lunes, agosto 20, 2007

De la pobreza, el engaño y la fealdad

Foto: Andrea Resmini, Safi, Marruecos, 2006

Leo en El País que seis de cada diez catalanes viven con menos de 1.050 euros mensuales. Lo extraño de todo esto es que la gente vive engañada, todos convencidos de pertenecer a las clases medias y de "vivir bien" (sólo porque hace sol), sin conciencia de clase ni de su situación económica y engañados por esas "otras cifras" machaconas que repiten continuamente datos de crecimiento y riqueza en España, datos que sólo se aplican a las grandes fortunas, las compañías inmobiliarias y al ritmo galopante en que los Bancos del país se enriquecen, correlativamente al endeudamiento y las dificultades de los ignorantes y engañadizos ciudadanos. Hace poco, en esa sección de La Vanguardia donde se anuncias ventas inmobiliarias aparecía un piso barcelonés del Passatge Mercader al mismo precio que una grande y sólida mansión con varias hectáreas de jardín en la Riviera francesa.

Sigo pensando que la ignorancia, la resignación y la aceptación pasiva de los ciudadanos en este país forma parte de nuestra triste herencia franquista. Este país nunca se ha recuperado de aquello. Si los precios de la vivienda se han puesto por las nubes es porque la gente los paga, se endeudan, sufren y tragan. Cuando cambiamos al euro y nos redondearon todos los precios, nadie se rebeló, mientras que en Alemania e Italia la gente boicoteó las compras de alimentos hasta que se corrigieron los precios. Alguien me dijo hace poco que se hizo las gafas en Frankfurt y le salieron mucho mejor de precio. Conozco gente que compra todos los alimentos biológicos que no sean frescos en ciudades alemanas porque son mucho más baratos. También los llamados suplementos de hierbas, minerales, etc., que allí pueden comprarse en los supermercados. Sin embargo, los sueldos de allí son bastante mejores que los de aquí. No hay como la ignorancia y la pasividad ciudadana para practicar todos los abusos... impunemente. La prensa también: día tras día nos hablan del crecimiento económico, y en la época de Aznar, medios como El País contribuyeron siempre al "España va bien", salvo en los artículos de Vicenç Navarro, uno de los poquísimos que siempre denuncia la realidad social, económica y cultural del país (diría que el otro es Eduardo Subirats).

Esta mañana he tenido que ir cerca de la pobre y eternamente afeada plaça Lesseps, donde sólo quedan dos edificios dignos, que cualquier día caerán también. Incluso la flamante y bien dotada Biblioteca Jaume Fuster tiene un edificio feo y sin gracia. En la desdichada Travessera de Dalt (una calle a la que Némesis ha intentado compensar de su contaminación y fealdad con las mejores puestas de sol de la ciudad, que comparte con las también feas y desdichadas Aragó y Mitre) siguen los carteles contra la destrucción de los jardines del Santuari Sant Josep, "pulmó de Gràcia", dicen las pancartas. He huido por República Argentina y el Putxet en dirección a mi casa, intentando mirar los restos (escasos) de árboles y casas dignas entre tanta fealdad. Anoche vi la nueva entrada de la estación de los FFCC de Rosselló y me quedé horrorizada. ¿Por qué tenía que ser tan fea? Pensé que aprovecharían para hacer por una vez algo discreto y bien hecho. O que recordarían lo bonitas que eran las estaciones antiguas de esos trenes y sentirían vergüenza. Pero la gente sigue encantada pensando que Barcelona es "la ciutat del disseny". Sin embargo, en ninguna ciudad europea se permite tanta fealdad en el diseño, ni se destruye con tanta saña la belleza histórica, ni los árboles, ni permite tanta suciedad. Una amiga que volvía de una visita fugaz a Toulouse me contaba que el turismo de allí no es como aquí, no mean en la calle ni tiran papeles al suelo ni rugen borrachos por la calle. Decía que la ciudad está impecable y limpia, que en las tiendas y cafés NO ponen música y que los árboles no son escuálidos como aquí sino centenarios, no sólo por el clima, sino también porque los protegen. Los trenes salieron a su hora y todo parecía funcionar. Ella paseaba por la ciudad pensando: ¿Por qué nosotros tenemos que soportar lo que soportamos?
Lo cierto es que tras el fiasco demostrado de las infraestructuras en Catalunya y el comportamiento de los políticos y los directivos de las compañías (tuvo que decir el responsable de Endesa que las tarifas eran tercermundistas, y claro, lo que es impensable para ellos es pasar un solo año sin pingües beneficios, como hacen otras empresas, obligadas a reinvertir de vez en cuando... ellos no, el negocio es el negocio, aunque sea a costa de un servicio público básico, este país es así), yo ya no me atreveré a defender siquiera el Estado de las autonomías, en el que tanto creí. Si los políticos son sinvergüenzas en su casi totalidad y la ciudadanía lo permite sin amotinarse y sigue votando a los que les explotan, ¿por qué pagar doble Administración? Las autonomías son para países que funcionan, con electorado exigente y límites para los abusos. Aquí parece que sólo nos sirven para multiplicar el gasto público, crear más parásitos y devolvernos aún menos de lo que pagamos. Eso sí, ha servido para proteger la lengua, pero después de veintiséis años de CIU y de la decepción del Tripartit, he llegado a la conclusión de que el precio a pagar sólo por la lengua es demasiado grande.

3 comentarios:

civisliberum dijo...

En relación a la triste herencia franquista que seguimos arrastrando, el otro dia en una amigable conversación, unos amigos franceses me indicaron que la pésima programación de TV en casi todas las cadenas españolas entienden ellos que se trata de "l'encarallotament" que padecemos en España gracias al dictador. No entendian como pueden tener audiencia los programas de la tarde, los de xismes, los de insultos, los de famoseo (no se sabe de que). Sin ser la programación televisiva en Francia nada del otro mundo, no entendian como aqui la TV puede ser tan mala y dedujeron que se debe a nuestra querida herencia franquista.

el objeto a dijo...

uy, muchas ideas que se agolpan de repente, el precio tan alto que pagamos por cosas que deciden por nosotros, la fealdad, la herencia franquista que rompe a pedazos esta sociedad fragilizada, que vive engañada, resignada, paralizada, cómo podemos estar perdiendo tantas cosas y ganando tan pocas... overwhelmed!

pero me ha encantado este post, gracias!

Belnu dijo...

Gracias a ti por tu lectura siempre preclara!