lunes, diciembre 28, 2009

En La Vanguardia, Xavier Antich

Foto: I.N., Casa en Perpinyà, 2009
Xavier Antich
¿Caso Centelles? Más bien habría que decir "Centelles como caso", y no es lo mismo. Pues, más allá de su singularidad, bien puede considerarse, más bien, un síntoma. Y lo peor es que parece generalizado. De ahí que, aparte de los detalles de la historia y de la efervescencia con que se ha seguido la polémica, haríamos bien en resistirnos a que todo ello se convierta rápidamente, como tantas otras cosas, en carne de hemeroteca o en una mera anécdota en la lista, a estas horas ya abultada, de los desagravios nacionales. Queda ya para la historia local de la infamia la injustificable intervención del Ministerio de Cultura, que ha aprovechado para pescar en aguas revueltas con un inexistente sentido de Estado y con nula lealtad institucional.
Me disculparán que les hable hoy desde mi experiencia personal. La polémica sobre las fotografías de Centelles ha saltado mientras estaba impartiendo dos cursos de tres meses en la Universidad de Stanford, en California, uno precisamente sobre la fotografía en Catalunya durante la Guerra Civil. Semana tras semana, mis estudiantes han estado analizando los trabajos, sobre todo, de Centelles, pero también de Josep Maria Sagarra, Ramon Rius o Andreu Puig, las familias Brangulí y Pérez de Rozas, entre otros fotógrafos catalanes. Además, claro está, de Capa, Taro, Chim, Namuth, Reisner, Michaelis, Horna y muchos más.
A todos les sorprendía el escaso conocimiento que se tenía en el mundo de estos fotógrafos catalanes. Pero su sorpresa se convertía en estupefacción cuando se enteraban de las dificultades que muchas de estas imágenes tenían para ser accesibles y circular en la esfera pública con la dignidad que sin duda merecen. A ello, y la estupefacción crecía, contribuye el hecho de que no existan sobre ellos estudios de una mínima solvencia académica.
En realidad, debe recordarse que no existen monografías sobre la fotografía durante la Guerra Civil dignas de este nombre. Los únicos estudios que resisten el algodón del rigor global, en el ámbito científico, son el libro de Caroline Brothers (autora de War and Photography. A cultural history, inexplicablemente aún no traducido en nuestro país, ¡y es de 1997!) y algunos artículos de Jordana Mendelson, profesora en Nueva York. Y eso que no se trata de una guerra más, sino de la primera guerra fotografiada en directo y difundida internacionalmente. ¡Ahí es nada!
Para acercarnos a la realidad de la que estas fotografías hablan, a falta de estudios locales rigurosos sobre los autores de estas imágenes y sobre un fenómeno que inaugura el fotoperiodismo de masas, ha habido que recurrir a textos literarios como los de Teresa Pàmies (Quan érem capitans),Tísner (556 Brigada Mixta)o Agustí Bartra (el descomunal Crist de 200.000 braços),entre otros textos. O a perlas como el libro autobiográfico de Josep Pernau (Memòries, La Campana) que se abre con la estremecedora revelación del hijo de una de las fotografías más célebres del conflicto, la de una mujer (su madre) en el momento mismo de reconocer el cadáver de su marido (su padre) en el cementerio de Lleida, después de la masacre. El testimonio de Pernau, que ha visto cómo esa fotografía (precisamente de Centelles) era publicada en mil sitios alterando su localización originaria (incluso en el Liceu, hace no mucho, que la pasó al siglo XIX), constituye a estas alturas la más lúcida confirmación de que casi nadie se ha ocupado hasta ahora de dispensar a estas imágenes la atención que se merecen.
Porque, ¿de qué hablamos cuando hablamos de fotografías? Hasta ahora, en el caso de la Guerra Civil, las fotografías sólo han sido accesibles desde dos puntos de vista que modifican, sustancialmente, la especificidad de las imágenes, aunque al precio de convertirlas en fotográficamente irrelevantes. Por una parte, las fotografías han servido, habitualmente, para ilustrar estudios históricos del conflicto. Así, las fotografías han sido leídas como meras huellas del acontecimiento, como testimonios casi notariales de realidades sucedidas, como inscripciones neutras. Por otra parte, algunas de ellas han tenido una cierta circulación en formato expositivo y, convertidas en piezas museizadas, auráticas, han pasado a ser consideradas obras de arte.
Hoy sabemos que ambas aproximaciones al fenómenos fotográfico son insuficientes. Tratadas como meros documentos, pierden la singularidad de su relato. Los fotógrafos no son, nunca y en ningún caso, testimonios neutros al servicio de la pura objetividad de los hechos históricos. En cada fotografía se halla inscrita una pluralidad de las decisiones que subjetivizan inevitablemente el resultado y es, por ello, una auténtica construcción de sentido. Por otra parte, una fotografía dista de poder ser contemplada sólo formalmente por sus atributos propiamente artísticos. Con ello se olvida que la fotografía cristaliza una interpretación de los hechos. ¿Era el máximo responsable de los archivos de la Generalitat quien debía hacer la gestión para que los fondos de Centelles se quedaran en Catalunya? Tengo serias dudas de que su destino más adecuado pudiera ser el Arxiu Nacional de Catalunya. Allí ya hay fondos fotográficos importantes, pero la propia naturaleza de la institución no garantiza la accesibilidad ni la circulación que merecen.
Pero ¿estamos preparados para volver a leer la historia de la Guerra Civil a través de la lección que las imágenes fotográficas transmiten? ¿Estamos en condiciones de articular aquí, a nuestra escala, algo así como lo que significan el Centre National de la Photographie de París o el International Center of Photography de Nueva York? ¿Aprenderemos por fin que las fotografías no son ni meros documentos ni tampoco obras de arte, en el sentido tradicional del término? Es difícil intervenir en la polémica del caso Centelles si no se contestan antes algunas preguntas que tienen que ver con Centelles como caso.

2 comentarios:

Ephemeralthing dijo...

Pues con la de "experto" en imagen y comunicación audiovisual que hay en la ciudad, ¿cómo es que nadie se ha preocupado de estudiar y divulgar ese legado visual?. La pregunta es retórica, ... ya sabemos a qué se han dedicado esos "expertos".
Por cierto: los enlaces a La Vanguardia que copias no dan acceso los artículos, sólo si se es subscriptor.

Belnu dijo...

En efecto, la pregunta se contesta con su eco...
Me imaginaba lo de los links, aunque aquí donde me ves, yo NO soy suscriptora.