martes, octubre 16, 2007

Prensa

Ilustración: He recibido este bonito anuncio del Times Literary Supplement. Ya sé que es publicidad, pero me gusta mucho ese árbol de libros, tan apropiado para mí, que me tienta renovar la vieja costumbre de subscribirme, aunque ¿cuándo lo leeré? Leo a trozos el Granta que aún recibo... y ya dejé The New Yorker...
Hace dos días, mi amiga Erika Bornay me recomendó el artículo de Xavier Vidal-Folch en El País sobre el "asunto Frankfurt" y lo cierto es que coincido por completo. Creo que vale la pena su lectura.
Hoy he visto un artículo del siempre interesante Vicenç Navarro donde se queja del sesgo neoliberal de la prensa de este país, y de esa extraña mentalidad de los españoles, que valoran a Solbes por encima de otros líderes sin darse cuenta de que España está en el vagón de cola del gasto social europeo y que incluso Gordon Brown es izquierdista comparado con sus medidas políticas. Léanlo, por favor. Navarro es el único que habla de las cosas por su nombre en el terreno económico y que siempre me hace pensar en las palabras del desaparecido John Kenneth Galbraith de que en la actualidad, izquierdas y derechas sólo se distinguían en la inversión social y en educación y que la seguridad social y los servicios públicos deben ser deficitarios por definición. Todo eso ha desaparecido con él, al menos por estos lares (no en Suecia y en los países nórdicos, donde yo debería vivir si no fuese por el frío y porque no conozco sus lenguas).
También leo que España es el segundo país preferido por la inmigración y eso me hace pensar nuevamente en la cuestión del velo y de la necesaria laicidad que no tenemos. Si no nos decidimos a acabar con esta semiconfesionalidad y no rompemos ese acuerdo tan injusto con la Iglesia católica, que tan responsable fue de la represión franquista, no tendremos argumentos para frenar el asunto del velo y dentro de un tiempo habremos renunciado o retrocedido en las conquistas de los derechos de las mujeres. Había un artículo de Soledad Gallego-Díaz sobre el velo hace unos días en El País, muy atinado a mi modo de ver.
En cuanto al rechazo de Mayor Oreja a condenar el franquismo y sus declaraciones de que se vivía plácidamente no son ninguna sorpresa. Esa derecha no es demócrata y puede seguir defendiendo un régimen ilegítimo, instituido por la fuerza contra la voluntad popular manifestada en las urnas, con el apoyo de Hitler y Mussolini, y en este país esas declaraciones son asombrosamente legales y toleradas. Se persigue a quienes queman una bandera o una foto del rey, pero se permite que alguien defienda las atrocidades del franquismo y siga en la política activa.
Alguien me ha llamado maximalista por mis opiniones, tal vez lo sea (yo prefiero que me llamen radical, no significa mucho en un país de tibios), pero es un hecho que el franquismo nunca fue derrotado, nunca perseguidos sus responsables, nunca hubo una ruptura clara, a diferencia de lo que ocurrió en Europa, y por eso seguimos como seguimos, Y también por eso, y por la ignorancia tremenda que supuso ese silencio, la gente no se entera del significado de las medidas de Solbes o la diferencia de lo que propuso Caldera, por ejemplo, aunque fuese por la proximidad de las elecciones. De la misma manera que la gente confunde el clima y la pereza generalizada con la calidad de vida cuando insiste en que en este país "se vive muy bien". Basta ver el índice de endeudamiento, las hipotecas, los precios de la vivienda y de los productos básicos y compararlos con los sueldos y a su vez con los europeos para comprender que aquí se malvive (excepto los poseedores de grandes fortunas y los banqueros, naturalmente).
Y volviendo al azufaifo, ayer bajé de casa a comprar pilas para el ratón inalámbrico, que se había muerto sin reserva, y fue como si lo hubiera propiciado la famosa providencia de los cristianos. Vi un camión grúa con unos operarios que intentaban colgar unos alambres de las ramas del azufaifo. "¡Oiga, alto, ahí no! ¡Ese árbol está protegido!" exclamé yo. Iban a colgar las luces de Navidad. Tuve que llamar a la Guardia Urbana, a Ninca, que vino con la documentación, a la peletera que organiza las luces y que, por suerte para nosotros, es partidaria de preservar el árbol. Y logramos arreglar la cosa, aunque no fue fácil. Más tarde, el ingeniero técnico agrícola que nos ha ayudado en esta batalla me dijo que un alambre puede matar una rama, con el roce. Una hora en la calle. Así cualquiera trabaja.

lunes, octubre 15, 2007

15 octubre, Acción blog: historia del azufaifo

Ilustración: Nico de Querol ha retratado así a nuestro ginjoler. Esperemos que inaugure una campaña de dibujos infantiles para defender al árbol de la calle Arimón.
El 15 de octubre es el día de acción de los blogs y se dedica al medio ambiente. Voy a sintetizar aquí nuestra campaña para salvar al azufaifo de la calle Arimón.
En Barcelona, los espacios verdes por habitante están muy por debajo de lo que aconseja la OMS. La construcción es el negocio en alza y está destruyendo la ciudad, como ha destruido la costa y gran parte de este país, sin que ningún gobierno se decida a ponerle coto. Un indicio claro: en Barcelona, hay una normativa contra el ruido y los excesos auditivos, pero esa normativa no afecta a la construcción. No es un hecho casual: la construcción sigue siendo la fuente principal de financiación de nuestros ayuntamientos.
En mi barrio, la mayoría de espacios verdes eran privados. Era un barrio frondoso, lleno de pequeñas casitas con jardín (y también mansiones). Unas y otras han ido cayendo bajo la piqueta para construir bloques de arquitectura mediocre y sin gracia, sólo para especular. La sombra y la quietud de árboles y pájaros se han visto sustituidas por polvo, grúas y ruido.
En mi patio de manzana, estaban tirando todas las casitas y al caer la penúltima resultó amenazado un árbol precioso, magnífico, que sobresalía y daba sombra a la calle y llenaba la acera de flores y frutos pegajosos. Era un azufaifo, Ziziphus jujuba, especie frutal originaria de China que trajeron los árabes a este país y cuyo nombre forma parte de la cultura en expresiones diversas. Su madera sirve para fabricar instrumentos de viento, y por su resistencia, se usó en otros tiempos para construir barcos.
Una editora vecina se unió a mi denuncia a través de mis blogs y empezó la recogida de las 1.500 firmas, y luego un abogado preocupado por el patrimonio, y un ingeniero técnico agrícola. Yo empecé a escribir a todo el mundo, un escritor famoso nos dedicó un artículo, la más selecta prensa de opinión y noticias empezó a hacerse eco, un arquitecto influyente pidió con nosotros que hicieran una plaza, salimos en distintas televisiones y radios, intelectuales conocidos se manifestaron a favor nuestro y muchos otros bloggers se unieron a la campaña. Descubrimos que la licencia se había concedido con información mixtificada. Gracias a nuestra protesta, el ayuntamiento decidió que no lo talarían, sino que lo trasplantarían. Nosotros presentamos informes de expertos donde se demostraba que el trasplante era un riesgo mortal para el árbol, que si sobrevivía a la poda rigurosa que habría que hacerle para sacarlo de la calle, nunca jamás recuperaría su forma ni sus dimensiones de ahora. Descubrimos que era un árbol bicentenario y que en toda Europa no hay documentado otro tan grande ni tan hermoso. Además, el azufaifo es el árbol más sostenible que existe, resistirá a la sequía que vendrá, extendiendo sus raíces profundamente. Como nos contó un luthier de Vilanova, es el árbol del confín, donde Mahoma tuvo la revelación y según el Corán, más allá del azufaifo sólo está dios. En Persia era el árbol del amor y en Italia, cuando uno se enamora se dice que ha bebido il brodo delle gíuggiole. La música popular catalana se toca con instrumentos hechos con azufaifo. Al fin, nos prometieron que protegerían el árbol in situ.
Ahora bien, la amenaza para el árbol no ha terminado. El ayuntamiento, dividido entre disensiones de los distintos partidos que lo gobiernan, ha decidido construir. Nosotros intentamos saber a cuántos metros, porque según los expertos, el cemento compacta la tierra y asfixiaría las raíces del árbol, que moriría en pocos años. Y si una máquina se acerca, podría cortar sus raíces y matarlo de forma inmediata. Sabemos que en Europa, a un árbol venerable como éste se le protege y no se construye a 500 metros. Aquí, ni siquiera quieren reservarle el terreno de 30 x 10 donde se halla. Dicen que acceder a nuestras peticiones sería un precedente peligroso. Y nosotros pensamos al contrario: ahora tienen la oportunidad de demostrar que les importa crear una ciudad sostenible, que no siempre toman partido a favor del mercado inmobiliario, que alguna vez también pueden favorecer a los árboles. Dicen que éste es un barrio privilegiado y se equivocan. Es cierto que en este barrio hay ricos, pero también hay muchísimas personas que a duras penas llegan a fin de mes, jubilados con alquileres antiguos y pensiones escasas, gente joven que comparte pisos, etc. No hay equipamientos municipales, ni bibliotecas ni instalaciones deportivas, ni apenas transportes públicos. Pero sobre todo, lo más grave es que los espacios verdes desaparecen a toda velocidad y que la contaminación y la degradación del paisaje es cada día más aguda. Otro argumento es que en este barrio gana tradicionalmente la derecha. ¿Pero qué hace la llamada izquierda por este barrio? Castigarlo por su supuesto voto de derecha. Así difícilmente cambiarán las cosas... Y por extraño que parezca, las autoridades del Distrito parecen contrarias a nuestra reivindicación.
El pasado 16 de septiembre organizamos, con la ayuda de un editor y poeta, un recital de poesía, la Festa del Ginjoler, con cartel de Aurora Altisent, en la que participó un montón de poetas y músicos a favor del árbol. Toda nuestra calle se ha llenado de trapos verdes, gracias a la iniciativa de un restaurador del barrio. En la esquina donde colgamos los recortes de periódico y las noticias del azufaifo, la gente se para a leer y a comentar mientras admiran nuestro magnífico azufaifo. Volem la Placeta del Ginjoler!

viernes, octubre 12, 2007

Discusiones y pensamientos en el día de la hispanidad

Foto: María Zambrano
El otro día discutíamos de un libro que incluye la palabra España en el título. Aunque el libro va destinado a un público europeo de estudiantes de español, o de castellano, es probable que también se venda en otros lugares del país, pero lo tendrá más difícil en Catalunya. Todos aquellos con quienes lo he comentado están de acuerdo en que aquí, ese nombre aún suscita rechazo. Mi amiga madrileña no lo comprende, cree que forma parte de cierto fanatismo nacionalista catalán.
Pero yo creo que es otra cosa. Aquí, el franquismo nunca fue derrotado, como se derrotó el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia y el colaboracionismo se condenó en Francia. Aquí hubo silencio y tras los cuarenta años de dictadura, otro pacto de silencio. Y ellos, los franquistas, se habían apropiado de ese nombre, esa bandera, ese himno... que ni siquiera han cambiado en lo esencial. Y pese a que el mito de una Catalunya enteramente republicana que luchó contra Franco sólo es un mito, ya que la burguesía catalana apoyó en gran parte al franquismo, exceptuando a sus sectores más ilustrados e intelectuales, lo que sí es cierto es que la lengua y la cultura catalana fueron perseguidas, hasta extremos ridículos e inimaginables, como demuestra el libro de Josep Benet Catalunya sota el règim franquista. Heredamos demasiadas cosas del franquismo, no sólo bandera e himnos, sino también instituciones como la monarquía. Nunca hubo un referéndum para preguntarnos si queríamos la monarquía. De manera que el nombre de España sigue demasiado vinculado a la España franquista y no a aquella esperanzadora España republicana.
Por otra parte, como escribió María Zambrano, la identidad de España se inscribe sobre el genocidio y la exclusión, la matanza de indios que conmemora este día, la expulsión de los judíos y los árabes. Y no por azar los españoles (Zambrano dixit) renunciaron a hacer historia y a hacer filosofía. No pensar, no hablar, enterrar... y propiciar el analfabetismo.
Yo escribo en castellano, no puedo evitar sentirme vinculada a la lengua de Cervantes, la de García Lorca, a mi antepasado Nicolás Salmerón, a las literaturas latinoamericanas. Es mi lengua materna y mi lengua literaria, aunque haya trabajado y traducido también al catalán como lengua de destino y aunque siempre haya simpatizado y apoyado esa lengua (pero no a cualquier precio, no al precio de abandonar lo social, lo educativo, lo ambiental todo, para preocuparse sólo de la lengua y las reivindicaciones nacionales, como hizo CIU en sus 26 años de gobierno, y ERC parece dispuesta a seguir sus pasos).
Pero comprendo que la imagen de España sólo podría recuperarse desde aquí si hubiera una ruptura clara con ese pasado y no tímidos intentos, siempre light.
Y esa ruptura no afecta sólo a "lo español", sino que afecta también a nuestros políticos catalanes. Por ejemplo, construir el Fòrum sobre el Camp de la Bota, donde (ayer me lo recordaba un amigo) llegaban camiones y camiones repletos de presos republicanos que eran fusilados allí. Enterrar ese recuerdo, intentar borrarlo en lugar de levantar un memorial, como se habría hecho en cualquier país de Europa, es un gesto terrible, que nunca ayudará a este país a recuperar la salud ni la cultura. ¿Qué identidad queremos construir, si enterramos el drama principal ocurrido aquí?
Hubo una España republicana. Hubo un Madrid que luchó contra Franco y fue bombardeado. Hubo muchos españoles que murieron en los campos o fueron al exilio con tantos otros catalanes. Con ese país que intentaba corregir su pasado terrible e inaugurar una época de conocimiento y educación (la República construyó más escuelas y bibliotecas en su corta existencia e invirtió más dinero en ellas que nunca antes ni después en este pobre país, y trabajó seriamente para fomentar la lectura y la cultura entre los trabajadores), de arquitectura progresista, de feminismo, de artistas de las vanguardias, de médicos innovadores, de pedagogos revolucionarios, de Universidades llenas de intelectuales brillantes. Con ese país y esa identidad quisiéramos reconectar algunos. Pero no nos lo ponen fácil...
Por cierto, que al parecer, este año, el día de la cruel hispanidad coincide con el fin del Ramadán, esa fiesta que celebran los musulmanes en el fin del ayuno y que en París, el IMA suele celebrar con conciertos interesantes...
Y volviendo a mi tema de los árboles, un amigo me trajo ayer un artículo de Le Monde que habla de árboles, del castaño que dio esperanza a Anna Frank. Espero que pueda funcionar el link. Les arbres pleurent aussi, par Laurent Greilsamer. Ojalá lo leyeran nuestros políticos municipales, tan insensibles a los árboles.

miércoles, octubre 10, 2007

Desolación

Foto: Carles Torres, a los 2 años, frente al azufaifo de la calle Arimón, 1927 (cedida por Conxita Torres). Esa frondosidad exuberante ya no existe en ningún lugar de este barrio y al paso que vamos, pronto no quedará ni una hoja.
Mientras espero que me confirmen las malas noticias que rodean a nuestro pobre azufaifo bicentenario, y me lamento de su mala suerte de nacer en un país arboricida, que prefiere acelerar su desertización construyendo y talando y destruyendo para siempre su paisaje y toda posibilidad de aminorar la sequía, voy por la calle y al intentar comprar lo que me falta, maldigo también mi suerte por haber nacido en este país y no haber sabido instalarme en otro.
Ayer leí a un afortunado blogger catalán que se ha ido a vivir a Berlín y cada vez que sale del supermercado comprueba que lo que en Barcelona le costaba 45 euros, allí no pasa nunca de 20. Y lo digo consciente de que los traductores siguen cobrando allí mucho más que aquí. Y no digamos los críticos literarios, lectores editoriales, etc. Lo de aquí es una vergüenza. Es infame que esos políticos que nos gobiernan se autodenominen izquierda pero pasen olímpicamente de los ciudadanos e ignoren la problemática social, que no hayan intentado nunca contener los precios, que hayan permitido que la vida cueste mucho más aquí que en el resto de Europa. De vez en cuando, los periódicos publican las cifras de endeudamiento de los españoles, que alcanzan niveles dramáticos, pero todo sigue como si nada. Y los Bancos se enriquecen a nuestra costa.
Ciertamente París y Londres son ciudades caras, pero su volumen de negocios y oferta cultural es muy superior al de esta pequeña ciudad costera y provinciana, y naturalmente, la gente también gana más allí por el mismo trabajo.
Unos amigos me contaban el otro día que este verano alquilaron una casa en el Périgord francés, una casa de piedra, grande, ajardinada, en un pueblo bonito y tranquilo. Pues bien, la casa les costó no sólo más barato que en Catalunya, sino también que en Asturias. Por otra parte, salían a comer en lugares caseros pero siempre con cocina esmerada y fresca y de vez en cuando se regalaban en un buen restaurante. Ambas opciones les salían más baratas que en Barcelona o que en cualquier lugar del interior o la costa de este pobre, engañado país.
Para consolarme, veo de vez en cuando Arte tv, y me siento protegida por la lengua francesa y la alemana. Hoy he visto, mientras desayunaba, un fragmento del magnífico reportaje germánico, reflexivo y de hermosas imágenes sobre las ruinas de La Habana, entrevistando a gente que las habita, orgullosa pero consciente de la agonía de todo lo que allí muere. Lo malo es que, cuando la restauren, será para llenarla también del horror que todo lo adocena.
He luchado por acortar y sintetizar mi reseña de la espléndida biografía de Melville de Andrew Delbanco en el nuevo espacio reducido de La Vanguardia (a mi alrededor, todo se reduce como las figuras de Giacometti, incluso las tarifas por mi trabajo, excepto el precio creciente de todo lo que tengo que comprar), y una vez entregada, asombrada por haber conseguido decir algo y pesarosa por todo lo que no me ha cabido, voy a leer el libro del malogrado (tal vez bernhardiano) suicida Jorge Baron Biza, también para el Cultura/s, con frase de Vila-Matas en la contraportada.
Mi pesimismo crece. Si encontrase una manera de escapar, no volverían a verme el pelo por estos lares. Y digo esto rodeada de estruendo de obras y de las grúas que han sustituido a los árboles en la Barcelona del tripartit. Ni siquiera creo en la lotería. Todavía hay alguien que me llama y me dice, antes que nada: "No te preocupes, Bel. Yo me haré rico y tú no tendrás que preocuparte de nada..." La verdad es que al menos me hace reír, con su canción de cuna de música financiera.

martes, octubre 09, 2007

Premio Blog Solidario

Aleksander Nagi me mandó este premio y yo no supe colocarlo antes. Aquí está...

lunes, octubre 08, 2007

El muro de la lectura

Foto: I.N., El muro de la lectura, 2007
En la esquina de nuestra proyectada plaza del azufaifo, rodeada de la alambrada donde ondean banderolas verdes, en nuestra particular Speakers Corner silenciosa, los vecinos se paran a leer los carteles de artículos, el plano de la Plaza que él Ayuntamiento proyectó en 1977, un artículo de Vila-Matas en El País, otro de Oriol Bohigas en El Periódico, uno de Oriol Pi de Cabanyes, dos de Francesc Arroyo, uno de Agustí Fancelli, alguna respuesta de Imma Mayol, y las noticias últimas, junto con la placa fotográfica que hizo Isaias Fanlo de la Plaça del Ginjoler.
Pero seguimos sin saber nada de la Plaça del Ginjoler, los vecinos preguntan y corren rumores pesimistas. En la revista del de distrito, la regidora promete hacer muchas guarderías. Es curioso que pretendan hacer una guardería (si es cierto uno de los rumores) en la única calle donde hay una, en lugar de concertarla. O que haya que construir y matar un árbol para hacerla, mientras las escuelas públicas no pueden ofrecer una hora o dos de guardería a los padres que trabajan y no pueden llegar a las 5 de la tarde. La casa por el tejado. En lugar de mejorar y consolidar lo que ya hay, construir más, y contaminar más, para que los niños que ya circulan por esa calle y van cada día al colegio en esa calle, respiren peor.
Los dueños de la colchonería, que suministran colchones a todo el barrio y han visto caer todas las torres y recuerdan los jardines, me cuentan que un cliente amigo del constructor Supportis mantiene que va a construir dos viviendas apareadas en vez de seis y sin aparcamientos subterráneos, dejándole un recuadro pequeño al árbol. Otra señora ha oído que van a hacer dos edificios pequeños para guarderías.
Durante el franquismo, cuando soñábamos con un país democrático, no imaginábamos que la falta de educación y preparación, la ausencia de cultura democrática y de escucha y reflexión pervertiría de esta forma las decisiones y la práctica. No sabíamos que importarían más las apariencias que la realidad, que nuestros políticos preferirían estrenar leyes sin poner los instrumentos necesarios ni el dinero para que se cumplan, que preferirían abandonar las infraestructuras existentes e inaugurar siempre otras nuevas, aunque eso suponga destruir la ciudad, empeorar la calidad de vida, perjudicar el medio ambiente y malgastar el dinero público. Que montarían campañas de participación anecdótica (en la revista municipal hay una viñeta con Hereu sonriendo ante las propuestas absurdas y caprichosas de ciudadanos infantilizados) y no escucharían ni informarían a los mil quinientos vecinos que han firmado en favor de una plaza del azufaifo.
Una plaza entera, en todo el solar, de 30 x 10 metros, para que la zona radicular del árbol siga recibiendo el flujo de agua y aire que necesita. No un parterre rodeado de cemento para acelerar su muerte.
Entre tanto, además de pedir hora para hablar con quienes deciden, he vuelto a escribir a Imma Mayol.
Benvolguda Sra. Mayol:
Els veïns -ja són mil cinc-centes signatures- ens pregunten per la Plaça del Ginjoler. Corren rumors de tota mena. Al districte, mai no ens han reconegut que aquest terreny fos municipal; al contrari, sempre han insistit que era propietat privada.Generalment, són els representants dels districtes qui defensen els interessos dels ciutadans contra planificacions generals de l'ajuntament. En aquest cas, estranyament, passa exactament al contrari.
Com vostè sap, a Europa, no es podria construir 500 metres al voltant d'aquest arbre venerable. Aquí, només els demanem 300 metres. Sabem -perquè els experts ens ho han dit- que, si construeixen -pisos o equipaments- al terreny on és l'arbre, aquest ginjoler morirà, si no immediatament, al cap d'uns anys.
Podria ser que, per primera vegada, l'ajuntament oferís un exemple de política sostenible i verda? Podria ser que no sempre guanyés el mercat immobiliari?
Esperem que ens confirmi que hi ha bones notícies per al ginjoler bicentenari, l'exemplar documentat més gran d'Europa.
Gràcies

Noticias de otras talas

Foto: I.N., abedul con pruno detrás, Vojvodina, Serbia, 2007
Cuando te ocupas de un árbol, llegan siempre noticias de otras talas, sobre todo en esta pobre ciudad nuestra que, con ayuntamiento "de izquierdas", está completamente entregada al mercado y la especulación. A nadie parece importarle el cambio climático en nuestro ayuntamiento. A nadie parece importarle que la contaminación crezca, que el oxígeno disminuya, que la sequedad aumente y que desaparezca la belleza allí donde aún queda. Toma el dinero y corre sigue siendo el lema. Y eso sabiendo que con los otros -CIU y PP- sería aún peor.
No es sólo Barcelona, es Catalunya (que ya fue destruida, desecada, contaminada, abandonada, descontrolada en los purines, masacrada por autopistas que podrían haber sido trenes... en tiempos de CIU) y es toda la península (no incluyo Portugal).
Me hablan del ya tristemente célebre Plan Caufec, en Esplugues, que pretende construir doscientos treinta mil metros cuadrados donde antes sólo podían construirse treinta mil, cargarse Les Oliveres, árboles y campos, paisaje humano, gracias de nuevo al ayuntamiento del lugar, que ayuda a enriquecerse a la familia Sanahuja. Hace dos años que los vecinos protestan... en vano.
La única Tala que soporto es el maravilloso libro de Bernhard, donde su narrador despotrica e insulta a su alrededor para sí, en su brillante monólogo, sentado en su sillón de orejas en una cena del mundillo teatral vienés, tras el suicidio de una amiga (Ingebord Bachmann?). Habrá que leerlo encerrada en un piso, y para salir habrá que ponerse escafandra, como en aquel anuncio alemán contra la desertización y el agujero en la capa de ozono. Lo demás es pura tristeza y la sensación de estar rodeada de estupidez. Esos políticos corruptos, esos constructores zafios, esos arquitectos que se prestan a la destrucción con toda su arrogancia, ¿adónde creen que irán a refugiarse cuando se lo hayan cargado todo, a la Luna?

domingo, octubre 07, 2007

Cultura, rectificaciones, rigidez, prensa

Foto: I.N. Cuervo encapuchado en una plaza de Belgrado, 2007 (Por cierto, el tamaño de las personas y los árboles de una simple plaza muestran la diferencia entre el patrimonio arbóreo de cualquier ciudad europea y Barcelona, aunque luego nuestros políticos afirmen la falacia de que Barcelona es la ciudad de Europa con más árboles... nuestros árboles son ramitas comparados con los suyos...)
Parece que Catalunya Ràdio ha pedido disculpas a Cristina Peri Rossi y le ha ofrecido que vuelva a la radio. La escritora ha dicho que esta vez preferiría que le especificaran las condiciones por escrito (la otra vez no hubo contrato y se la quitaron de encima sin más). Al menos han rectificado. En cambio, para la Feria de Francfort, no hay arreglo posible. Jordi Pujol insiste en que lo natural era que sólo acudieran los escritores en lengua catalana, pero en el propio Francfort no se entiende lo que está ocurriendo. Después de la India, que estuvo presente con su veintena de idiomas oficiales (donde sólo excluyeron a los que escribían en inglés), el público buscará en vano a los escritores catalanes en lengua castellana. Todo quedará sectario y empobrecido, y gracias a esa falta de flexibilidad, a esa incapacidad de negociar y dialogar y a esa cerrazón, muchos escritores importantes, que deberían estar ahí, se han autoexcluido.
Siempre es bueno leer cómo nos perciben y nos relatan otros. Sobre todo, en lugares donde la reflexión y el debate son cotidianos, no como este país, donde a la gente, como a nuestros políticos, les cuesta debatir sin descalificar y ofender en primer lugar. Se acusa antes de reflexionar. Muchos se sitúan en una posición de righteousness, de arrogante posesión de la verdad, sin advertir que resulta ridícula desde fuera. Aquí se habla de la discusión que hemos suscitado en Francfort. Y en Le Monde, se habla del affaire Peri Rossi.
Hace poco, dos escritores serbios discutían que, precisamente por los prejuicios ideológicos y la rigidez de la comunidad de escritores de la antigua Yugoslavia, teniendo a muchos de ellos establecidos y publicando en ciudades de otras partes del mundo, no podían aprovechar para consolidar la presencia de su literatura en el mundo. Uno de ellos argumentaba que, por encima de nacionalidades y discusiones ideológicas, debería prevalecer el criterio de la buena literatura, pero no es así. Y eso endurece el aislamiento y la fragmentación. Aquí, sin un conflicto bélico tan cercano como el de ellos, estamos en las mismas.
Por cierto, como no puedo corregir la sección comentarios, aclaro aquí que cuando dije Monzó, quería decir Sergi Pàmies, quien declaró en COM.Ràdio que no podía decir su opinión sobre el affair Frankfurt porque si la decía, le mandarían a los Mossos.
Dicho esto, otras dos o tres cosas llaman mi atención en la prensa de hoy, una, que por una vez estoy de acuerdo con Vargas Llosa y es en el asunto del velo. También Ramoneda habla de ello. Creo que la laicidad en la escuela es el fallo de este país y nos toparemos con ella cada vez que queramos plantearnos el asunto del velo islámico. El relativismo cultural no puede cegarnos ante los derechos de las mujeres, pero deberíamos eliminar también los crucifijos e imágenes de las escuelas. Insisto en mi idea de siempre. En este país, el fascismo nunca fue derrotado y cualquier intento que implique desafiar sus privilegios y territorios de poder o patrimonio incautado por la fuerza, cualquier intento de condenar el régimen anterior de forma clara se estrella contra esa derecha arrogante y antidemocrática que aún manda.
Abel Ramon Vidal, joven escritor bibliófilo y vecino del azufaifo, ha escrito sobre nuestro ginjoler en una publicación electrónica (apartat social "El ginjoler del carrer Arimón").
Y el resto es literatura. No se pierdan el artículo de Vila-Matas sobre Sophie Calle.

jueves, octubre 04, 2007

Médicos

Foto: I.N. El tronco de seda cruda del abedul, Cortanovci, Vojvodina, Serbia, 2007
Ayer, en El País, me sorprendió la carta de un médico que se consideraba maltratado por el sistema, pero también por los pacientes, a los que visitaba tres minutos y que le increpaban cuando se iba a comer. En lugar de rebelarse contra unas visitas tan precarias e insuficientes, la tomaba contra ellos, sin recordar que los pacientes son, en general, gente que sufre de algún mal y que si eligió esa carrera, debería tener cierta empatía con el dolor humano. Una visita de tres minutos tras una larga espera es un tratamiento ofensivo, que menosprecia el dolor.
Naturalmente, los médicos deben cobrar y trabajar en condiciones y es lógico que se vayan allí donde les consideran mejor y facilitan su práctica, pero parece que en nuestro país, la gran mayoría de médicos haya perdido toda humanidad y toda empatía hacia los enfermos. Se ve que ese médico no ha tenido que sufrir como paciente los abusos, el maltrato y el encarnizamiento terapéutico.
Yo he visto a mi padre y a su tercera mujer sufrir y morir en condiciones terribles gracias a ese personal de médicos deshumanizados, interesados tan sólo por la investigación y los números. Cuando le diagnosticaron el cáncer de pulmón, un amigo de mi padre, prestigioso oftalmólogo, le dijo a su mujer: "No hagáis nada. Será inútil y sólo servirá para hacerle sufrir cinco o seis meses que le quedan de vida." Ella no se lo transmitió. Además, una flamante y política doctora, entonces con cargo importante en Vall d'Hebron, engañó a mi padre, amenazándole con que, si no se sometía a los tratamientos, se quedaría inválido durante un año. Mi padre detestaba depender de otros y decidió someterse. Le operaron para eliminar la metástasis del cerebro. La quimioterapia le produjo acúfenos terribles y distorsión del oído, ya no pudo escuchar su música, pero tampoco distinguir las voces, saber si por teléfono le hablaba un hombre o una mujer. Le producía náuseas constantes y un sabor metálico, tuvo que renunciar a su querido vino y la comida le sabía mal. Antes de entrar en el quirófano, me dijo que casi prefería no salir de allí porque, dijo, muy despacio y en voz baja: "Ya no tengo... calidad de vida". La operación, abrirle el pulmón para volver a cerrárselo sin hacer nada, le produjo terribles dolores, pero no le daban más que Nolotil. Yo recuerdo mi desesperación de un domingo en el Hospital de la Vall d'Hebron, las enfermeras retrasándole el Nolotil porque tenían que hablar de sus amoríos. "No les digas nada", decía mi padre, con su nuevo estoicismo cansado, "si te quejas, es peor". Al fin encontré a un médico de guardia y le abordé. "Es una vergüenza que dejen a este hombre sufrir así", le dije. "Y en pleno postoperatorio." Debí de pillarle en un momento bajo porque a partir de ese momento, mi padre pasó a régimen de morfina.
Recuerdo también la asombrosa reunión con los dos médicos que nos convocaron para anunciarnos que no había nada que hacer, que no le habían podido quitar el pulmón. "En cambio, la operación de la cabeza salió muy bien, ¿verdad?", comentaron orgullosos y risueños, con una alegría ligera, como si hablaran de piezas de coche. Obviamente, a ellos no les importaba que se muriera, pero tampoco se les ocurría pensar que a nosotros sí. Alguna de mis hermanas quería matarlos. Ninguno de ellos se ocupó de decirle las noticias a mi padre. A partir de ese momento dejó de interesarles: ya no podían experimentar más con él.
Por suerte para él, le atendió alguien de la unidad del dolor. Personal empático, amable, comprensivo, que intentaba ayudar a los pacientes que van a morir. Yo no podía entender la diferencia. ¿Por qué no educan ustedes al resto del hospital?, les pregunté.
El padre de un amigo tuvo el mismo cáncer que mi padre, duró también 5 meses como él, sólo que se negó a someterse a ningún tratamiento excepto homeopatía y lo único que tuvo fue tos. No murió en la terrible agonía de mi padre, ni nadie de la familia tuvo que suplicar a un médico que se negaba a acortar el sufrimiento por "creencias religiosas". Él sí tuvo un tiempo de calma para despedirse del mundo, y pudo saborear su comida y su vino y escuchar su música hasta el fin.
Tres años después de la muerte de mi padre, su mujer, mucho más joven que él, tuvo el mismo cáncer, en el mismo pulmón ("Son las lágrimas que no lloré", decía ella) y fue a parar al mismo hospital ("Espero que me toque la misma cama, así me sentiré acompañada"), donde la trataron con la misma actitud, inútilmente, sin evitarle el dolor, sino al contrario, sometiéndola a pruebas muy duras, hasta su muerte.
No voy a contar aquí todos los detalles de esos tratos porque no quiero producir pesadillas a nadie. Cuando, años después, una mujer de mi familia tuvo un cáncer, me pidió que la acompañara al Hospital Clínico. Allí, unos médicos jóvenes nos explicaron el protocolo, con orgullo científico: operación, introduciendo un isótopo radiactivo en la misma intervención para ver la afectación, decisión en quirófano del trozo que se le extirpaba, quimioterapia y radioterapia. Cuando preguntamos por el crecimiento del tumor, el médico se explayó apasionado con su ciencia: "Hay tumores estrellados, tumores con prolongaciones, tumores que crecen deprisa y otros..." Los dos parecían emocionados al enseñárselo uno a otro durante la exploración táctil: ""Mira, ¿lo ves? ¡Aquí se nota perfectamente!", con ilusión, como si fuese un recién nacido. Y claro, los tumores son sus bebés, pensé yo. Cuando ella dijo que no sabía si haría nada de aquello, la interpelaron con furia escandalizada: "Vamos a pedir otra opinión", dije yo, para calmarles. "Ah", dijeron con alivio momentáneo. "Pero en todas partes le dirán lo mismo", añadieron enseguida. Al salir, a ella le cayeron lágrimas. "No te preocupes", le dije. "Buscaremos otra opinión. Esto es un laboratorio, ellos no saben nada de ti..."
Ella buscó alternativas y las encontró, pese a la presión de mucha gente, que no la comprendía e intentaba traspasarle su miedo. No se operó ni se sometió a esos tratamientos agresivos, sino a otros alternativos, sin molestias y sin efectos secundarios. Al cabo de unos meses, el tumor, que ya era pequeño, se le había reducido y encapsulado. No volvió a tener más molestias y el tiempo ha pasado. Yo no puedo garantizar que ese sea el final de todo, ¿pero quién podría, en ningún caso? Todos vamos a morir un día. Lo que sí puedo decir es que ella evitó todo ese horror.
La quimioterapia es un gran negocio, tan grande y tan dañino como la venta de armas. Algunos científicos han planteado que el cáncer esté relacionado con el sistema inmunológico y en ese caso, se trataría de reforzar las células y no de debilitarlas. En España no interesa investigar. Ya sé que curan a algunos, pero a qué precio. Y a muchos otros los masacran a sufrimientos, aun sabiendo desde el principio que es inútil. Uno siente una gran soledad frente a ese mercado de perversos chamanes. Es muy difícil encontrar tras un diagnóstico una orientación honrada, independiente de los grandes negocios y los laboratorios donde sólo importan los resultados numéricos y el avance de las investigaciones. Se ocultan resultados. Se ensaya con fármacos nuevos sin permiso. Se trata al enfermo con una indiferencia total.

sábado, septiembre 29, 2007

Lluís Maria Todó, en la fiesta del azufaifo, hizo esta propuesta

Foto: Francesc de La taula, Festa del ginjoler, 2007 (al fondo se ve al librero de la calle Berlinès, de pie, aplaudiendo)
Proposta
que a la futura plaça del ginjoler, s’hi construeixi una font amb una escultura: aquesta escultura haurà de representar dues dríades, nimfes protectores dels arbres, ballant agafades de la mà, i tindran les fesomies d’Isabel Núñez i Isabel Lacruz. A la part de davant de la font, hi haurà una làpida de marbre del Pentèlic, que és el més bonic del món, que portarà gravats aquests versos:
Explica el ginjoler amb ses branques
Com, a tranques i barranques,
Van salvar-li les arrels
Dos valentes Isabels.
Que es conegui a tot lo món
L’arbre del carrer Arimon!

jueves, septiembre 27, 2007

Mujeres, proceso de paz, políticas irracionales

Foto: Francesc (La Taula), Festa del Ginjoler, 2007
Iinvitada por Carme Valls, he ido a ver a Bronagh Hinn, que hablaba en un ciclo organizado por CpC. La primera cosa sorprendente es descubrir el papel tan decisivo que ha jugado su organización de mujeres en el proceso de paz en Irlanda, y cómo nuestros medios de comunicación han ocultado esa realidad. Por ejemplo, esa organización (que trabajaba con mujeres de todos los partidos), la única que llevó mujeres a las negociaciones, fue también la única que mantuvo la necesidad de seguir negociando con el Sinn Feinn en los momentos de ruptura del alto al fuego, la única que incorporó a las víctimas, la que logró crear la red de escucha, diálogo y entendimiento necesarios para el acuerdo de Good Friday de 1998... Decía que las mujeres, que han sufrido y sufren históricamente la exclusión, son el mejor colectivo para lograr justamente inclusión. También ha contado anécdotas interesantes y ha dicho que a las mujeres les cuesta menos decir de algo "no lo sé, no lo conozco, lo dudo.." que a los hombres políticos, que les cuesta menos matizar su opinión para dar cabida a la argumentación del otro.
Le he comentado que aquí, las víctimas han resultado hasta ahora fácilmente manipulables para un discurso de venganza y antidiálogo, y ella me ha dicho que allí también ha habido víctimas manipuladas por todos los partidos y que se oponían al proceso de paz, pero ha habido víctimas que han defendido el diálogo con energía.
Una de las cosas interesantes que ha dicho, de cómo su organización actual, DemocraShe, orientada a la democracia con participación de mujeres y que incluye formar a mujeres para la participación política, trabajan para destruir viejos hábitos de la política y lograr que los políticos sirvan a (trabajen para) los ciudadanos.
Es un punto clave aquí. En mi experiencia con la batalla del azufaifo, he comprobado inevitablemente que en este país, los políticos no recuerdan que son empleados nuestros, que nosotros les pagamos, que no sólo tenemos derecho a votar y a mantenerles o echarles de sus puestos, sino que eso implica escucharnos y que esa escucha podría mejorar su gestión, no sólo desde un punto de vista inocente, sino que a veces podemos darles ventajas, permitirles ganar popularidad o votos sin perder tanto. Porque sin duda, corrupción aparte, un político municipal sin un proyecto de ciudad muy claro está perdido frente a las presiones brutales del mercado, de los promotores, que sí tienen un modelo claro: enriquecerse a cualquier precio. Los ciudadanos que se quejan, que piden o exigen podrían contribuir a orientar su actuación, al menos a veces. Pero nuestros políticos, además de la tentación del mercado, son analfabetos en democracia. Sólo esa ignorancia explica la arrogancia y el desdén con que nos han tratado.
Cuando descubrieron que no podían ahuyentarnos como se espanta a una mosca, que salíamos en la televisión y los periódicos, nos recibieron con sonrisas. Pero las sonrisas se helaron pronto. Cuando nos quejamos ante la nueva joven regidora, Sara Jaurrieta, de que no nos habían informado de nada, a pesar de las 1.000 firmas de vecinos que nos apoyaban, dijo: Amb mi, això no us passarà. Pues bien, ha vuelto a pasar. En vano hemos esperado información alguna sobre el proyecto de construcción que tienen previsto frente a nuestro árbol y que acabará con él si no lo impedimos. Sus costumbres vienen del franquismo. Como también la costumbre de pasividad de los ciudadanos.
Algunos vecinos tampoco soportan que logremos algo con las reivindicaciones, tal vez porque rompe sus esquemas pesimistas de que nada se puede cambiar. El presidente de una asociación del barrio, cuando le llamé pidiéndole ayuda para conseguir en la Festa del Ginjoler la electricidad que el Ayuntamiento nos negaba, me dijo que no me colgaba el teléfono porque antes le habían llamado de la Associació de Veïns, pero que nuestra actitud le parecía equivocada, ¿cómo nos atrevíamos dos personas físicas a pedir permiso para hacer una fiesta en la calle? No le extrañaba que el Distrito nos la negara, ¿no sabía yo que a ellos les daban toda la electricidad que querían? Yo no daba crédito a mis oídos. Luego me dijeron que ese señor desaprueba toda reivindicación que no tenga intereses pecuniarios. Vivir para ver.
Y ahora me retiro porque, mientras escuchaba a esa irlandesa activista y positiva me había olvidado de mi gripe del avión, pero cuando ha empezado una intervención masculina, he notado que empezaba a tener fiebre. Y ahora me parece como si fuese a derrumbarme.
Plus tard...
He sabido que Cristina Peri Rossi ha sido despedida de Catalunya Ràdio por hablar en castellano. Es el mundo al revés. Esta gente que ahora nos gobierna no distingue entre quienes siempre han apoyado la lengua y las reivindicaciones del país. Para adherirse a ella contra esa medida arbitraria, pinchar aquí. Es un indicio más de la confusión y la falta de criterio que reina en todos los aspectos. No es sólo la lengua y la cultura, es todo. Permiten construir hoteles espantosos y bloques de apartamentos que destruyen las calas en ses illles pero prohíben y cierran el único chiringuito de cañizo y madera donde ofrecían comida digna a precio razonable. Nos quitan la terraza de un café agradable en una placita solitaria y tiran todas las torres del barrio para construir bloques grises sin ventanas, que necesitarán mucha luz artificial y aire acondicionado. Persiguen a los fumadores mientras alientan la contaminación en la calle, la construcción, los pesticidas agrícolas, etc. Nos someten a controles humillantes en los aeropuertos, pero dejan circular libremente al que lleva plutonio. Frente al conflicto del País Vasco, en lugar de buscar el entendimiento con todas las fuerzas, de intentar recuperar a los simpatizantes de los etarras, a los familiares de presos, a las víctimas con capacidad racional, en lugar de buscar la paz como sea y con obstinación, todos prefieren esa política declarativa de venganza (mientras por detrás negocian o mientras olvidan que negociaron). Algunos dirán que me lío, pero creo que todo forma parte de lo mismo: esa torcedura de las cosas, esa arbitrariedad, esa cultura de las mentiras.

martes, septiembre 25, 2007

La fiesta del azufaifo

Foto: I.N., Orilla del Danubio en Cortanovci ("los árboles crecen del agua"), Serbia, 2007
Ha pasado mucho tiempo, para mí una eternidad. Intenté escribir una síntesis antes de irme, pero estaba agotada. ¿Cómo reconstruir ahora la fiesta? Creo que fue un éxito. Todos brillaron, cada uno a su manera: Dante Bertini abriendo con su gracia sutil, Enric Casassas muy inspirado y compenetrado con Gasull, el dúo Vilallonga con Paulina Fariza y el joven Iannis Obiols de voz clara, Lluís Maria Todó con su homenaje irónico y cálido, Clapès no sólo con su lectura precisa, también con su presencia y ayuda, Dolors Udina y Esther Zarraluki leyendo a otros poetas con voces sugerentes, las citas a Joaquim Folguera, que protegió la fiesta con su espíritu, todos los poetas, con su diversidad de tonos y escritos: Francesc Parcerisas, Mireia Mur, Cinta Massip, Josep Pedrals (al que le pedimos doblete en un momento de impasse), Victor Sunyol, Francesc Gelonch, Jordi Valls, Ester Xargay, que cantó unas corrandas, y el músico Xavi Lozano, que tocó un tiple hecho con madera de azufaifo... Y todos los que trajeron sus textos con humor, genio poético y pasión, y también los que los mandaron, como Hac Mor o Dolors Miquel o Joaquim Carbó... Las intervenciones necesarias de algunos de los protagonistas más decisivos, como Ninca Lacruz, pero también Borja Querol... Y la asistencia de muchos amigos y participantes y vecinos y gente que se acercó después a felicitarnos, algunos con frases emocionantes...
La crónica de El País recogió algunos momentos memorables y olvidó otros (convirtió a Elena Vilallonga y Paulina Fariza en "Paulina Vilallonga", y a mí me clasificó como traductora, que lo soy, pero mi relación con ese árbol se ha basado más en mi escritura que en ninguna traducción, y casi todos los que han escrito sobre el tema me citan, con o sin nombre). Pero lo importante es que saliera.
También Dolors Udina habló de nuestra fiesta en el Avui. Y tal vez me haya perdido alguna otra crónica, porque me fui a la mañana siguiente a Serbia... Y el blogger Frikosal muestra tres fotos del evento, en blanco y negro (yo quería una prueba de que estuve allí, pero no salgo... ¿quizás lo soñé?). Y otro distinguido blogger me dedicó un pequeño homenaje que me llegó mientras estaba en Serbia.
Hubo un momento, al final de la Festa del Ginjoler en que yo hablaba con alguien en el escenario, tras acabar mi pequeña intervención de cierre, y ese alguien me dijo: "Oye, te están aplaudiendo a ti..." Y miré frente a mí y vi que la gente aplaudía, en efecto, y sentí un arrebato de pudor, porque no aplaudían ningún texto, sino mi iniciativa o mi obcecación con el árbol y me fui deprisa, porque yo no habría logrado nada si no me hubieran apoyado muchos otros...
Y aquí copio el texto que leí, que algunos me han pedido... (No incluyo la breve introducción de agradecimientos y quejas, que hice en catalán...)
Mi historia del azufaifo
Hace años que vivo en esta calle y antes en la calle Pujol y siempre me había gustado este árbol desmadejado y generoso que cruzaba el cielo de Arimón, con esa extraña humildad mayestática de algunos árboles, que daba sombra a la calle y sembraba la acera de flores diminutas en primavera y de frutos pegajosos en otoño. Pero fue culpa de mi prima, la sinóloga y lacaniana Vanessa, que un día me dijo: “Siempre que paso por tu calle me acuerdo de Pekín, por el azufaifo…”
Ella no sabía que las azufaifas eran parte de mi infancia, que a los 4 años, en el colegio de Figueres, saltábamos una tapia y entrábamos en un huerto encalado, inundado de sol, y comíamos esa especie de rústicas y gordas cerezas sin nombre, y una vez debí de darme un atracón, porque al llegar a casa me dolió la barriga, y mi tía Rottenmeyer, antes de encerrarme en el cuarto de la caldera, me dijo: “¡Esto te pasa por comer azufaifas!”¡Azufaifas! La sonoridad árabe de la palabra se me quedó grabada, pero el mandato de mi tía debió de ser más fuerte porque nunca más volví a saber de ese fruto, y aunque recordaba el sabor dulce y algo tosco y a veces había pensado vagamente en buscarlo por los mercados, nunca lo hice. Así que viví media vida al lado de un azufaifo, admirándolo sin saberlo… Igual que antes había veraneado en Roses, junto a la Riera dels Ginjolers…
Pero cuando Vanessa y yo fuimos a verlo juntas, la casa tenía un letrero que decía: Deconstrucciones Démeter. ¿Acaso los derribos se habían vuelto derridianos? ¿Y cómo podía Démeter, diosa de la agricultura, sembrar cemento? O Supportis, la constructora, ¿a quién apoyaba? Pero esos nombres sólo eran parte de la Cultura de las Mentiras. Y llegaron los obreros y empezaron a malgastar su energía derribando la casa y vimos caer las persianas verdes, las molduras y el porche en sombra que habían estado siempre allí.
En unos meses habían tirado tantas casas, todo el patio de manzana estaba lleno de grúas y en vez de las visitas de los pájaros, sólo teníamos, tenemos, ruido y polvo, y en vez de los jardines abandonados e intrincados de la Bella Durmiente, sólo cemento y una plaga de fealdad que se extiende como metástasis por este pobre barrio, que antes era verde y fresco y decimonónico y ahora es mediocre, polvoriento, ruidoso y feo.
Yo lo escribí en el blog. Y entonces apareció Ninca Lacruz, y me ofreció su ayuda “pour faire le trottoir”, como decía ella, recoger firmas de vecinos, y usar su experiencia jurídica europea para reclamar. Descubrimos que no era un árbol cualquiera, que podía ser bicentenario y que en toda Europa no había documentado otro tan grande. Una especie que los árabes trajeron de China, donde hay zonas con clima mediterráneo, y que sirvió para construir barcos, pero también instrumentos musicales. Més eixerit que un gínjol…
Un día me llamó Pau Orriols, un luthier de Vilanova que fabrica tenoras y oboes antiguos con madera de ginjoler y vino a coger tierra de nuestro árbol para la festa major d’Esplugues. Él y su mujer me contaron que el azufaifo es el árbol del confín, donde Mahoma tuvo la revelación, y que según el Corán, más allá del azufaifo sólo está dios. Y que es el árbol del amor en Persia, y que en Italia, cuando uno se enamora y se queda atontolinado, dicen que ha bebido il brodo delle gíuggiole. Él me dio una peonza de madera de azufaifo que siempre llevo encima y planeó una excursión en octubre a la Festa delle Giúggiole de Arqua Petrarca. Y en plena crisis de insomnio, supe que la medicina china usa las azufaifas para dormir.
En el distrito, las autoridades nos trataron con desprecio y sonrisas desdeñosas, a pesar de las mil firmas. ¿Es que no sabéis que la Constitución protege la propiedad privada? No tenéis nada que hacer… Nos fuimos de allí rabiosas y radicalizadas.
Se unió el librero de la calle Berlinès, y Borja Querol, un abogado amigo suyo preocupado por el patrimonio, y un ingeniero técnico agrícola, Xavier Argimon, y nuestros vecinos Lluís Maria Todó e Isaïes Fanlo, y yo empecé a escribir y a sembrarlo todo de emails. Escribí a Enrique Vila-Matas, que había vivido en esta calle, creyendo que no me haría caso. Pero él estaba contemplando consternado cómo talaban una palmera frente a su casa, y su hermana acababa de llamarle desconsolada porque arrancaban unos cedros frente a su estudio de caligrafía china. Así que escribió una de sus crónicas y la tituló El fin de Barcelona.
Llamamos a Parcs i Jardins y empecé a mandarle las entradas del blog del azufaifo a Imma Mayol. Y llamé a Francesc Arroyo de El País, que se puso a investigar, y empecé a darles la lata a los de La Vanguardia, y escribí a Antoni Puigverd, y vinieron los del Avui. Imma Mayol contestó que trasplantarían el árbol, y le presentamos tres informes de expertos explicando que este árbol no sobreviviría al trasplante, y si sobrevivía, habría que podarlo tanto para sacarlo de esta calle que nunca más tendría la forma que ahora tiene.
Mientras duró el derribo, los botiguers de la calle Arimón se pusieron a vigilar y avisaban a la Guàrdia Urbana o nos llamaban cada vez que corría peligro el árbol. Alguien les habría dicho a los obreros que queríamos quitarles el puesto porque se oponían con fiereza, nos decían que el árbol estaba ya muerto, nos miraban con furia al pasar y a veces con gritos amenazadores. Yo tuve también una torpe llamada de amenazas, una voz metálica que pronunció mi nombre y dijo que si quería seguir andando tranquila por la calle me olvidase del árbol. “En mi país estarías muerta”, bromeó un amigo colombiano.
Y vinieron las cámaras de Josep Cuní, de TV3, nos filmaron al pie del azufaifo y a partir de entonces todo cambió. Los funcionarios del distrito ya no nos trataban con desdén. Y empezaron a venir todas las televisiones y radios. Y cada vez que bajábamos a filmar o grabar, se acercaba algún espontáneo loco necesitado de expresión, para vociferar que era una estupidez defender árboles y que no había derecho…
Por la calle, nos abordaban. “Vostè és la de l’arbre? L’he vist a la tele”, dijo una señora, y me contó que había intentado comprar la casa del azufaifo muchos años atrás. Unos vecinos veteranos nos trajeron fotos antiguas del barrio. Todos nos contaban historias. Que en la plaza del Camp había un cabrero, que el jardín del azufaifo llegaba hasta Mitre, que la calle Muntaner se llamaba Garriga y era tan estrecha que cuando pasaba el tranvía había que pegarse a la pared… Y se unieron voluntarios. Y Francesc del restaurante La Taula se le ocurrió comprar tela verde y repartirla… Y Vincenç y Gemma de la Matalasseria nos hacían las fotocopias, y Maribel y Ricardo en la peletería, además de vigilar el árbol, móvil y perro en ristre, recogían firmas, como también Carme y Helena el estanco y en las tiendas dietéticas y en la librería psicoanalítica y en la tienda de fotos… Todos colgaron nuestros carteles y comunicados. Y la gente se para a leerlos y a hablar del azufaifo. Y un músico le compuso una pieza. Y los constructores del barrio nos interpelan a gritos y echan bolsas de basura al pie del árbol.
Fue el jardinero Joan Bordas quien sugirió que la propuesta de que el constructor modificara el proyecto y dejara una esquinita al árbol era la “solución española”, pero que la “solución europea” consistía en expropiar todo el terreno y hacer la Placeta del ginjoler… Él nos contó que el azufaifo era el árbol más sostenible, resistente a la sequía del cambio climático, porque extiende sus raíces por las profundidades, buscando agua. Gracias a él y a Xavier Argimon, y también a Javier Montalvo y a José Manuel Sánchez Cáceres-Lorenzo, hasta yo he aprendido algo de árboles.
En un momento de impasse, llamé a Oriol Bohigas, aconsejada por su hija Glòria, y él escribió un artículo en El Periódico pidiendo La Placeta del Ginjoler.
Luego apareció otra vecina ilustre, Aurora Altisent, que tiene en su jardín un pequeño azufaifo con frutos enormes, y que ha hecho el retrato de nuestro árbol. Fue ella la que me llamó a Ibiza en agosto para decirme que nos iban a dar la plaza. Y Chelo Sastre también ofreció su ayuda, y la grafista Júlia Solans se ofreció a montar el cartel.
Y la gente empezó a venir en peregrinación a ver nuestro azufaifo. Una noche, al salir de casa, un chico me llamó desde una ventana: “¡La mujer del árbol!”, me dijo, “¡espera!”. La verdad es que cuando vuelvo a casa por las noches, miro el ginjoler inmenso y expandiéndose, como si supiera que le estamos defendiendo, y respiro de otra manera.
Todo esto ha sido una locura que me ha impedido trabajar y que ha agravado mis problemas crónicos de financiación. Me ha valido la desaprobación de alguna gente que considera una frivolidad defender un árbol cuando hay tanto sufrimiento en el mundo. Cómo si una cosa excluyera la otra o sólo pudiéramos atender a la más prioritaria. Como si mientras haya guerras, tuviéramos que dejar que nos talasen los árboles y que la mafia rusa y napolitana se repartieran el negocio del cemento en este país.
Pero el azufaifo también me ha dado sorpresas, de toda la gente que ha ofrecido a atarse al árbol o recoger firmas, de los bloggers que han puesto links, de los periodistas y escritores inspirados que han dedicado su espacio a nuestro árbol, y de los poetas y músicos que habéis aceptado colaborar en la Festa del ginjoler. El agradecimiento es una de mis principales fuentes de felicidad, y luego está la ironía de las cosas, y es que yo, que soy incapaz de buscar un patrocinador para mi blog o de conseguir una beca para acabar mi libro balcánico, haya logrado que tanta gente me apoye para salvar este árbol.
La batalla no se ha acabado. El ayuntamiento nos ha dado la plaza, pero quiere construir un edificio de cemento frente al árbol. Todos los expertos dicen que el cemento compacta el suelo y asfixiaría las raíces del azufaifo. Sólo queremos un suelo de tierra y unos bancos de madera o hierro para sentarnos a la sombra. Necesitamos quietud en vez de polvo y grúas. Hay que defenderse de la invasión de cemento que está engullendo la ciudad. Y al fin y al cabo, la lección del azufaifo es que a veces, protestando se puede conseguir algo.
Yo voy por todas partes mirando los árboles como si quisiera inventariarlos, y aunque no me atrevo a abrazarlos como hacía de pequeña, siempre que puedo los toco: me da la sensación de que son mi toma de tierra. Muchas gracias a todos

miércoles, septiembre 12, 2007

La Festa del Ginjoler i l'oposició del districte

Foto: El borrador del cartel de la Festa del Ginjoler, que Júlia Solans ha hecho con el dibujo de Aurora Altisent
Cuando tenga el cartel definitivo lo pondré en los dos blogs. Falta indicar "Metro Putxet", para los que no sepan dónde está la Plaça Joaquim Folguera. En el borrador también faltan algunos nombres (Borja Querol, Rafa Zaragoza, etc.).
Ahora nos toca enfrentarnos a la oposición del Ajuntament del Districte, que se encarga de la limpieza, el sonido, los destrozos y gamberrismos de toda fiesta comercial, popular, resaca post-Barça, verbena, etc., pero nos avisa que en este caso todo irá a nuestro cargo y además, nos niega la toma de corriente eléctrica para que no podamos hacernos oír. Como dice Rafa Zaragoza, en cualquier país europeo, las administraciones apoyan las iniciativas ciudadanas para mejorar el entorno. Se alegrarían de que unos vecinos les descubriesen un árbol valioso y ayudasen con informes expertos y prensa a conservarlo cuando ellos iban a talarlo sin más. En este país, las cosas van en sentido contrario. Al menos en el Distrito, donde vuelven a tratarnos como a gente molesta, que les impide "fer el negoci", que es lo suyo. Para eso les pagamos.
He escrito a Imma Mayol
Senyora Mayol
Intentem organitzar La festa del Ginjoler, un recital poètic i musical. Avui a La Vanguardia es fan ressò de la convocatòria. L'ajuntament del districte ens ha donat un permís on diu que la neteja, els possibles danys corren exclusivament a càrrec nostre. I ara ens diuen que NO ens donaran presa de corrent. Diuen que ens espavilem amb les botigues. Com que no ens han deixat fer-ho al peu de l'arbre, no tenim botiguers sensibilitzats (a la plaça Joaquim Folguera). A qualsevol país democràtic, les administracions es feliciten que els ciutadans tinguin iniciatives per millorar l'entorn.
En aquest, pel que sembla, és al contrari. Les destrosses de les celebracions del Barça les paguem tots els ciutadans. Els generadors sorollosos de les festes comercials, els posa l'ajuntament. Les destrosses i brossa de les revetlles les paga l'ajuntament. I sempre, tota iniciativa de festa, de borratxera al carrer (i m'estalvio les escatologies) té el suport de l'ajuntament, que hi posa els vats que calguin a disposició. I els veïns les sofrim, com sofrim els helicòpters i tantes altres contaminacions que beneficien només uns quants. Però un recital poètic i musical sense volum electrònic per salvar un arbre només ha de trobar amb la ferma oposició i la mala educació del districte? Pràcticament ens han penjat el telèfon. És clar que molestem, avisant que hi ha un arbre bicentenari i que cal preservar-lo. Impedint que guanyi sempre el ciment.
Només volia que ho sabés. Tot això no tenim més remei que explicar-ho a la premsa. Isabel Núñez
Seguiremos batallando (lo malo es el tiempo y la energía que esto exige). Espero que todos los que pasáis por aquí y estáis de acuerdo con esta campaña vengáis a la Festa del Ginjoler. Si hace falta recitaremos con megáfono. Espero también que todos esos que desdeñáis estas cuestiones y que nos escribís cosas ofensivas o tiráis basura al árbol os abstengáis de venir. Es curioso de todas formas el desprecio profundo que encuentro en algunas instituciones hacia una iniciativa que sólo puede ser buena para el barrio y que yo misma no podré disfrutar mucho tiempo (en dos años y medio tendré que irme de aquí, y vistos los precios de la vivienda en la ciudad, a vivir a un sotanillo hermético y húmedo en Nou Barris, o como siempre digo, homeless al pie del ginjoler). No les parece bien que una se atreva a hacer algo así, qué osadía señalar que hay un árbol valioso, intentar preservarlo, impedir que el negocio pase por encima de todo.
Last minute news: La directora del Mercat nos cederá electricidad. Un amigo músico ha conseguido un equipo de sonido a precio bajo. Nos faltan sillas, pero todo se andará. Ayer me tocó sufrir no sé qué locos rites de passe, pero parece que al final las cosas funcionarán mejor, ojalá! Insh'Allah! sur des roulettes...

lunes, septiembre 10, 2007

Otra carta a Imma Mayol sobre el azufaifo

Foto: I.N. Ginjoler de Can Xirau, a Cadaqués, vist des de la Riba. 2007
El viernes 7 de septiembre le mandé esta última misiva electrónica a la segunda tenienta de alcalde de Barcelona.
Sra Mayol
Ens diuen que, en llenguatge municipal, "un petit equipament" és un edifici de formigó, i no pas uns gronxadors o uns bancs de ferro o de fusta o un brollador, com nosaltres pensàvem.
Aquesta notícia ens ha deixat molt preocupats, ja que, com va dir el jardiner expert Joan Bordas, la major part d'arbres centenaris d'aquest país arboricida moren així: construeixen bancs o edificis de formigó a prop, això compacta el terra i, al cap d'uns anys, l'arbre mor, amb les arrels escanyades, i aleshores pensen que ha mort de vell, quan, de fet, aquest arbre podria viure cent anys més.
Com diu José Manuel Sánchez Lorenzo-Cáceres, enginyer tècnic agrícola de la Universitat de La Laguna,"hay que estar atentos para que no perturben la zona radicular del árbol y los movimientos aire-agua a través del suelo sigan produciéndose como hasta ahora..."
Ignasi Viladevall, de l'apartat d'arbres i vegetació de La Vanguardia, em recomana: Haz gestiones para que compacten el suelo con tierra de sablón ("de sauló"), arena gruesa. Se usa en el trazado de muchos parques y jardines.
Diu Joan Bordas:
Des del punt de vista de la salut de l’arbre, crec que s’haurien de realitzar les tasques següents:
1.- Un estudi tècnic fet per jardiners especialistes en arbres monumentals.
2.-S’hauria de vetllar per l’estat físic de l’arbre, tant aeri com radicular.
Referent a l’estat físic aeri: caldria vigilar possibles atacs de malures o plagues. Protegir el tronc i branques de ferides o necrosis.
Referent a l’estat físic radicular: És el més important, s’ha de tenir cura del subsòl, evitar amuntegaments de runes, cascots, protegir les arrels de compactacions, i el més important, evitar sots o rases que malmetin les arrels.
Qualsevol obra al solar hauria d’estar abans autoritzada per un tècnic especialista per no afectar de cap manera les arrels o la terra del solar.
Realment val la pena haver fet tota aquesta negociació amb la propietat, fer una permuta d'altres terrenys, per acabar matant l'arbre, d'una mort lenta, amb formigó?
Ara hem de sotmetre aquest exemplar de ginjoler únic a Europa a la maquinària, la pols i el maltractament dels treballadors (ja ho vam sofrir en petita escala durant les obres d'enderrocament; havíem de trucar a la guàrdia urbana dues vegades cada dia, els botiguers vigilaven, perquè els obrers li tiraven runa, treien les tanques de protecció, hi posaven matalassos a sobre, tallaven una branca que els molestava... Sovint a Barcelona moren arbres per tirar-hi productes corrosius, etc. A més, la guàrdia urbana es posa sovint del costat dels constructors, no es pot dir que tinguin gaire educació cívica verda, com ara els bobbies anglesos). Val la pena aquest risc només per fer construir un altre local, si a 200 metres tenim un casal, a Vil·la Florida, on, amb la "renovació de l'arbrat" han convertit un jardí ombrívol i frondós de 80 arbres -on la temperatura baixava dos graus respecte al carrer-, en un jardí escarransit, amb cinc o sis arbres pelats, només per fer aparcaments subterranis i altres construccions. Abans, des de la façana de Muntaner, només es veien els arbres del jardí, ara es veu el carrer S.Gervasi de C. al darrera. Això, per no dir res de la destrucció de la font i de la discutible reforma de l'edifici, que la major part d'arquitectes de prestigi critica.
El barri és ple de gent gran, que s'ha quedat sense ombra ni llocs per descansar i necessiten una placeta tranquil·la de 300 metres. Les torres i els jardins d'abans han esdevingut un desert de grues, pols i soroll. Barcelona és de les poques ciutats europees on les obres estan excloses dels límits de soroll: això és un indici de la posició de l'ajuntament a favor dels promotors i indiferent als drets dels ciutadans.
Potser Barcelona té, com vostè diu, numèricament més arbres que cap altra ciutat europea, però, com diu Xavier Argimon, enginyer tècnic agrícola, la qualitat del patrimoni arbori no es mesura per la quantitat, sinó per la qualitat. Fins i tot Madrid té un patrimoni arbori de més qualitat que Barcelona, per no citar París, Londres, Nova York... Els arbres de Girona tenen més dimensions i anys que no pas els esquifits arbrets de Barcelona. Cap dels nostres parcs podria competir amb els seus jardins, pel que fa a massa arbòria i a dimensions dels arbres, no només pel clima, sinó també per les normatives de protecció que tenen aquests països. A Europa, no es construeix al voltant de 500 metres d'un arbre com el nostre ginjoler. Nosaltres en demanem 300!
Per què no fer La placeta del Ginjoler que demanava Oriol Bohigas a El Periódico i fer-la sencera, amb terra, sense construccions de ciment? Està clar que el valor de l'arbre i les necessitats que té a la zona radicular justifiquen que no es construeixi.
Per què no considerar que un ginjoler bicentenari i sostenible mereix una plaça de 300 metres, amb bancs de fusta o de ferro o gronxadors i prou?
Sabem, també, que les coses no són fàcils. Nosaltres ens hem estimat més atenir-nos a les seves declaracions, senyora Mayol, malgrat les afirmacions de l'Ajuntament del Districte en el sentit que res no està decidit i que les negociacions amb la propietat continuen obertes. Sobretot perquè, mentre ens diuen que el terreny no és propietat municipal i que l'Ajuntament no pot netejar-lo ni cedir-lo per a la nostra Festa del Ginjoler, envien una empresa municipal, Cercat, els empleats de la qual van afirmar que venien de part de l'Ajuntament, per posar-hi una tanca nova: per nosaltres, això és una prova clara que el terreny sí es propietat municipal i que les seves declaracions, senyora Mayol, són certes.
Però volem demanar-li que protegeixin de veritat l'arbre.
Atentament,
Isabel Núñez