miércoles, mayo 30, 2007

O tempora, o mores

Foto: Lluïsa Núñez, Cadaqués (En el Perefet, allí donde supuestamente cayeron y se disgregaron las cenizas de mi padre un día de tramontana, cada 2 de diciembre, en el aniversario de su muerte, echamos pétalos y flores, uno de los escasos ritos comunes).
Nuestros tiempos son así y siempre me vuelve la frase que Cicerón dedicó al malvado Catilina. Yo abro el periódico con precaución, empezando por la contraportada, donde siempre se frivoliza algo, y se da una opinión (aunque ya sólo me queda un columnista que me guste, han ido muriendo). Echo de menos, muchísimo, la columna de Haro Tecglen en El País. Después, paso a entrever sin fijarme lo que me perderé en las distintas televisiones, luego el cine, la cultura y poco a poco llego a lo que ocurre en el mundo.
A veces, ya en el kiosco me asalta una foto sangrante en la portada. Como ayer la de los inmigrantes aferrados a una gran red circular, quemándose con el sol y la sal y sin comer durante tres días porque nadie los quería recoger. Inmigrantes africanos sobreviven tres días agarrados a una red en el Mediterráneo o tal vez, hoy, el texto sobre esa mujer Muerta por no pagar la luz. Le cortaron el suministro, en Sydney, por no pagar (a las compañías no las obligan a reinvertir ni a mejorar las infraestructuras, pueden dedicarse, como ladrones que son, sólo a enriquecerse, sin indemnizarnos cuando nos cortan la luz por sus deficiencias, aunque perdamos dinero, trabajo, etc. Esa mujer estaba conectada a un respirador y ya advirtió al técnico que moriría si le cortaban el suministro. Pero el técnico, educado en estos tiempos, "cumplió con su deber" y cortó la luz. Está prohibida la eutanasia, pero no el negocio ilimitado, hasta la muerte. Yo pienso en Marx. ¿Cómo unos tipos pueden ser propietarios de la electricidad y hasta tal punto, sin ninguna limitación?
En un orden de cosas completamente distinto pero significativo de estos tiempos, una amiga me contó que se sentó en un bar, pidió un agua, un café y un bocadillo de jamón que vio allí preparado. Al cabo de poco, se llevaron el bocadillo a otra mesa y le dijeron que no había. Ella dijo: "De acuerdo, pónganme el agua y el café y me voy." Pero al ir a pagar observó que habían incluido el bocadillo en la cuenta. Fue a reclamar y el camarero le dijo: "Oh, usted lo ha pedido." Ella no daba crédito: "Pero oiga, usted no me lo ha servido..." Pero el camarero siguió impertérrito defendiendo su actitud inicial: "Usted lo ha pedido."
Hubo que llamar al encargado para resolver la situación. Como el empleado de la compañía eléctrica australiana, que se llama algo así como Mighty Power, este camarero estaba entrenado para cumplir su deber. Sólo seguía l'air du temps.
Respecto a los nombres: la compañía que está derribando y destruyendo la casa con el jardín y el azufaifo de la esquina de Arimón con Berlinès y cuya enérgica acción destructora me produce la misma angustia impotente y triste cada vez que bajo a la calle, en lugar de poner Enderrocs o Derribos junto a su nombre, pone Deconstrucción. Y el nombre es Démeter. Qué manera de ofender a la constructiva diosa griega de la agricultura, con su carro de semillas, y de malentender por completo el concepto derridiano. Culture of Lies, que dijo Dubravka Ugresic para definir nuestro orwelliano tiempo.

7 comentarios:

los editores dijo...

comienzas de atrás hacia adelante? sabes que esa es una costumbre muy argentina? nosotros (hablo por mi generación, quizás no sea la única) leíamos siempre el clarín de atrás hacia adelante, comenzando por... los chistes. Toda la espalda del clarín es una plancha de varios chistes.
Quizás eso nos llevó a 'entender' las noticias de otra manera...

(La deconstrucción está de moda.
Antes decó ahora deconstrucció...)

Belnu dijo...

Tienes razón, se ve con el vesre, será acaso una de las razones de mi extraña conexión argentina, a la que he intentado resistirme no viajando allí...

los editores dijo...

será
quizás debas ir con cachodepan que hace rato se resiste a ir (volver)

Belnu dijo...

Me encantaría (aunque no me dejaría fumar), pero si él se resiste, no seré yo quien le arrastre, resistente también yo (fíjate, me dejaría seducir enseguida por los hombres argentinos, que hablan tan maravillosamente). Me pasa con toda latinoamérica. Una vez vinieron unos peruanos a repintar la fachada de mi casa y hablaban tan bien y tan atentos que yo les iba perdonando todo, las chapuzas, la desconexión del riego automático, las manchas de pintura en las macetas, cualquier cosa... No se preocupe, señora, me decían con su tono dulce, nosotros le pondremos el agua a sus plantitas... Los lugareños nunca podrían competir con eso...

los editores dijo...

entonces debes ir!

ojalá toda latinoamérica -y las veredas argentinas- se arregalara con las palabras...

Dante Bertini dijo...

mira por donde esta mañana de marlunes vengo a escucharlos hablando de mí...
este finde estuve con algunos argentinos que alegran el corazón y otros que lo secan hasta la aridez...igual que aquí, vaya.
hace falta viajar tanto?
y en cuanto a demeter: se empieza deconstruyendo la tortilla de patatas y se acaba deconstruyendo el paraíso.
y para colmo no se puede gritar
¡viva la construcción!

Belnu dijo...

Claro, en todas partes cuecen habas, pero los tuyos habláis mejor y yo tengo debilidad por las palabras... una vez incluso fallé en advertir que un tipo era zopenco, tan bien hablaba comparado con lo de estos lares...
En cuanto a la deconstrucción, el abuso de una buena palabra de mi adorado Derrida me enfurece... pero la moda es así... Gracias por la visita!!!!