jueves, mayo 17, 2007

Ravensbruck y la memoria

Estuve en la presentación del libro Ravensbruck, l'infern de les dones de Montse Armengou y Ricard Belis, en el Centre de Cultura Francesca Bonnemaison. El local estaba abarrotado de viejos republicanos, de familiares de supervivientes, de deportados, de gente que trabaja en la memoria histórica, incluyendo al grupo de psicoanalistas de Tessie Morandi. El acto ha sido emotivo e interesante. Yo aún no he leído el libro, pero tuve ocasión de ver el documental del mismo nombre, que es excelente. Montse Armengou explicó que habían querido centrarse en Ravensbruck , campo de esclavitud de mujeres y niños, porque entre los deportados, las mujeres eran las olvidadas de los olvidados y su testimonio era importante, no sólo por los sufrimientos añadidos que implicaban ser mujer en los campos de concentración (donde incluso tener la regla era un drama no simplemente logístico, porque si un oficial SS lo detectaba te mandaba a la cámara de gas y era muy difícil conseguir disimularlo), aparte de los experimentos terribles a los que fueron sometidas, de la maternidad y el horror que suponía, de la muerte de los niños, etc., sino también por las redes solidarias y de apoyo afectivo que les permitieron sobrevivir y resistir vivas como un acto de defensa vital, de libertad, como reírse y hacerse pequeños regalos simbólicos unas a otras para seguir viviendo. Lo ha dicho también Neus Català, que estaba allí, aunque apenas se la oía por problemas de audio, que el deber de contarlo, por fidelidad a la memoria de las que no sobrevivieron, la ha mantenido viva y que sigue yendo a los institutos de enseñanza media a contarlo, con una vitalidad que impresiona.
En este país, donde hemos vivido en el olvido y la desmemoria más ignorantes y no se recuperará la salud cívica, democrática y mental colectiva hasta que se difunda y sepa lo que ocurrió, todavía hay gente que prefiere olvidar, como si la memoria y la historia no fueran necesarias para comprender el presente y para impedir que se repitan los peores infiernos del siglo XX.

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