domingo, abril 11, 2010

Más sobre la Diagonal, en La Vanguardia

Foto: I.N. Árboles condenados por Hereuville, en la Diagonal, 2010.
Desde una perspectiva y un ámbito bien lejanos a los míos, más objeciones a la llamada reforma (desde mi punto de vista, destrucción o lessepsización) de la Diagonal
LA VANGUARDIA Dinero
DOMINGO, 11 ABRIL 2010 IDEAS Y DEBATES UNA CUARTA OPCIÓN PARA LA DIAGONAL
Joaquin Muns “¿Por qué, en lugar de transformaciones caras y discutibles, no restaurar el esplendor y la hospitalidad que tuvo la Diagonal? Esta podría ser una cuarta opción, mucho más barata que remodelar esta vía” Hace ya demasiado tiempo que hemos perdido la noción de la función y de los límites del gasto público Resulta muy chocante lanzar un proyecto tan caro en un momento en el que se piden sacrificios al ciudadano Dentro de pocas semanas, se va a realizar una consulta ciudadana por parte del Ayuntamiento de Barcelona para decidir cuál de las opciones que propone el Consistorio cuenta con mayor aceptación. Las posibilidades ofrecidas son tres: convertir la Diagonal en un paseo, en una rambla o dejarla tal como está en la actualidad. Un ingrediente fundamental de las dos primeras opciones es la aparición del tranvía a lo largo de la remodelada Diagonal. Este peculiar ejercicio de democracia ha despertado un notable interés. No en vano se trata de una de las vías más emblemáticas y transitadas de la Ciudad. Ha habido bastantes cartas a los periódicos, y algunos colegas universitarios y otras personas han suscitado dudas y reservas sobre los aspectos económicos de este proyecto de remodelación de la Diagonal. Destaco en particular el excelente artículo de mi compañero de la Universitat de Barcelona Germà Bel ("Delirios de éxito" en La Vanguardia del 5 de abril), que pone de relieve el desconocimiento de los costes, en concreto de la explotación del tranvía, que acompaña a estos proyectos. En efecto, hemos podido ver excelentes presentaciones artísticas del Paseo Diagonal y de la Rambla Diagonal. Pero no ha habido ninguna presentación seria de los costes asociados con una y otra opción. Parecería que las autoridades municipales consideran que este es un tema irrelevante o que puede ofrecer argumentos de peso a los que se oponen a cualquiera de las dos opciones de remodelación de la Diagonal. Sin un conocimiento del factor coste, y tan afinado como sea posible, la elección por parte de los ciudadanos carece de una de las bases fundamentales para que sea mínimamente responsable. Tampoco se ha explicado por qué se ha priorizado la remodelación de la Diagonal frente a las otras muchas y acuciantes necesidades que tiene Barcelona y que tienen sus ciudadanos. Los economistas siempre hemos insistido en que la racionalidad de la actuación de todos los gestores económicos, incluyendo los políticos, que evidentemente son responsables de los fondos públicos que administran, radica en aplicar los recursos –por definición escasos para las necesidades existentes– a las finalidades que se definan y acepten como prioritarias. Dudo mucho que la remodelación de la Diagonal sea una obra prioritaria, social y económicamente, para la Barcelona de hoy. Como se ha apuntado en varias cartas a este diario y en otros medios, resulta muy chocante lanzar la idea de un proyecto tan ambicioso y caro en un momento en el que se piden sacrificios a los ciudadanos y austeridad a todos los niveles de gobierno del país. Mientras todo esto ocurre, se llama a los ciudadanos para que decidan sobre un dispendio cuya magnitud desconocemos, pero que sin duda es muy elevada. Otro elemento que cabe exigir a un proyecto de estas características es una valoración de los beneficios que se espera de él. Hace ya tiempo que el análisis coste-beneficio se considera imprescindible para enfocar seriamente las infraestructuras y las grandes obras públicas. No es correcto justificar un proyecto a base del impresionismo de las imágenes, ni mucho menos porque ha de pasar un tranvía. Este no ha de convertirse en una excusa para remodelar las calles, sino que ha de ser fundamentalmente un medio para solucionar problemas, no para crearlos. Además, si como se dijo unánimemente cuando Barcelona se deshizo de los tranvías, ello era un signo de progreso y modernidad, cuesta comprender que la valoración del tema haya cambiado en tan pocos años. Hace ya demasiado tiempo que en este país se ha perdido la noción de la función y de los límites del gasto público. Estamos claramente en una senda de despilfarro equivocada y por la que cabe temer que, tarde o temprano, el país va a ser otra víctima de los mercados. No estamos en la misma situación que Grecia, pero nada impide que, si no sabemos frenar el gasto público y limitarlo a lo estrictamente necesario, lo estemos en un futuro no muy lejano. Es importante decir en honor a la verdad que el Ayuntamiento de Barcelona ha sido hasta ahora prudente en la gestión presupuestaria y financiera, lo que resulta en una deuda municipal relativamente baja. ¿Por qué, precisamente en estos momentos, cambiar este enfoque prudente? Creo que el problema de la Diagonal no es de obsolescencia. Esta magnífica avenida ha sido víctima, por una parte, de la invasión de motos y bicicletas en las zonas peatonales y, por otra no menos importante, de la negligencia municipal. En un pasado no muy lejano, pasear por la Diagonal era agradable; hoy es incómodo y peligroso. ¿Por qué, en lugar de transformaciones muy caras y discutibles, no restaurar la dignidad, el esplendor y la hospitalidad que tuvo la Diagonal? Esta podría ser una cuarta opción, mucho más barata que remodelar esta vía. A mi juicio, antes de comprar una Diagonal nueva, es más razonable, sobre todo en las circunstancias actuales, restaurar la que ya tenemos. Utilizando la terminología del profesor Germà Bel, este sería un "delirio" de sentido común, que creo mucho más conveniente que el de grandeza en la difícil hora actual.
Joaquin Muns, catedrático de OEI en la UB Premio de economía Rey Juan Carlos I.
Ex director ejecutivo del FMI y del Banco Mundial

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me adhiero a esta cuarta opción. Prefiero restaurar que destruir. Y sobre todo, como dice el autor del artículo, en unos momentos en que se nos pide a los ciudadanos que hagamos sacrificios y en que algunos tienen que hacerlos a la fuerza, sin que se les pida.
Ojalá haya suficientes ciudadanos que voten en contra de la reforma y el Consistorio tenga que reconsiderar su decisión.
¡Ah!, y de paso, la del Miniestadi.

Belnu dijo...

Yo también lo espero, Anónima C. Aunque sea por lo puramente económico, espero que no puedan emprender esa reforma tan costosa y destructiva. Es tan injusto...

Belnu dijo...

Talar casi mil árboles en pleno cambio climatico y en una ciudad contaminada y ruidosa como ésta no me parece puro folklore, dejando aparte el dineral que se gastan y el negocio del que sacan tajada, mientras cada vez asfixian más a la gente, recortan las pensiones, etc. S hasta al ex presidente del FMI le parece un disparate! Pero este alcalde está acostumbrado a imponer su voluntad destructora para sus intereses, contra la opinión del mundo entero, al estilo cacique