jueves, marzo 13, 2008

Analfabetismo y olvido

Foto: G. Basilico, Beirut, 2005
Una amiga me contaba que ayer, en el Palau de la Música, el Coro de Cámara del Palau de la Música, Moonwinds, con Jordi Casas i Bayer de director, tocaba la Misa núm. 2 en Mi menor de Bruckner. Dice: "Isabel, ayer el concierto, sobre todo la segunda parte, fue precioso, tocaron una Misa de Bruckner, que además era dificilísima de cantar. Pues bien, la gente se iba, sin esperar a la pausa del cambio de movimiento..." Me cuenta que la programación musical de ciudades pequeñas de otros lugares de España es mucho más avanzada, la propia Girona, pero también, qué sé yo, en lugares como Cuenca se hacen conciertos de música del siglo XX que en Barcelona fracasarían y por tanto, ya apenas se programan. El público del Palau, del Liceu, del Auditori, sólo espera la programación de siempre, y al siglo XX no ha llegado, ni siquiera a finales del XIX.
Mi amiga sigue escribiendo
"Mira qué bonito: 80.000 C'est le nombre de bougies allumées hier soir à Vienne en hommage aux 80 000 victimes autrichiennes du nazisme. Le lieu de commémoration : la place des Héros, là où le 15 mars 1938 Adolf Hitler célébra sous les vivats de 250 000 personnes l'Anschluss (annexion) de son pays natal au IIIe Reich."
Y concluye que es una desgracia vivir en un país como éste y yo sé lo que quiere decir: un país desmemoriado, que desdeña la historia y a sus víctimas, que ha dejado que los testigos de las convulsiones del siglo XX fueran desapareciendo sin darles espacio ni voz, mientras en Francia los maquis españoles llenaban debates en las televisiones, una ciudad que borra todas las marcas de su historia, que jamás encenderá velas por los fusilados en el lugar donde se ha construido el Fòrum, un país que no respeta los árboles ni el patrimonio, y con déficits culturales importantes, que pasan desapercibidos en la autosatisfacción creciente. Sé que estas palabras irritan a aquellos que prefieren soñar e imaginar que viven en una ciudad culta y maravillosa. A los no oyen el fragor de las obras, no detectan el aire contaminado, no se dan cuenta de que talan los árboles ni de que caen las casas y se construye y construye, a costa de destruir el paisaje de la costa y el interior. No saben que el sistema de recogida selectiva fracasa porque nadie pensó en el mantenimiento, que se aprueban más campos de golf, que no se invierte un euro más en educación. No quieren saberlo y su fe es tan poderosa que logran vivir dulcemente en su turístico autoengaño.
Eso sí, hace un sol deslumbrante, con esa luz que parece aprisionar alegremente toda aquella mediterránea creativa y esperanzada: en esta luz parece temblar Vallauris, o Antibes, o el jardín de la Fondation Maeght, o la Ibiza de los setenta o el Cadaqués de los sesenta, a pesar de la guardia civil. Y de eso vivimos.

2 comentarios:

civisliberum dijo...

Acabo de llegar del Rosellon y esta mañana en Ceret un coche aparcado frente a los cubos de la basura impedia que la gente tirase la basura en ellos, pues los vecinos dejaban las bolsas de basura encima del coche mal aparcado. Aqui las dejariamos en el suelo. Por cierto el coche era frances, matricula del 34, creo que es de Herrault.
Lo que dices del concierto, no creo que en Girona o Cuenca la gente conozca más música que en BCN, en provincias la gente aguanta más por la escasedad de espectaculos que tiene o por verguenza.

Belnu dijo...

Tal vez sea así, pero el resultado es que la programación musical de Bcn es más pobre por culpa de eso...