miércoles, octubre 10, 2007

Desolación

Foto: Carles Torres, a los 2 años, frente al azufaifo de la calle Arimón, 1927 (cedida por Conxita Torres). Esa frondosidad exuberante ya no existe en ningún lugar de este barrio y al paso que vamos, pronto no quedará ni una hoja.
Mientras espero que me confirmen las malas noticias que rodean a nuestro pobre azufaifo bicentenario, y me lamento de su mala suerte de nacer en un país arboricida, que prefiere acelerar su desertización construyendo y talando y destruyendo para siempre su paisaje y toda posibilidad de aminorar la sequía, voy por la calle y al intentar comprar lo que me falta, maldigo también mi suerte por haber nacido en este país y no haber sabido instalarme en otro.
Ayer leí a un afortunado blogger catalán que se ha ido a vivir a Berlín y cada vez que sale del supermercado comprueba que lo que en Barcelona le costaba 45 euros, allí no pasa nunca de 20. Y lo digo consciente de que los traductores siguen cobrando allí mucho más que aquí. Y no digamos los críticos literarios, lectores editoriales, etc. Lo de aquí es una vergüenza. Es infame que esos políticos que nos gobiernan se autodenominen izquierda pero pasen olímpicamente de los ciudadanos e ignoren la problemática social, que no hayan intentado nunca contener los precios, que hayan permitido que la vida cueste mucho más aquí que en el resto de Europa. De vez en cuando, los periódicos publican las cifras de endeudamiento de los españoles, que alcanzan niveles dramáticos, pero todo sigue como si nada. Y los Bancos se enriquecen a nuestra costa.
Ciertamente París y Londres son ciudades caras, pero su volumen de negocios y oferta cultural es muy superior al de esta pequeña ciudad costera y provinciana, y naturalmente, la gente también gana más allí por el mismo trabajo.
Unos amigos me contaban el otro día que este verano alquilaron una casa en el Périgord francés, una casa de piedra, grande, ajardinada, en un pueblo bonito y tranquilo. Pues bien, la casa les costó no sólo más barato que en Catalunya, sino también que en Asturias. Por otra parte, salían a comer en lugares caseros pero siempre con cocina esmerada y fresca y de vez en cuando se regalaban en un buen restaurante. Ambas opciones les salían más baratas que en Barcelona o que en cualquier lugar del interior o la costa de este pobre, engañado país.
Para consolarme, veo de vez en cuando Arte tv, y me siento protegida por la lengua francesa y la alemana. Hoy he visto, mientras desayunaba, un fragmento del magnífico reportaje germánico, reflexivo y de hermosas imágenes sobre las ruinas de La Habana, entrevistando a gente que las habita, orgullosa pero consciente de la agonía de todo lo que allí muere. Lo malo es que, cuando la restauren, será para llenarla también del horror que todo lo adocena.
He luchado por acortar y sintetizar mi reseña de la espléndida biografía de Melville de Andrew Delbanco en el nuevo espacio reducido de La Vanguardia (a mi alrededor, todo se reduce como las figuras de Giacometti, incluso las tarifas por mi trabajo, excepto el precio creciente de todo lo que tengo que comprar), y una vez entregada, asombrada por haber conseguido decir algo y pesarosa por todo lo que no me ha cabido, voy a leer el libro del malogrado (tal vez bernhardiano) suicida Jorge Baron Biza, también para el Cultura/s, con frase de Vila-Matas en la contraportada.
Mi pesimismo crece. Si encontrase una manera de escapar, no volverían a verme el pelo por estos lares. Y digo esto rodeada de estruendo de obras y de las grúas que han sustituido a los árboles en la Barcelona del tripartit. Ni siquiera creo en la lotería. Todavía hay alguien que me llama y me dice, antes que nada: "No te preocupes, Bel. Yo me haré rico y tú no tendrás que preocuparte de nada..." La verdad es que al menos me hace reír, con su canción de cuna de música financiera.

4 comentarios:

nomesploraria dijo...

Que pasa con el ginjoler? al final se lo cargan? Que vergüenza de ciudad, de país. Estoy harto del constante engaño, de la autocomplacencia de este país de mierda, de los precios de lo más básico, del enfrentamiento constante por cosas que no deberían enfrentar a nadie.
¿A quien le parece raro que sólo me sienta patriota del 5º 2ª? Si pudiera, te aseguro que también me largaba.

Belnu dijo...

El mutismo del ayuntamiento y del distrito mientras los rumores más negros crecen ha sido lo primero. Lo segundo, he hecho averiguaciones informales a través de contactos y he sabido que en realidad todo está decidido. Construirán alrededor del ginjoler, ellos dicen que protegiéndolo, pero cómo? Según los expertos el cemento compacta la tierra y modifica la zona radicular, el flujo de aire y agua y el árbol muere al cabo de poco tiempo. Yo intento que me reciban, pero en este país mil quinientas firmas, la festa del ginjoler, la opinión de los escritores y gente de la cultura, las apariciones en los medios, la demostración de que hemos conectado con un tema sensible... no valen nada. Nadie se siente obligado a contestar a los ciudadanos. Los políticos creen que les pagamos para que lo hagan todo a nuestras espaldas. ¿O al cabo de varios mandatos no recuerdan quién les paga? Tal vez. O nunca fueron a la escuela democrática. En otros países, contestan siempre. En otros países se protegen de verdad los árboles, no se construye alrededor de un azufaifo bicentenario, que no tiene rival en toda europa en tamaño y condición. Eso no cuenta aquí. Además, nos consideran un barrio burgués y no saben que aquí hay gente que pasa hambre, literal, y que no llega a fin de mes, vejetes con alquileres antiguos, etc., No tenemos bibliotecas ni espacios deportivos municipales ni apenas transporte público. Figura que todos tenemos masserati y chófer y filipina porque mandri está cerca. Y no tenemos derecho a espacios verdes, podemos ir a buscarlos con el masserati a francia. Así que nos los quitan todos.

civisliberum dijo...

No te desanimes, si habeis ganado una vez podeis volber ha hacerlo. Tampoco es dificil hacer construcciones elevadas del suelo, en caso de encontrar ruinas se efctua la construcción elevando el edificio con algunos pilares, de modo que el suelo queda practicamente intacto. Con imaginación y ganas se consigue todo, siempree y cuando exista el dialogo.

Belnu dijo...

Gracias, Civisliberum. Es exacto, la clave es el diálogo, pero por alguna razón, lo hemos perdido, es decir, no quieren hablar con nosotros. Creo que es algo típico de este país, que los políticos se nieguen a hablar con los ciudadanos. ¿Qué hemos hecho? Descubrir que había un elemento de patrimonio arbóreo importante e intentar salvarlo... en fin.