
Otro poderoso mercado que en este país no se contiene ni regula suficientemente es el de los laboratorios farmacéuticos. Una fundación de psicoanalistas y profesionales de la salud mental ha lanzado la Plataforma contra la medicalización de la infancia, explicando los perjuicios terribles que los fármacos producen en los niños, ahora que se les administra Prozac, estimulantes anfetamínicos a los etiquetados "hiperactivos", etc.
Para paliar la angustia, en lugar de hablar, jugar, escuchar, interpretar, se intenta dormir y hacer callar a esos niños, aún al precio de dañarles para siempre. El otro día hablé de esto en mi otro blog.
Por suerte, aún quedan profesionales que luchan para detenerlo.
Luego nos "protegen" contra el tabaco, mientras nos exponen a la contaminación, el ruido, las sustancias tóxicas en la construcción y los fármacos, que sólo son drogas legales. Lo dijo Dante Bertini el otro día: algunos, en vez de médicos, tienen camellos legales. Esos médicos que aceptan las gratificaciones de los laboratorios. Esos políticos que dan entrada a medicamentos sin vigilar sus efectos ni encargar estudios independientes.
Hoy sólo quiero hacerme eco de esa Plataforma y aludir a un libro necesario, donde se explica que la clasificación de los trastornos mentales es artificial y se dirige al consumo de fármacos, es decir, se inventan trastornos o se etiquetan como tales los síntomas para comercializar fármacos. Y como triste demostración de que si nadie lo detiene, ese mercado avanza sin escrúpulos, en Estados Unidos acaban de autorizar el Prozac para niños.