Foto: I.N. Es Vedrà, vist des de Sant Josep de Sa Talaia, Eivissa, 2008
de que Barcelona se ha convertido en uno de los peores lugares donde vivir, incluso comparativamente con el resto del país. No sólo porque cortan salvajemente los árboles y pronto será todo sólo cemento, una cantera polvorienta y ruidosa. No sólo porque la gente es salvaje y primitiva y tira basura al suelo, al bosque, a la playa, a las aceras y descampados. No sólo porque en Catalunya pagamos más impuestos y recibimos menos servicios que el resto del país. No sólo porque los precios son superiores a los de las demás ciudades, en vivienda, verduras y hortalizas, carne y pescado. No sólo porque se destruye el patrimonio arquitectónico y artístico sin que nadie ponga el grito en el cielo. No sólo porque las entradas de los conciertos de música clásica y contemporánea (miren por favor las webs y comparen la programación y los precios del Palau de la Música -Ibercàmara y Palau 100- y el Liceu con el Palacio Real en Madrid u otros lugares como por ejemplo Girona o Cuenca, donde a veces la programación es mejor y más innovadora) o de música popular (el otro día un joven asiduo de esos conciertos me decía que en Portugal los mismos conciertos con los mismos músicos, en la misma gira, valen una tercera parte, y sólo los tontos se van a Almería o Madrid o Barcelona o Huelva pudiendo ver el mismo cartel unos días después en Portugal, en lugares más bonitos y frondosos). No sólo porque la escuela pública está peor y la inversión por alumno es inferior a la de otras comunidades (País Vasco, Andalucía, Extremadura...). O la ciudad, cada vez más sucia, ruidosa, cara e insoportable para vivir, mucho peor y más descuidada incluso que Tarragona o Girona y que otras ciudades del país.
Ayer me decía un amigo que en Brasil, para preservar el turismo, limpian las playas con unas máquinas muy eficaces. Esta mañana he visto en ARTE TV un lugar en Marruecos, una laguna natural donde se crían ostras y como les compran los franceses, saben que tienen que preservar el medio ambiente y el lugar es maravilloso. Estamos hablando del llamado Tercer Mundo. Pues vayan ustedes a las playas de Ibiza (Cala Boix, por ejemplo), por ejemplo, algunas de un paisaje natural maravilloso, pero donde la basura se acumula como en vertederos libres, o vean lo que flota en el mar en Cadaqués. Sobre todo esos plásticos diminutos que los peces ingieren y que se confunden ya con la arena, pero también los grandes. Me dice una amiga que este verano, en Cadaqués, los únicos turistas llegaban en autocar, en las barcazas o quién sabe cómo, dormían en la playa o se iban antes de cenar y comían sus mendrugos sentados por la calel. Los restaurantes estaban casi vacíos, los hoteles sólo se llenaban a mitad y eso sólo los fines de semana. Y es que el turismo puede ser estúpido, pero no lo es tanto. Ir a un vertedero y pagar miles de euros por estar ahí, pudiendo ir a lugares más baratos y mejor preservados no tiene ninguna lógica. Los precios en Cadaqués o en Ibiza son muy altos, como lo son los de la vivienda en Barcelona. Pues bien, paseen por mi calle y mi barrio cualquier día a cualquier hora. Miren al suelo. Está lleno de cajas de pizza, papeles, pañales sucios, latas de bebidas, etc. Muy pocas veces llega aquí el servicio de limpieza. Ahora está todo abierto, para ampliar ese metro que justifica según ellos la tala de los árboles centenarios. ¿Por qué pagar el precio astronómico de una vivienda en esta ciudad? Crucen la frontera. G. me enseñó el otro día las fotos de su excursión por el País Vasco francés. El suelo estaba impecable. Ni una colilla.
Yo sólo pienso en encontrar una manera de irme. Ya sé que el mundo es injusto y terrible en todas partes y que vivimos una época inquietante, donde la crisis económica y la derechización y la fuerza de los lobbies permiten pocas esperanzas y generan mucha inquietud en cualquiera que piense o se arriesgue a leer la prensa. Pero aun en ese contexto, creo que me consolaría vivir con sombra de árboles, con un patrimonio arquitectónico protegido, rodeada de belleza y no de fealdad, con gente educada -aunque sea más fría- que no grita y que pide perdón por abordarte para preguntarte algo, y leer una prensa crítica donde no se niega la realidad ni los periodistas son sólo la voz de su amo. ¿Cómo podría mantenerme ailleurs? Ésa es la clave. Si los problemas son sólo como jeroglíficos matemáticos, sólo hay que estar alerta y concentrarse para encontrar la solución, para pescarla cuando aparece. Así también dejaría de molestar a todos esos que se ofenden y sienten heridos porque prefieren seguir sin ver los defectos del país, y ni ven ni oyen ni respiran para creer que Barcelona sigue siendo un lugar privilegiado donde vivir.
El otro día por primera vez un miembro del Gobierno, el ministro de Trabajo, dijo que no se podía pedir a los trabajadores que se apretaran MÁS el cinturón, aunque no anunció ninguna medida para contener el gasto público ni los precios. En vano he esperado yo que Zapatero anunciara algún recorte en los sueldos, dietas, coches oficiales, escoltas de su gobierno. Al contrario, ha habido normativas que amplían a la mujer del presidente la escolta y el coche oficial para hacerlos vitalicios. Ya sabemos que resolver la crisis no depende de ellos, pero unas medidas de corrección, desde una perspectiva social y no derechista, tal vez contribuirían a mejorar el panorama o a suavizar lo que se avecina como insostenible.
4 comentarios:
Jo també busco un lloc tranquil per traslladar-me. On la gent sigui educada, hi hagi arbres i jardins...
Saps on és aquest lloc?
L'altra cosa és trobar un mitjà de subsistència en aquest lloc. A Barcelona tinc la meva font d'alimentació.
Continuaré pensant-hi.
De moment, i per resistir, jo intento no veure-ho tot tan negre i m'aferro als pocs jardins que queden, així com a les desordenades i pobres plantacions que es fan.
Qualsevol altre lloc d'Europa. Una ciutat com ara Nîmes o Berlín o fins i tot la caríssima Londres. Els pobles i ciutats petites de la Provença francesa.
Jo també em concentro en els llocs bonics que queden, però no en parlo gaire, perquè cada vegada que ho faig, apareix un projecte per carregar-se'ls.
Si veiessis que trista i empipada està la gent de la plaça Joaquim Folguera: ja saben que ens arrencaran aquells lledoners centenaris i que no tindrem mai més ombra ni quietud, com a Lesseps
Cert, cert. La caiguda de plaça Lesseps va ser un cop molt dur. Sobretot en comprovar la duresa del que s'està fent.
Sobretot perquè van mentir, van donar a la premsa uns dibuixos del projecte amb arbres, però em va explicar un enginyer agronom que van pujar el nivell dels subterranis i metro i ban baixar el nivell de la plaça, per tant, no van deixar ni mig metre de terra per plantar-hi cap arbre. Em sembla completament irregular que ens puguin treure la frondositat i canviar-la per formigó impunement, i en una època de sequera i de canvi climàtic, sabent que ja no es recupera.
Publicar un comentario