domingo, noviembre 25, 2007

Libélulas y centrales nucleares

Foto: Manel Soria, Libélula dorada, 2007
He ido a visitar las maravillosas libélulas doradas que Frikosal muestra en su blog como bailarinas cerniéndose sobre sus presas y me he encontrado con un interesante post sobre las centrales nucleares, donde nos avisa de que se prepara la consolidación de las centrales existentes y tal vez construcción de nuevas. El otro día en El País, una nota diminuta expresaba la petición de los ecologistas (en este país parece que apenas existan) al gobierno de que no se renueven para 2012 las licencias de Ascó y Vandellós, que ahora se presentan.
Frikosal explica mucho mejor de lo que yo podría hacerlo por qué una central nuclear nunca es segura, recuerda que los residuos son imposibles de eliminar y que no existe ninguna compañía aseguradora en España que acepte asumir el riesgo nuclear. Argumentación clara y definitiva y un link a un artículo experto de Marcel Coderch.
Tenemos que pensar si queremos dejar que sigan destruyendo el mundo que conocemos, de una forma irreversible, sólo para que unos cuantos multipliquen sus pingües beneficios.

jueves, noviembre 22, 2007

Zao Shu, el azufaifo

Foto: Linda Danz, Central Park, 2007
Hemos ido a Urbanismo, a ver a Ramon Garcia Bragado, cuarto teniente de alcalde de Urbanismo y regidor de Infraestructuras. De él (y del gerente de Urbanismo, Ramon Massaguer) dependen en gran medida las negociaciones con el promotor inmobiliario, que siguen en curso. Por el azufaifo, íbamos Isabel Lacruz Bassols, Borja de Querol, Ferran del Pozo y yo.
Hay que recordar que el promotor adquirió el solar y obtuvo la licencia de derribo de la casa basándose en un expediente con información no verídica, sustituyendo el azufaifo bicentenario, ejemplar más importante documentado en Europa por una especie común. La licencia de obras está paralizada y el proceso de catalogación del azufaifo ha seguido adelante y se abordará en el próximo plenario, del 29 de noviembre.
En la reunión se ha confirmado que la primera parte de la batalla está ganada, es decir, el azufaifo bicentenario de la calle Arimón será protegido: se quedará en su parcela. La amenaza de trasplante que habría significado su destrucción formal definitiva (bonsaicización por la poda drástica) y su muerte probable no se confirmará.
Falta la segunda parte de la batalla, es decir, la promesa de Imma Mayol por email y en el programa de Josep Cuní en TV3 de darnos la Plaça del Ginjoler, como propuso Oriol Bohigas apoyando nuestra iniciativa, y de que la parcela se convertiría en terreno municipal, no está conseguida. Y la construcción que se baraja en la parcela implica un peligro para el árbol.
Ramon Garcia Bragado nos ha dicho que la horquilla de posibilidades en la negociación iba desde La plaça del Ginjoler a la construcción de un edificio en la mitad inferior de la parcela. Nosotros hemos prometido hacerle llegar los informes expertos, según los cuales, construir en esa parcela, afectar la aireación y la protección de la zona radicular del azufaifo puede suponer su muerte. Si construyen parking, si entran máquinas en ese terreno, esa supuesta protección del árbol habrá sido inútil, y en pocos años habrá muerto, como ha ocurrido tantas veces en este país.
Para Urbanismo es una cuestión de dinero. Pero habría que hablar del coste para la salud de los ciudadanos y para su calidad de vida que supone este parque de grúas, de contaminación intensa y creciente, de polvo. La fuga de los pájaros. La desaparición del patrimonio arbóreo que caracterizaba a este barrio. La degradación de la ciudad por la invasión del cemento. La tala, el arboricidio que se produce en esta ciudad mientras ellos mantienen ese extraño cómputo de que Barcelona es la ciudad con mayor número de árboles de Europa. Se refieren a ramitas escuálidas que cuentan como árboles. Como dijo Xavier Argimon de Vilardaga, ingeniero técnico agrícola, el patrimonio arbóreo se mide por la calidad, no por la cantidad de árboles. En realidad, fue Porcioles quien inauguró esta tradición de la confusión, contando los árboles como espacios verdes. Se trata de contar con árboles de calidad. Cualquier ciudad de Europa está mejor dotada y protege más los árboles que Barcelona. Belgrado, Zurich, Londres, París... Yo veía ayer los árboles que filmé junto al Sena, en París, en mi entrevista balcánica. Me dicen que la diferencia, clima aparte, está en los alcorques inmensos que tienen esos árboles para extender sus raíces y crecer. En cuanto al clima, sepamos que Grecia, de clima mediterráneo, era un país lleno de bosques siglos atrás... y convertido casi en un desierto por la tala indiscriminada... rematada por los incendios. ¿Es posible que a nuestros políticos les sea indiferente haber tomado ese mismo camino?
Ayer firmé contra la explotación inmobiliaria del Tibidabo, que supone la destrucción del pulmón verde de la ciudad. A nuestros políticos no les parece importante preservar ese último núcleo.
Me dijeron que también los terrenos restantes del colegio Jesús María, el edificio, el barranco maravilloso de la Torre Castanyer que acogió a Machado en su camino del exilio, están también en peligro. Mirar alrededor, pasear por la ciudad es hacer inventario de la pérdida.
Volviendo al azufaifo, me gustaría haber recordado en esa reunión que concedernos esa plaza no sólo es un mal precedente que les obligaría a ceder en todos los casos, sino que podrían aprovecharlo como un ejemplo simbólico, una demostración de que reorientan su política urbanística, de que no siempre dejan que triunfe el cemento.
En las democracias, los ciudadanos tienen la obligación de reclamar sus derechos, de expresar su voluntad no sólo en las urnas, de pedir protección para el patrimonio que les rodea. Queremos poder respirar sin intoxicarnos (y los árboles son los únicos capaces de producir oxígeno y compensar la contaminación), queremos vivir con pájaros y no envueltos en grúas, queremos detener la especulación inmobiliaria que arrasa con la arquitectura humanista para construir feos bloques impersonales de pisos de falso lujo para ricos de mal gusto. No permitamos que la pasividad, heredada del franquismo, nos paralice. Excepto los que tienen intereses en la inmobiliaria y no ven más allá del dinero inmediato, sin pensar en la destrucción de nuestra ciudad, del paisaje, del clima y de la propia salud, a los demás nos interesa conseguir la Plaça del Ginjoler. Todos los científicos lo anuncian: España va a ser uno de los países más afectados por el cambio climático. Luchemos por los únicos elementos que pueden ayudarnos a combatirlo: los árboles centenarios.
Se trata de proteger al árbol más sostenible que existe, el que resiste las sequías con sus raíces largas y profundas, una de las especies más preparadas para resistir el cambio climático.
Frente a la desinformación e inexplicable hostilidad que nos dedicó el Distrito, en Urbanismo nos han escuchado con atención y Ramon Garcia Bragado y Ramon Massaguer se han comprometido a informarnos de la evolución del proceso. Nosotros seguiremos batallando e informando en nuestro speaker's corner particular, el racó del ginjoler.
Por cierto, el azufaifo, en chino se llama zao shu y en árabe, ennab

martes, noviembre 13, 2007

República, monarquía y desmemoria

Ilustración: Caravaggio, detalle de Judith y Holofernes
No comprendo por qué Carlos Fuentes se ha unido a los instigadores del mito de que el rey Juan Carlos apoyó la democracia en el 23 F. Tampoco comprendo que los que vivían en este país en aquel momento, entre los que me incluyo, y tenían uso de razón, no recuerden que el rey se sumió en el silencio, que tardó muchas horas en pronunciarse, y que sólo cuando estuvo claro que los golpistas habían sido derrotados, salió a defender la democracia. No lo he dicho sólo yo, lo dijo Norman Birnbaun en El País, aunque no puedo encontrar el link.
No simpatizo con Chávez ni con sus maneras, pero no tengo ningún motivo para creer que su acusación a ciertos empresarios españoles de colaborar con el golpe contra él sea incierta. Nada detuvo a una importante compañía telefónica que financió un golpe de Estado mucho más terrible y que sí tuvo éxito: el de Pinochet a Allende, con todos sus muertos, torturados, desaparecidos y la destrucción del país. No creo en la bondad de las grandes corporaciones ni en su respeto a la democracia. He sabido de las hazañas de Repsol y otros empresarios españoles en Argentina, en un documental muy necesario.
Tampoco me parece bien que el rey hiciera callarse a Chávez porque nadie ha elegido al rey, y en cambio Chávez ha sido elegido por la mayoría en su país, y mal que le pese al rey, debería respetarlo. En cambio, sí pareció correcta y medida la actitud de Zapatero.
No soy monárquica, sino republicana, y me parece injusto que no se haya celebrado un referéndum para decidir si queríamos monarquía o república. Heredamos esa institución del régimen franquista, y antes de eso, en este país habíamos echado a los borbones. Los americanos, que reparten reyes por todas partes, se encargaron de financiar la operación juancarlista. ¿Y de qué nos sirve la monarquía, excepto para gastar dinero a espuertas? Además, no es una monarquía transparente, ni controlada por el Parlamento, como en Reino Unido, ni con tradición y arraigo popular, y por una razón que desconozco, va unida a una censura injustificable en un país supuestamente democrático (pero con muchas maneras, desigualdades y privilegios heredados de la dictadura). Esa censura empieza a romperse tímidamente desde hace unos meses y que abre la vía al saludable y necesario debate, a la crítica.

jueves, noviembre 08, 2007

Contra la medicalización de la infancia

Otro poderoso mercado que en este país no se contiene ni regula suficientemente es el de los laboratorios farmacéuticos. Una fundación de psicoanalistas y profesionales de la salud mental ha lanzado la Plataforma contra la medicalización de la infancia, explicando los perjuicios terribles que los fármacos producen en los niños, ahora que se les administra Prozac, estimulantes anfetamínicos a los etiquetados "hiperactivos", etc.
Para paliar la angustia, en lugar de hablar, jugar, escuchar, interpretar, se intenta dormir y hacer callar a esos niños, aún al precio de dañarles para siempre. El otro día hablé de esto en mi otro blog.
Por suerte, aún quedan profesionales que luchan para detenerlo.
Luego nos "protegen" contra el tabaco, mientras nos exponen a la contaminación, el ruido, las sustancias tóxicas en la construcción y los fármacos, que sólo son drogas legales. Lo dijo Dante Bertini el otro día: algunos, en vez de médicos, tienen camellos legales. Esos médicos que aceptan las gratificaciones de los laboratorios. Esos políticos que dan entrada a medicamentos sin vigilar sus efectos ni encargar estudios independientes.
Hoy sólo quiero hacerme eco de esa Plataforma y aludir a un libro necesario, donde se explica que la clasificación de los trastornos mentales es artificial y se dirige al consumo de fármacos, es decir, se inventan trastornos o se etiquetan como tales los síntomas para comercializar fármacos. Y como triste demostración de que si nadie lo detiene, ese mercado avanza sin escrúpulos, en Estados Unidos acaban de autorizar el Prozac para niños.

De la fealdad: Spain is different

Foto: La torreta de La Rotonda, en Avinguda Tibidabo
Ayer, encartado con alguno de los periódicos, había un folleto de una de las constructoras que más daño hizo en Barcelona desde los años setenta (con un nombre que se parece ofensivamente al mío), que ahora ha comprado La Rotonda y se precia de restaurar el patrimonio arquitectónico de la ciudad, ese mismo que ha contribuido tanto a destruir, con la ayuda y el apoyo decidido de los ayuntamientos franquistas primero y democráticos después. Lo peor: los edificios que muestra como obras de las que deben enorgullecerse, en los distintos barrios, desde 9 Barris a Sant Gervasi, arquitectura fea, feísima, mediocre, barata, lo que en todos nuestros barrios sustituye a las bonitas casas históricas y edificios nobles, construidos con buenos materiales y otra idea del espacio y la habitabilidad, o a los espacios abiertos, descampados, pequeñas masías, antiguos y generosos edificios industriales de 1900, y los horizontes y pasillos de ventilación de la ciudad.
Al mismo tiempo que contemplo esa fealdad, veo en la francoalemana Arte Tv cómo en Maastricht y otros lugares de Europa adaptan antiguas iglesias abandonadas, que aquí habrían demolido y entregado a esa misma constructora o a otras, se convierten en restaurantes, estudios de artistas, oficinas, etc. Se dice que Europa abandona la cristiandad" (en Francia, sólo el 5% sigue yendo a la iglesia). La clave: no tocarlas apenas, sólo restaurar e iluminar para que pudieran ser recuperadas para el culto en cualquier momento. Los arquitectos e interioristas hablan de respeto, un concepto que al menos en Barcelona no existe. No es que a mí me guste esa desacralización comercial, en realidad, se trata del mismo mercado que avanza imparable, pero esos espacios se preservan en toda su belleza (es inevitable imaginar la escena de Jesús expulsando a los mercaderes del templo), y aquí sólo veo cómo todo (aún no las iglesias, tal vez todavía con feligreses) cae y cae bajo las excavadoras y a mi alrededor, en este campo de grúas, ya no quedan pájaros, ni árboles, ni casas bonitas. Sólo horror y mediocridad.
Ya sé que de pronto, en periodo preelectoral, empiezan a hablar de detener la construcción en la costa y en Ses Illes y la idea me produce un gran alivio, aunque llegue tan sospechosamente tarde y no afecte a todas partes. Yo veo las 400 casas que se están construyendo en Cadaqués, donde está claro que ni el alcantarillado ni el paisaje resisten, ese paisaje que incluso Dalí y los antiguos veraneantes de la vilipendiada gauche divine lograron preservar en los setenta y primeros ochenta. Toda la belleza y la historia nos es sustraída y convertida en fealdad por esos constructores, fabricantes de cemento y políticos que les apoyan. Veo lo que se destruye y construye en Barcelona, a mi alrededor. Y el pobre azufaifo, lo que ha costado y costará salvarlo, con esa férrea oposición que hemos encontrado en los políticos municipales, cuando en Europa nadie dudaría de que ese lugar debe convertirse en una pequeña plaza verde. Poderoso don dinero.
Dicen que Sarkozy, al preguntarle por qué se entendía tan bien con la izquierda europea, contestó: "¿Qué izquierda?" "Blair, Zapatero...", le dijo el periodista. "Eso es derecha", contestó el temible Sarkozy.
Por cierto, que para romper la pasividad de esta ciudad, que se deja destruir así como así, José Antonio Millán ha hecho una campaña muy interesante, que ya ha tenido eco en la necesaria sección de Francesc Arroyo de El País.

sábado, noviembre 03, 2007

El azufaifo en La Vanguardia

Foto: Isaias Fanlo, Detalle de la Festa del Ginjoler (con Lluís Maria Todó, Xavier Argimon y Guillermo Aguirre, entre el público).
En La Vanguardia de hoy, Ignasi Viladevall-Palaus advierte sobre el azufaifo.
El árbol de las raíces insondables
IGNASI VILADEVALL-PALAUS
Dios mío, qué árbol esconde la verja del solar de la calle Arimón! Aludo a su famoso ginjoler. Antes, cerca de las ciudades, su cultivo era muy habitual. Este azufaifo es un ejemplar sin equivalente, único en el mundo. En la última etapa de su vida ha soportado una cadena de peripecias. Dada su espectacularidad, merece un respeto. Su tronco, que viene a formar una copa redondeada, causa ya impresión: las ramas hacen alarde de una desenvoltura inmensa. Las raíces, que se extienden a buscar el agua a donde sea, no son visibles. Escapan a la observación a causa de su desarrollo subterráneo.
Las colosales raíces del azufaifo no pueden definirse propiamente. No sólo tienen un papel de fijación y anclaje en el suelo, sino que sirven para proveer al árbol de agua en épocas de sequía; así se basta a sí mismo. Sin ellas la fronda no destilaría amenidad, ni las flores respirarían preciosismo, ni de sus frutos, cuyo peso decanta el ramaje, saldrían confituras. No hallaría el modo de rehacer el hechizo de sus zigzagueantes ramas, ni de sorprender con la influencia de unas flores que son de lo más alentador. Su sencillez a veces resulta enigmática, y otras, conmovedora. Pero ningún árbol tiene un ramaje tan fino y espontáneo y envolvente como el suyo; parece irrefrenable su desarrollo. Este año el ginjoler mira entorno como diciendo: “¿Qué le pasa a la ciudad?” No sabe si podrá seguir enamorando a la vecindad; si llegada la primavera el brillante verdor de sus hojas volverá a desvanecerse entre las ramas. Incapaz de implorar socorro, ante él se abre un funesto porvenir. ¿Cómo puede ser ello posible si no ha hecho otra cosa en su vida que llenar sus humildes dominios de luz verde? No hay palabras para referir la ansiedad de un árbol. A escasos metros se levantará un edificio que puede afectar su sistema radicular.
Topar con las raíces implicará cortarlas, herirlas. No morirá de golpe, sino en pocos años. A menos que se realice un meticuloso seguimiento de las obras. ¿Es posible realizarlo? Claro. Construir no siempre equivale a destruir. Hay una arquitectura ávida de vincularse entrañablemente a la naturaleza, que ansía de algún modo coparticipar en la gestión de su conservación. Hoy en día se hacen cosas inimaginables. Así que terminamos como empezamos: contemplando un árbol de incontestable valor ornamental. Intocable desde todos los puntos de vista.
AZUFAIFO ‘Ziziphus jujuba’
Época de floración Abril-mayo.
Cuidados A pleno sol. Poco riego. No se
debe modificar el estado físico del suelo
en donde prospera.
Aplicaciones Verjas, huertos, parterres.
Desamparado
Sin un sondeo del subsuelo del solar, el ginjoler, hoy salvado, estará sentenciado. El sistema radicular de los árboles tiene bajo tierra un desarrollo semejante al del ramaje en el aire ¿Y no podría renovarse ese sistema radical, abriendo zanjas para intervenir? Si se operase a finales de invierno, en primavera se formarían raíces nuevas. Que los expertos se pronuncien; que nada esté por encima de ellos. ¿Por qué no fue seleccionado “arbre d'interès local”? Lugar especial ocupa el azufaifo del Palacete Albéniz (lleva el número 0138-03-98 de catálogo) sin reunir, ni de lejos, las mismas cualidades estéticas.