viernes, agosto 31, 2007

Alrededor del azufaifo

Ilustración: Júlia, una diseñadora gráfica que vive en el barrio, nos ha dedicado este cartel en homenaje a nuestra batalla por el ginjoler y lo ha pegado en la calle Berlinès, como un mensaje para los vecinos, que están contentísimos con nuestro logro.
También hoy he sabido que Aurora Altisent tiene el retrato del azufaifo prácticamente acabado: sólo le faltan algunas hojas...
Hoy hemos pedido el permiso para nuestro recital poético-musical.
Ayer, alguien que ha significado mucho en esta campaña y que no sólo me contó muchas historias míticas sobre este árbol, sino que inauguró una fase distinta en mi manera de ver este proceso del azufaifo, me llamó para explicar su silencio de los últimos tiempos. A su hijo de 16 años le han diagnosticado una enfermedad grave y toda su vida ha dado una sacudida y se ha transformado radicalmente. Yo iba a coger los ferrocarriles, al volver de ver a una amiga croata y a su pareja, agente literario, pero la noticia me dejó abrumada y ya no me resolví a coger el metro, seguí andando hasta casa, mirando a los árboles como a amigos venerables y esperando que hubiese un poder arbóreo capaz de devolverle la salud a ese chico. Me contó que antes de que todo estallara, su mujer y él habían planeado irse a la Festa delle giúggiole en octubre, a Arquà Petrarca. Frente al hospital donde están tratando al chico, hay unos cuantos ginjolers. Él mismo me dijo que esperaban que nuestro viejo azufaifo les ayudara, y no hay nadie que lo merezca más.
Luego llamé a G., porque siempre que me cuentan algo así, necesito hablar con él y saber que está bien. En el fondo, tal vez me haya vuelto sin darme cuenta como la madre de una amiga que tuve hace años, que cada vez que oía pasar una ambulancia llamaba a sus hijas y nos hacía reír. Ya sé que es irracional, pero en la maternidad hay algo que Marguerite Duras intentó sintetizar así: "J'ai beaucoup parlé de l'amour maternel puisque c'est le seul que je connaisse comme étant inconditionnel. C'est celui qui ne cesse jamais, qui est à l'abri de toutes les intempéries. Il n'y a rien à faire, c'est une calamité, la seule du monde, merveilleuse."
Y aunque suscribo exactamente esas frases si pienso en G., confieso que, desde un punto de vista filial, sé muy bien que existen madres que lo fueron sólo por obligación, que detestan esa condición que las hace prisioneras y que por ese rechazo, son capaces de tolerar y aprobar que otros maltraten y torturen a sus hijos sin inmutarse. Y sé que no son pocas. "En un concurs de mares dolentes, la meva guanyaria", me dijo una vez una artista amiga. Y lo que contaba le habría dado cuantiosos puntos para ese supuesto concurso. Me temo que conozco unos cuantos hijos que podrían presentar a las suyas al concurso.
Y con esto no excluyo a los padres de la maldad familiar. Siempre he pensado que la familia es una institución maldita y que conozco muy pocas, no ya que hayan apoyado a sus hijos, sino que no hayan sido un lastre terrible para ellos.
Y ahora me doy cuenta de que en este post se han vuelto a mezclar los temas de mis dos blogs. Mis excusas a los que visitan Polis para leer de política, temas de la ciudad y campaña del árbol. Además, el cartel de Júlia merecía algo más alegre o al menos más combativo. Mañana me enmendaré...

10 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Te corrijo: Júlia no es una blogger es un agravio comparativo. ¿Habrá algo que no haga bien esta mujer?

Belnu dijo...

Lo siento, Gregorio. Yo la conozco como blogger y para mí, ser blogger, es decir, escribir un diario en Internet, no es ningún insulto ni ningún agravio comparativo (comparativo con qué?) para nadie. Muchos grandes escritores han escrito diarios y columnas en los periódicos. Pero tal vez para ti la escritura sea algo desdeñable.

Gregorio Luri dijo...

Perdone usted... yo sólo pretendía ser irónico. Le juro que soy un ferviente admirador de doña Júlia.

Belnu dijo...

Tal vez no hablamos el mismo idioma o tal vez yo me haya vuelto obtusa, pero sigo sin ver la ironía. De todas formas, no tiene importancia.

Júlia dijo...

Lo siento, siento no ser diseñadora gráfica, pero en honor a la verdad he de decir que debe ser un error. Yo no soy diseñadora gráfica, sinó maestra, y no he hecho ese cartel, aunque has puesto el enlace a mi blog y aunque soy absolutamente partidaria de dejar el ginjoler en su sitio! Hago muchas cosas bien, pero no todas, y, además, hay que reivindicar a la verdadera autora del cartel. Misterios...

Júlia dijo...

Por cierto, seguro que el comentario del señor Luri es fina ironía y, en absoluto, un agravio, ni muchísimo menos.

Belnu dijo...

Corregido el error, habrá muchas otras Júlia, aparte de la del poema de Goytisolo, claro. No entendí el enfado de tu amigo, ahora ya veo, tal vez si la gente se explicara más claramente...

Belnu dijo...

Sin duda demasiada finura para alguien limitado como yo

civisliberum dijo...

Esta mañana he pasado frente al Ginjoler y me ha parecido impresionante, totalmente integrado es la estructura urbana del antiguo Sant Gervasi. El sentido de la estetica, la palabra y el tesón, esta a punto de salvar el Ginjoler.

Belnu dijo...

Sí, eso parece, en mi caso la pura pasión