domingo, enero 13, 2008

Anti-Heimat

Foto: I.N., Luxemburgo, 2007
Hace unos días, V me avisó de que en Arte Tv estaban poniendo un reportaje sobre Simone de Beauvoir y las imágenes eran interesantes. Lo dejé puesto porque estaba escribiendo algo, y de pronto, lo que oí me hizo plantarme delante de la tv y quedarme ahí extasiada; algo que nunca me sucede (sólo veo Arte tv y sólo mientras desayuno). Era un debate organizado con motivo del aniversario de S. de B., "París-Berlin, les femmes", y una pregunta cómo qué queremos las mujeres o en qué punto estamos. Me pareció no sólo muy interesante, sino algo completamente imposible en este país misógino, donde la mayoría de las mujeres ni siquiera tiene claro lo que significa el feminismo y procuran situarse lejos de esa etiqueta, que les parece dudosa, donde las propias feministas suelen estar desesperadas y aceleradas porque nada se da aquí por sentado, ninguna conquista, y hay que discutir siempre a un nivel primario y regresivo que agota a cualquiera, digamos, nivel chiste de camionero.
En cambio allí, las ponentes eran todas brillantes, disentían o se matizaban, pero estaban de acuerdo obviamente en las conquistas básicas, por tanto no había que perder el tiempo hablando de tonterías, y sobre todo, estaban tranquilas, podían reírse de sí mismas y también escuchar cualquier cosa del único ponente hombre con curiosidad y sin recelos especiales. La berlinesa era especialmente rápida e inteligente, ella explicó que no se podía generalizar en Alemania, pero que precisamente a los hombres les confundía la multiplicidad de situaciones o de roles, desde las mujeres realizadas profesionalmente, o desde Angela Merkel, por poner un ejemplo extremo, a una cajera de supermercado, un ama de casa, la abogada feminista turca que ha tenido que dejar su trabajo por las amenazas de muerte, etc. Ella temía que esa diferencia o ese abismo creciera. Pero sus planteamientos de futuro, la discusión sobre si era más importante influir desde la ley, la educación, los servicios y redes asistenciales, y la constatación de indicios de cambio me pareció muy interesante y avanzada. Yo me sentía afín y la verdad es que una vez más me preguntaba por qué no habría nacido yo en París o Berlín en lugar de en este país casposo y misógino y fantaseaba cómo o cuándo podría ganarme la vida allí.
Aquí, en cambio, las mujeres que se creen modernas suelen seguir a Camille Paglia, que tiene gracia la primera vez que se la lee, pero cuando se comprende que todo su interés o su obsesión es desacreditar a las feministas, en fin, me leí su artículo contra Hillary Clinton, y acababa pidiendo el voto para Obama. También leí a Gloria Steinem defendiendo a Hillary y tampoco me gustó. Esos opuestos se complementan. Hillary Clinton es una mujer y yo prefiero que gobiernen las mujeres, pero no olvido el daño que hizo Margaret Thatcher (ella era un hombre, decía mi amiga M.). Hillary defiende la guerra de Irak, la vi aplaudir a Bush en su discurso pidiendo más fondos, ya no va contra la pena de muerte, etc. Tampoco Obama pone nada en cuestión. Creen que deben acercarse a la derecha para ganar. Como mi decepción cuando algunos intelectuales del país se enfrentaron a los nacionalistas catalanes y demostraron estar tan obsesionados como ellos por la misma cuestión, pero a la inversa: se retroalimentan y no hablan de las demás cuestiones que interesan (en este caso, ni educación, ni vivienda, ni medio ambiente, sólo nacionalismo por el otro lado).
Tuve un breve intercambio con una columnista famosa de aquí que suele aprovechar toda ocasión para denigrar el feminismo y que publica con un buen editor. Me dijo que ella no era misógina, sino que creía que por ser mujeres y feministas, nos han dado ventajas que no merecíamos. Me pareció curioso que ella, que tiene esa columna por utilizar su ingenio para ser "políticamente incorrecta" (es decir, sobre todo para meterse con las feministas y el feminismo) y cuenta con un buen editor, consciente de su condición mediática, me dijera eso a mí, que no he recibido nada, ni por ser mujer, ni por ser feminista, y no creo que mi escritura sea peor que la suya, por poner un ejemplo. Es más, en un diario importante me aceptaban mi propuesta de columna si la modificaba e imitaba la suya!
También gracias a V, he escuchado un programa grabado de France Culture, Les vendredis de la philosophie, sobre la interpretación de los sueños. Comentaban e interpretaban un sueño de Adorno. Hablaban del trabajo del sueño y su función en lo traumático, hablaban de la gente que no puede soñar (recordar, acoger su sueño, contemplarlo) y cómo el análisis les devolvía esa capacidad. Decían: Creemos que analizamos los sueños y son los sueños los que analizan lo real. Hablaban del sueño como representación y de cómo la parte que no reproduce fielmente, la que modifica lo real es la parte importante, la que analiza la realidad. Y al mismo tiempo era muy literario, se hablaba del relato, de la potencia imaginaria del sueño, del uso y la construcción literaria del sueño (que lo desnaturaliza) o incluso de la fantasía del archivo de sueños, la biblioteca de sueños (Derrida, Cixous) y de piratear ese archivo (como en la novela que traduje de Jeff Noon, Vurt)... Llamaban al sueño "gardien de la memoire et de l'activité pulsionelle..." Comentaban su función de orientar el deseo hacia el mundo...
En France Culture había una entrevista de Rocard que no me interesaba, pero el título me ha hecho pensar que aquí ni siquiera los títulos de la política son sugerentes como allí. Si la gauche savait... se llamaba. No sé si es la lengua francesa o es la imaginación y la cultura, pero yo siento que aquí todo es árido y zafio.
Hoy en El País se citaba a Sarkozy en el libro de Jasmina Reza diciendo que claro que era amigo de Blair y Zapatero, "porque no son de izquierdas". Luego, un artículo sobre un tipo de alimentos transgénicos (Mon de Monsanto, compañía delincuente), que en Francia se han prohibido y en España son los más extendidos. Y que implica que los cultivadores ecológicos no puedan garantizar nada, puesto que la polinización se produce en el aire y acabamos todos comiendo esos alimentos que un gobierno de derechas en Francia califica de peligrosos para la salud. Esa es nuestra "izquierda". La que veta en Europa que se prohíban materiales tóxicos en la construcción. La que extiende los transgénicos más peligrosos. La que hace de la construcción desaforada y sin límites la fuente principal del crecimiento económico. La que no pone límites a la contaminación, ni al ruido diurno, ni cumple con Kyoto. Sólo restringe el tabaco.

6 comentarios:

Dante Bertini dijo...

querida isabel: dime por donde te mueves. Me gustaría gozar de esa restricción del tabaco aunque sea dentro de mi casa. El bar-restaurante de mi edificio, para fumadores, llena mis habitaciones de humo de tabaco. De la planta baja a un cuarto piso. ¿Dónde están las prohibiciones?

Júlia dijo...

La izquierda de aquí ya no sé qué es y las feministas autóctonas no sé si no se han extinguido, al menos como grupo, no dudo de la existencia de individualidades esforzadas.

Belnu dijo...

Tienes razón. Pero mientras yo veía el debate francés alguien me dijo que vio Lydia Falcón muy nerviosa discutiendo en un canal local, y no me extraña que se ponga nerviosa, ser feminista militante en este país es muy duro. Ayer mismo J.Antonio Molina, supuesto pensador que ya parece de autoayuda, presentó un acto exposición de anagrama y tuvo que meterse estúpidamente contra las feministas, estuve a punto de irme. Por suerte me quedé y pude enterarme de alguna buena noticia para mí.

Belnu dijo...

Cacho, se ve que no vas a editoriales, bibliotecas, presentaciones de libros, museos, inauguraciones, despachos de todo tipo. En esos sitios no hay humo de tabaco, sólo malos olores personales, productos tóxicos de limpieza y pintura, materiales cancerígenos de la construcción y gente con malas vibraciones, pero fumar no se puede. Se ofrecen vinos y canapés, como ayer, pero los fumadores tienen que irse bajo la lluvia o el viento. Quizá deberías frecuentar esos sitios!

Dante Bertini dijo...

voy, sí, no te creas, pero ocupa a lo sumo una o dos horas de mis días.
En mi casa estoy más, y se supone que es MI CASA, que la quiero sin humos, y cuando quiero tomarme un café o comer alguna tontería, simple, sin nicotina ni alquitrán incorporados, tengo que buscar largo rato y a veces ni siquiera encuentro.

Belnu dijo...

Claro, si consideras que los bares son tu casa, en eso no coincides con los gatos... je je
Son sus primos los perros los que creen que todo el espacio que alcanza su vista es suyo.
Dice una amiga mía: a mí me parece bien que en algunos bares y restaurantes no se fume, ¿pero por qué quieresn que no se fume en ninguno? Yo pregunto lo mismo. En tu casa no fumaría nunca. Ni siquiera fumo en la mía cuando estás tú...