Hoy he leído el artículo de Jacinto Antón sobre Slavenka Drakulic y me ha chocado ver que se metía con sus gafas y se atrevía a decir que llevaba "un exceso de carmín" en los labios. En primer lugar, su gusto no me interesa ni coincide con el mío. Para mí, sus gafas son un detalle sutil y su maquillaje adecuado. Pero aun en el caso que hubiera sido verdad, ¿cómo se atreve a decirlo? Está claro que el mismo periodista jamás diría que Philip Roth es feo o tiene barriga o que Paul Auster lleva una chaqueta extremada. Los periodistas y críticos siempre tienen que desmerecer el valor de las mujeres intelectuales, como aquellos que tras reconocer el talento literario de Dorothy Parker añadían que "fue desgraciada en amores". ¿Y por qué? ¿Porque se casó dos veces? O que Susan Sontag era mala madre, como decía en su biografía. Pero nadie acusa a Neruda por haber tenido a una hija retrasada siempre lejos, en casa de gente sin recursos y que ni siquiera mandaba dinero. Por poner un ejemplo. Ni tampoco se considera que un hombre que se casa y divorcia es "desgraciado en amores". Sólo a las mujeres se les critican esos aspectos que nada tienen que ver con su trayectoria.
Hace poco leí un estudio estadístico en El País según el cual las empresas con más mujeres en los puestos directivos obtienen mayores beneficios. Los números eran sorprendentes. Sin embargo, en este país se prefiere no promover a las mujeres y la desigualdad es manifiesta. Al buscar la estadística he encontrado un artículo relacionado:
Las empresas con más directivas tienen mejores resultados
CARMEN MORÁN - Madrid - 21/02/2008
Las empresas con mayor número de mujeres en sus puestos de dirección obtienen mejores resultados económicos en general. En rentabilidad sobre recursos propios (ROE, en sus siglas inglesas) la diferencia entre las compañías con más mujeres en los cargos más altos respecto a las que menos tienen es de un 53%. Si se analizan los beneficios por ventas, esa brecha se acorta a un 42% y en cuanto al retorno sobre el capital invertido la cifra que distingue a unas de otras se eleva al 66%. El estudio lo ha efectuado la organización americana Catalyst sobre las 500 mayores empresas del mundo.
Estos resultados no se explican sólo por la presencia de mujeres. Bastaría entonces con cambiar la composición de todas las compañías y los resultados económicos serían apabullantes. Es una cuestión de recuperar el talento que se queda fuera cuando las directivas son excluidas, su forma de pensar, de organizar, su modelo de dirigir. Es decir, sumar talentos. Así lo explicó ayer en Madrid la responsable de Catalyst en Europa, Eleanor Tabi Haller-Jorden, que participó en un congreso sobre calidad de vida y competitividad empresarial organizado por la Fundación Alares.
Tabi añadió otro ingrediente que debe sumarse a la presencia de mujeres: un líder que tenga una fe ciega, dijo, en que ésta es la política correcta. "El talento no está asociado a ningún sexo y si hay problemas en contratar talento se perderá en productividad", dijo. "El 36% de la gente que rota en el empleo se va por el jefe", añadió. "Así que, los empresarios ya tienen los datos económicos, por tanto, deben integrar a las mujeres no por una cuestión de ética o de estética, sino por actuar de forma inteligente", dijo. Tabi aseguró que para cambiar los comportamientos excluyentes de las empresas hacia las mujeres hacen falta leyes, incentivos y sanciones, pero se necesita además un cambio de cultura. En los países nórdicos hemos comprobado que a pesar de sus buenos resultados paritarios, los estereotipos sobre las cualidades que tienen los hombres y las mujeres para dirigir empresas son incorrectos y no han variado. "Miramos muy de cerca lo que está ocurriendo en España con sus leyes de igualdad y también en los países nórdicos", dijo, pero advirtió que no basta con que el número de mujeres sea más alto, se requiere, además, calidad de vida en la empresa. Copiar los modelos masculinos de entrega ciega al trabajo en exclusiva no sirve, continuó. "Estuve en una empresa estadounidense con muchas mujeres y les felicité por ello. Me hicieron ver que aquellas que trabajaban allí no tenían vida personal fuera de la oficina, ni pareja, ni hijos... Ésa no es la cuestión", añadió la responsable en Europa de Catalyst, una organización sin ánimo de lucro que trabaja con más de 350 empresas multinacionales y planea expandir su actividad al sur de Europa.
Tabi explicó además que el umbral para que el talento de las mujeres se desarrolle correctamente está en tres. Menos de ésas en un consejo de administración no resulta eficaz. "A los empresarios les está empujando el llamado fenómeno de la hija; cuando tienen una hija que ha tenido problemas con su empleo piensan en lo que ellos están haciendo en su empresa".
Y en otro artículo: "Noruega ha logrado un éxito sin precedentes en su plan de igualdad: el 80% de las empresas cuenta ya con un 40% de mujeres en sus consejos de administración"
4 comentarios:
También he leído el artículo de Jacinto Antón sobre Slavenka Drakulic y sinceramente creo que en modo alguno se mete ni con sus gafas ni con su "exceso de carmin". Tan solo hace este comentario para resaltar la sobriedad de la escritora.
El mismo comentario podría haberlo hecho de un escritor masculino, y a mi entender no prejuzga ni desmerece en absoluto el talento de la escritora.
Quizas mi condición masculina me impide ver con objetividad tu reacción, pero creo que el comentario no incide en absoluto en el fondo ni en la forma del articulo.
Pues sí, yo diría que tu condición masculina te impide verlo. ¿Quién decide que las gafas son exageradas o cuándo es exceso de carmín? Para mí no lo era en absoluto y a mis amigos les pareció que las gafas eran discretísimas. Tú pensarás que me fijo en una tontería, pero si fueras una mujer te darías cuenta de que eso se repite siempre o casi siempre, que a las escritoras las tildan de malas madres o fracasadas en su vida amorosa o con exceso de carmín. Muy pocas veces un periodista o un crítico hombre se limita a valorar lo interesante de una autora. Incluso un sociólogo de por aquí, que había asistido a una clase de Hannah Arendt se permitió ser condescendiente hablando de ella en el Cultura/s, cuando la obra de él no llega a la suela del zapato de ella.
Hazme un favor, Civisliberum, fíjate en lo que te digo y lo comprobarás. Si no tienes esa sensibilidad no lo notarás. Y muchísimos otros detalles.
Hola Isabel,
Soc home i comparteixo la teva visió. Em molesta molt la mania de recrearse en l'anècdota subjectiva; en aquest cas, a més, un tic masclista.
No m'imagino un comentari sobre la calva de Nosequí. O un comentari titllant Albert Enstein de maltractador i brut (ambdúes condicions ben reals segons alguns dels seus contemporanis i biògrafs).
Fa un tempsvaig llegir un parell d'articles del Sr. Antón sobre aeronàutica, sector que conec desde fa molts anys, per immersió.
Desde llavors ja no le tornat a llegir.
Black Adder
Tens raó. Jo també vaig llegir això d'Einstein en una biografia i era terrible, però no es diu. Com no es parla de la filla abandonada de Neruda, etc. Però encara segueix vigent aquell estereotip que les dones hem de ser santes, guapes, bones mares i casades sempre amb el mateix. Sempre fa il·lusió que un home pensi com tu!
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