quedará ni una hoja.
Mientras espero que me confirmen las malas noticias que rodean a nuestro pobre azufaifo bicentenario, y me lamento de su mala suerte de nacer en un país arboricida, que prefiere acelerar su desertización construyendo y talando y destruyendo para siempre su paisaje y toda posibilidad de aminorar la sequía, voy por la calle y al intentar comprar lo que me falta, maldigo también mi suerte por haber nacido en este país y no haber sabido instalarme en otro.
Ayer leí a un afortunado blogger catalán que se ha ido a vivir a Berlín y cada vez que sale del supermercado comprueba que lo que en Barcelona le costaba 45 euros, allí no pasa nunca de 20. Y lo digo consciente de que los traductores siguen cobrando allí mucho más que aquí. Y no digamos los críticos literarios, lectores editoriales, etc. Lo de aquí es una vergüenza. Es infame que esos políticos que nos gobiernan se autodenominen izquierda pero pasen olímpicamente de los ciudadanos e ignoren la problemática social, que no hayan intentado nunca contener los precios, que hayan permitido que la vida cueste mucho más aquí que en el resto de Europa. De vez en cuando, los periódicos publican las cifras de endeudamiento de los españoles, que alcanzan niveles dramáticos, pero todo sigue como si nada. Y los Bancos se enriquecen a nuestra costa.
Ciertamente París y Londres son ciudades caras, pero su volumen de negocios y oferta cultural es muy superior al de esta pequeña ciudad costera y provinciana, y naturalmente, la gente también gana más allí por el mismo trabajo.
Unos amigos me contaban el otro día que este verano alquilaron una casa en el Périgord francés, una casa de piedra, grande, ajardinada, en un pueblo bonito y tranquilo. Pues bien, la casa les costó no sólo más barato que en Catalunya, sino también que en Asturias. Por otra parte, salían a comer en lugares caseros pero siempre con cocina esmerada y fresca y de vez en cuando se regalaban en un buen restaurante. Ambas opciones les salían más baratas que en Barcelona o que en cualquier lugar del interior o la costa de este pobre, engañado país.
Para consolarme, veo de vez en cuando Arte tv, y me siento protegida por la lengua francesa y la alemana. Hoy he visto, mientras desayunaba, un fragmento del magnífico reportaje germánico, reflexivo y de hermosas imágenes sobre las ruinas de La Habana, entrevistando a gente que las habita, orgullosa pero consciente de la agonía de todo lo que allí muere. Lo malo es que, cuando la restauren, será para llenarla también del horror que todo lo adocena.
He luchado por acortar y sintetizar mi reseña de la espléndida biografía de Melville de Andrew Delbanco en el nuevo espacio reducido de La Vanguardia (a mi alrededor, todo se reduce como las figuras de Giacometti, incluso las tarifas por mi trabajo, excepto el precio creciente de todo lo que tengo que comprar), y una vez entregada, asombrada por haber conseguido decir algo y pesarosa por todo lo que no me ha cabido, voy a leer el libro del malogrado (tal vez bernhardiano) suicida Jorge Baron Biza, también para el Cultura/s, con frase de Vila-Matas en la contraportada.
Mi pesimismo crece. Si encontrase una manera de escapar, no volverían a verme el pelo por estos lares. Y digo esto rodeada de estruendo de obras y de las grúas que han sustituido a los árboles en la Barcelona del tripartit. Ni siquiera creo en la lotería. Todavía hay alguien que me llama y me dice, antes que nada: "No te preocupes, Bel. Yo me haré rico y tú no tendrás que preocuparte de nada..." La verdad es que al menos me hace reír, con su canción de cuna de música financiera.

martes, octubre 09, 2007

Premio Blog Solidario

Aleksander Nagi me mandó este premio y yo no supe colocarlo antes. Aquí está...

lunes, octubre 08, 2007

El muro de la lectura

Foto: I.N., El muro de la lectura, 2007
En la esquina de nuestra proyectada plaza del azufaifo, rodeada de la alambrada donde ondean banderolas verdes, en nuestra particular Speakers Corner silenciosa, los vecinos se paran a leer los carteles de artículos, el plano de la Plaza que él Ayuntamiento proyectó en 1977, un artículo de Vila-Matas en El País, otro de Oriol Bohigas en El Periódico, uno de Oriol Pi de Cabanyes, dos de Francesc Arroyo, uno de Agustí Fancelli, alguna respuesta de Imma Mayol, y las noticias últimas, junto con la placa fotográfica que hizo Isaias Fanlo de la Plaça del Ginjoler.
Pero seguimos sin saber nada de la Plaça del Ginjoler, los vecinos preguntan y corren rumores pesimistas. En la revista del de distrito, la regidora promete hacer muchas guarderías. Es curioso que pretendan hacer una guardería (si es cierto uno de los rumores) en la única calle donde hay una, en lugar de concertarla. O que haya que construir y matar un árbol para hacerla, mientras las escuelas públicas no pueden ofrecer una hora o dos de guardería a los padres que trabajan y no pueden llegar a las 5 de la tarde. La casa por el tejado. En lugar de mejorar y consolidar lo que ya hay, construir más, y contaminar más, para que los niños que ya circulan por esa calle y van cada día al colegio en esa calle, respiren peor.
Los dueños de la colchonería, que suministran colchones a todo el barrio y han visto caer todas las torres y recuerdan los jardines, me cuentan que un cliente amigo del constructor Supportis mantiene que va a construir dos viviendas apareadas en vez de seis y sin aparcamientos subterráneos, dejándole un recuadro pequeño al árbol. Otra señora ha oído que van a hacer dos edificios pequeños para guarderías.
Durante el franquismo, cuando soñábamos con un país democrático, no imaginábamos que la falta de educación y preparación, la ausencia de cultura democrática y de escucha y reflexión pervertiría de esta forma las decisiones y la práctica. No sabíamos que importarían más las apariencias que la realidad, que nuestros políticos preferirían estrenar leyes sin poner los instrumentos necesarios ni el dinero para que se cumplan, que preferirían abandonar las infraestructuras existentes e inaugurar siempre otras nuevas, aunque eso suponga destruir la ciudad, empeorar la calidad de vida, perjudicar el medio ambiente y malgastar el dinero público. Que montarían campañas de participación anecdótica (en la revista municipal hay una viñeta con Hereu sonriendo ante las propuestas absurdas y caprichosas de ciudadanos infantilizados) y no escucharían ni informarían a los mil quinientos vecinos que han firmado en favor de una plaza del azufaifo.
Una plaza entera, en todo el solar, de 30 x 10 metros, para que la zona radicular del árbol siga recibiendo el flujo de agua y aire que necesita. No un parterre rodeado de cemento para acelerar su muerte.
Entre tanto, además de pedir hora para hablar con quienes deciden, he vuelto a escribir a Imma Mayol.
Benvolguda Sra. Mayol:
Els veïns -ja són mil cinc-centes signatures- ens pregunten per la Plaça del Ginjoler. Corren rumors de tota mena. Al districte, mai no ens han reconegut que aquest terreny fos municipal; al contrari, sempre han insistit que era propietat privada.Generalment, són els representants dels districtes qui defensen els interessos dels ciutadans contra planificacions generals de l'ajuntament. En aquest cas, estranyament, passa exactament al contrari.
Com vostè sap, a Europa, no es podria construir 500 metres al voltant d'aquest arbre venerable. Aquí, només els demanem 300 metres. Sabem -perquè els experts ens ho han dit- que, si construeixen -pisos o equipaments- al terreny on és l'arbre, aquest ginjoler morirà, si no immediatament, al cap d'uns anys.
Podria ser que, per primera vegada, l'ajuntament oferís un exemple de política sostenible i verda? Podria ser que no sempre guanyés el mercat immobiliari?
Esperem que ens confirmi que hi ha bones notícies per al ginjoler bicentenari, l'exemplar documentat més gran d'Europa.
Gràcies

Noticias de otras talas

Foto: I.N., abedul con pruno detrás, Vojvodina, Serbia, 2007
Cuando te ocupas de un árbol, llegan siempre noticias de otras talas, sobre todo en esta pobre ciudad nuestra que, con ayuntamiento "de izquierdas", está completamente entregada al mercado y la especulación. A nadie parece importarle el cambio climático en nuestro ayuntamiento. A nadie parece importarle que la contaminación crezca, que el oxígeno disminuya, que la sequedad aumente y que desaparezca la belleza allí donde aún queda. Toma el dinero y corre sigue siendo el lema. Y eso sabiendo que con los otros -CIU y PP- sería aún peor.
No es sólo Barcelona, es Catalunya (que ya fue destruida, desecada, contaminada, abandonada, descontrolada en los purines, masacrada por autopistas que podrían haber sido trenes... en tiempos de CIU) y es toda la península (no incluyo Portugal).
Me hablan del ya tristemente célebre Plan Caufec, en Esplugues, que pretende construir doscientos treinta mil metros cuadrados donde antes sólo podían construirse treinta mil, cargarse Les Oliveres, árboles y campos, paisaje humano, gracias de nuevo al ayuntamiento del lugar, que ayuda a enriquecerse a la familia Sanahuja. Hace dos años que los vecinos protestan... en vano.
La única Tala que soporto es el maravilloso libro de Bernhard, donde su narrador despotrica e insulta a su alrededor para sí, en su brillante monólogo, sentado en su sillón de orejas en una cena del mundillo teatral vienés, tras el suicidio de una amiga (Ingebord Bachmann?). Habrá que leerlo encerrada en un piso, y para salir habrá que ponerse escafandra, como en aquel anuncio alemán contra la desertización y el agujero en la capa de ozono. Lo demás es pura tristeza y la sensación de estar rodeada de estupidez. Esos políticos corruptos, esos constructores zafios, esos arquitectos que se prestan a la destrucción con toda su arrogancia, ¿adónde creen que irán a refugiarse cuando se lo hayan cargado todo, a la Luna?

domingo, octubre 07, 2007

Cultura, rectificaciones, rigidez, prensa

Foto: I.N. Cuervo encapuchado en una plaza de Belgrado, 2007 (Por cierto, el tamaño de las personas y los árboles de una simple plaza muestran la diferencia entre el patrimonio arbóreo de cualquier ciudad europea y Barcelona, aunque luego nuestros políticos afirmen la falacia de que Barcelona es la ciudad de Europa con más árboles... nuestros árboles son ramitas comparados con los suyos...)
Parece que Catalunya Ràdio ha pedido disculpas a Cristina Peri Rossi y le ha ofrecido que vuelva a la radio. La escritora ha dicho que esta vez preferiría que le especificaran las condiciones por escrito (la otra vez no hubo contrato y se la quitaron de encima sin más). Al menos han rectificado. En cambio, para la Feria de Francfort, no hay arreglo posible. Jordi Pujol insiste en que lo natural era que sólo acudieran los escritores en lengua catalana, pero en el propio Francfort no se entiende lo que está ocurriendo. Después de la India, que estuvo presente con su veintena de idiomas oficiales (donde sólo excluyeron a los que escribían en inglés), el público buscará en vano a los escritores catalanes en lengua castellana. Todo quedará sectario y empobrecido, y gracias a esa falta de flexibilidad, a esa incapacidad de negociar y dialogar y a esa cerrazón, muchos escritores importantes, que deberían estar ahí, se han autoexcluido.
Siempre es bueno leer cómo nos perciben y nos relatan otros. Sobre todo, en lugares donde la reflexión y el debate son cotidianos, no como este país, donde a la gente, como a nuestros políticos, les cuesta debatir sin descalificar y ofender en primer lugar. Se acusa antes de reflexionar. Muchos se sitúan en una posición de righteousness, de arrogante posesión de la verdad, sin advertir que resulta ridícula desde fuera. Aquí se habla de la discusión que hemos suscitado en Francfort. Y en Le Monde, se habla del affaire Peri Rossi.
Hace poco, dos escritores serbios discutían que, precisamente por los prejuicios ideológicos y la rigidez de la comunidad de escritores de la antigua Yugoslavia, teniendo a muchos de ellos establecidos y publicando en ciudades de otras partes del mundo, no podían aprovechar para consolidar la presencia de su literatura en el mundo. Uno de ellos argumentaba que, por encima de nacionalidades y discusiones ideológicas, debería prevalecer el criterio de la buena literatura, pero no es así. Y eso endurece el aislamiento y la fragmentación. Aquí, sin un conflicto bélico tan cercano como el de ellos, estamos en las mismas.
Por cierto, como no puedo corregir la sección comentarios, aclaro aquí que cuando dije Monzó, quería decir Sergi Pàmies, quien declaró en COM.Ràdio que no podía decir su opinión sobre el affair Frankfurt porque si la decía, le mandarían a los Mossos.
Dicho esto, otras dos o tres cosas llaman mi atención en la prensa de hoy, una, que por una vez estoy de acuerdo con Vargas Llosa y es en el asunto del velo. También Ramoneda habla de ello. Creo que la laicidad en la escuela es el fallo de este país y nos toparemos con ella cada vez que queramos plantearnos el asunto del velo islámico. El relativismo cultural no puede cegarnos ante los derechos de las mujeres, pero deberíamos eliminar también los crucifijos e imágenes de las escuelas. Insisto en mi idea de siempre. En este país, el fascismo nunca fue derrotado y cualquier intento que implique desafiar sus privilegios y territorios de poder o patrimonio incautado por la fuerza, cualquier intento de condenar el régimen anterior de forma clara se estrella contra esa derecha arrogante y antidemocrática que aún manda.
Abel Ramon Vidal, joven escritor bibliófilo y vecino del azufaifo, ha escrito sobre nuestro ginjoler en una publicación electrónica (apartat social "El ginjoler del carrer Arimón").
Y el resto es literatura. No se pierdan el artículo de Vila-Matas sobre Sophie Calle.

jueves, octubre 04, 2007

Médicos

Foto: I.N. El tronco de seda cruda del abedul, Cortanovci, Vojvodina, Serbia, 2007
Ayer, en El País, me sorprendió la carta de un médico que se consideraba maltratado por el sistema, pero también por los pacientes, a los que visitaba tres minutos y que le increpaban cuando se iba a comer. En lugar de rebelarse contra unas visitas tan precarias e insuficientes, la tomaba contra ellos, sin recordar que los pacientes son, en general, gente que sufre de algún mal y que si eligió esa carrera, debería tener cierta empatía con el dolor humano. Una visita de tres minutos tras una larga espera es un tratamiento ofensivo, que menosprecia el dolor.
Naturalmente, los médicos deben cobrar y trabajar en condiciones y es lógico que se vayan allí donde les consideran mejor y facilitan su práctica, pero parece que en nuestro país, la gran mayoría de médicos haya perdido toda humanidad y toda empatía hacia los enfermos. Se ve que ese médico no ha tenido que sufrir como paciente los abusos, el maltrato y el encarnizamiento terapéutico.
Yo he visto a mi padre y a su tercera mujer sufrir y morir en condiciones terribles gracias a ese personal de médicos deshumanizados, interesados tan sólo por la investigación y los números. Cuando le diagnosticaron el cáncer de pulmón, un amigo de mi padre, prestigioso oftalmólogo, le dijo a su mujer: "No hagáis nada. Será inútil y sólo servirá para hacerle sufrir cinco o seis meses que le quedan de vida." Ella no se lo transmitió. Además, una flamante y política doctora, entonces con cargo importante en Vall d'Hebron, engañó a mi padre, amenazándole con que, si no se sometía a los tratamientos, se quedaría inválido durante un año. Mi padre detestaba depender de otros y decidió someterse. Le operaron para eliminar la metástasis del cerebro. La quimioterapia le produjo acúfenos terribles y distorsión del oído, ya no pudo escuchar su música, pero tampoco distinguir las voces, saber si por teléfono le hablaba un hombre o una mujer. Le producía náuseas constantes y un sabor metálico, tuvo que renunciar a su querido vino y la comida le sabía mal. Antes de entrar en el quirófano, me dijo que casi prefería no salir de allí porque, dijo, muy despacio y en voz baja: "Ya no tengo... calidad de vida". La operación, abrirle el pulmón para volver a cerrárselo sin hacer nada, le produjo terribles dolores, pero no le daban más que Nolotil. Yo recuerdo mi desesperación de un domingo en el Hospital de la Vall d'Hebron, las enfermeras retrasándole el Nolotil porque tenían que hablar de sus amoríos. "No les digas nada", decía mi padre, con su nuevo estoicismo cansado, "si te quejas, es peor". Al fin encontré a un médico de guardia y le abordé. "Es una vergüenza que dejen a este hombre sufrir así", le dije. "Y en pleno postoperatorio." Debí de pillarle en un momento bajo porque a partir de ese momento, mi padre pasó a régimen de morfina.
Recuerdo también la asombrosa reunión con los dos médicos que nos convocaron para anunciarnos que no había nada que hacer, que no le habían podido quitar el pulmón. "En cambio, la operación de la cabeza salió muy bien, ¿verdad?", comentaron orgullosos y risueños, con una alegría ligera, como si hablaran de piezas de coche. Obviamente, a ellos no les importaba que se muriera, pero tampoco se les ocurría pensar que a nosotros sí. Alguna de mis hermanas quería matarlos. Ninguno de ellos se ocupó de decirle las noticias a mi padre. A partir de ese momento dejó de interesarles: ya no podían experimentar más con él.
Por suerte para él, le atendió alguien de la unidad del dolor. Personal empático, amable, comprensivo, que intentaba ayudar a los pacientes que van a morir. Yo no podía entender la diferencia. ¿Por qué no educan ustedes al resto del hospital?, les pregunté.
El padre de un amigo tuvo el mismo cáncer que mi padre, duró también 5 meses como él, sólo que se negó a someterse a ningún tratamiento excepto homeopatía y lo único que tuvo fue tos. No murió en la terrible agonía de mi padre, ni nadie de la familia tuvo que suplicar a un médico que se negaba a acortar el sufrimiento por "creencias religiosas". Él sí tuvo un tiempo de calma para despedirse del mundo, y pudo saborear su comida y su vino y escuchar su música hasta el fin.
Tres años después de la muerte de mi padre, su mujer, mucho más joven que él, tuvo el mismo cáncer, en el mismo pulmón ("Son las lágrimas que no lloré", decía ella) y fue a parar al mismo hospital ("Espero que me toque la misma cama, así me sentiré acompañada"), donde la trataron con la misma actitud, inútilmente, sin evitarle el dolor, sino al contrario, sometiéndola a pruebas muy duras, hasta su muerte.
No voy a contar aquí todos los detalles de esos tratos porque no quiero producir pesadillas a nadie. Cuando, años después, una mujer de mi familia tuvo un cáncer, me pidió que la acompañara al Hospital Clínico. Allí, unos médicos jóvenes nos explicaron el protocolo, con orgullo científico: operación, introduciendo un isótopo radiactivo en la misma intervención para ver la afectación, decisión en quirófano del trozo que se le extirpaba, quimioterapia y radioterapia. Cuando preguntamos por el crecimiento del tumor, el médico se explayó apasionado con su ciencia: "Hay tumores estrellados, tumores con prolongaciones, tumores que crecen deprisa y otros..." Los dos parecían emocionados al enseñárselo uno a otro durante la exploración táctil: ""Mira, ¿lo ves? ¡Aquí se nota perfectamente!", con ilusión, como si fuese un recién nacido. Y claro, los tumores son sus bebés, pensé yo. Cuando ella dijo que no sabía si haría nada de aquello, la interpelaron con furia escandalizada: "Vamos a pedir otra opinión", dije yo, para calmarles. "Ah", dijeron con alivio momentáneo. "Pero en todas partes le dirán lo mismo", añadieron enseguida. Al salir, a ella le cayeron lágrimas. "No te preocupes", le dije. "Buscaremos otra opinión. Esto es un laboratorio, ellos no saben nada de ti..."
Ella buscó alternativas y las encontró, pese a la presión de mucha gente, que no la comprendía e intentaba traspasarle su miedo. No se operó ni se sometió a esos tratamientos agresivos, sino a otros alternativos, sin molestias y sin efectos secundarios. Al cabo de unos meses, el tumor, que ya era pequeño, se le había reducido y encapsulado. No volvió a tener más molestias y el tiempo ha pasado. Yo no puedo garantizar que ese sea el final de todo, ¿pero quién podría, en ningún caso? Todos vamos a morir un día. Lo que sí puedo decir es que ella evitó todo ese horror.
La quimioterapia es un gran negocio, tan grande y tan dañino como la venta de armas. Algunos científicos han planteado que el cáncer esté relacionado con el sistema inmunológico y en ese caso, se trataría de reforzar las células y no de debilitarlas. En España no interesa investigar. Ya sé que curan a algunos, pero a qué precio. Y a muchos otros los masacran a sufrimientos, aun sabiendo desde el principio que es inútil. Uno siente una gran soledad frente a ese mercado de perversos chamanes. Es muy difícil encontrar tras un diagnóstico una orientación honrada, independiente de los grandes negocios y los laboratorios donde sólo importan los resultados numéricos y el avance de las investigaciones. Se ocultan resultados. Se ensaya con fármacos nuevos sin permiso. Se trata al enfermo con una indiferencia total.