martes, septiembre 23, 2008

Los desaparecidos: el dolor de la curación

Foto: Jose Aguirre, G. en Lisboa, 2008.
Hay que pasar por esto. Hay que saber, escuchar, leer historias como las que empiezan a asomar en los periódicos, historias terribles, de un sadismo atroz, que se repitieron no sólo en la guerra, sino en la larguísima, fría y gris posguerra de este pobre país. Que sólo ahora, setenta años después, se atreve a reclamar al Estado que busque a los desaparecidos, que restaure las cosas, que enmiende simbólicamente aquella destrucción, que permita que tantas y tantas personas hagan al fin ese duelo tanto tiempo retrasado, que puedan enterrar a sus muertos y recobrar su dignidad.
Será doloroso, pero es necesario.
Leyéndolas, aún me sorprende más que haya gente que se atreva a pedir que se pase página. Como si la justicia pudiera suspenderse por más tiempo impunemente. Como si todos esos hijos y nietos, a quienes se les ha transmitido el trauma a través del silencio y la tristeza de generaciones, no tuvieran derecho a esa restitución. Como si eso no fuera necesario para el país, su salud mental, su cultura histórica, su identidad, su posibilidad de pasar de súbditos a ciudadanos conscientes.
Es una de las pocas noticias buenas de estos tiempos, aunque llegue tarde. Y hay que agradecerlo a la iniciativa de esos familiares, a los abogados que han llevado la causa y a Baltasar Garzón.
Y en cuanto a los abusos de la otra parte, de los que hablaba hoy un comentarista de El País, se circunscriben a los tres años de la guerra, el franquismo los amplificó y utilizó durante años, pero si se trata de reconocerlos, lo cual siempre es saludable, que sea en su dimensión y su contexto. En el bando franquista todo el mundo pudo no sólo enterrar a sus muertos, sino también vivir impunemente tras haber matado y cometido atrocidades, cobrando pagas, ocupando cargos, etc.

7 comentarios:

frikosal dijo...

Ahora recuerdo que ayer hicieron una película impresionante, sobre Afganistan. No se si la verías. Es la peripecia de una niña que quiere ir a la escuela. Entre otras cosas, salía una banda de niños malvados. En un momento de la película jugaban a ser talibanes y por poco lapidan a la niña, sobrecogedor. Pero al final, juegan a ser americanos y cazadores de terroristas, con el mismo fanatismo y el mismo odio, pero un discurso diferente.

Pero de los abusos de la otra parte me da la impresión de que se ha hablado mucho y durante muchos años, todos los que fueron tristemente asesinados figuran en la memoria de sus descendientes en un lugar de honor. Por lo menos hasta donde yo se, es posible que me equivoque.

Belnu dijo...

En efecto, Friks, tienes toda la razón. Yo estaba contestando sin decirlo a un comentarista con el que nunca estoy de acuerdo, pero creo que no se entiende, así que lo voy a cambiar.

Belnu dijo...

No vi la película, pero creo que era Kandahar.

frikosal dijo...

No se cual era el escenario, es donde las estatuas de Buda derribadas. En un blog han reseñado le película, es esta.

Belnu dijo...

Ah, ahora veo, la directora es hija del director de kandahar. La trama parece estereotípica, pero en las pelis de por allí suele ser más interesante la manera de contar.

Mariola Rosario Padró dijo...

Hola. Tienes un blog muy interesante. Me he torpezado con el buscando informacion sobre el pacto del olvido y la memoria historica.

Bien saber que hay otros con mis mismas inquietudes .

Saludos.

m.

Belnu dijo...

Gracias, Mariola. Te visitaré a mi vuelta, ahora estoy en la isla y no surfeo