Josep Maria Bosch, vecino de Sant Gervasi de toda la vida y ya octogenario, me dio una foto panorámica que he tenido que dividir en dos (la mitad derecha, otro día), donde aparece la casa del azufaifo (abajo, en el centro, la mancha oscura es nuestro árbol) y donde se ve cómo eran los bosques de pinos que poblaban el Putxet y las bonitas casas que caracterizaban este barrio, hoy convertido en un lugar cada vez más mediocre, feo y polvoriento, lleno de mala arquitectura, y que pronto se conocerá como una de las vergüenzas de la Barcelona de Clos y Hereu. Estigmatizado como barrio burgués, Sant Gervasi es también un barrio muy mezclado, lleno de gente mayor con alquiler antiguo y pensión reducida (algunos pasan hambre, me dijo la vicepresidenta de l'Associació de Veïns), lleno de artesanos, menestrals, tapiceros, zapateros remendones, electricistas, pequeños fabricantes de muebles, ebanistas, ferreteros, herreros y un sinfín de oficios que se van perdiendo, en general establecidos en pequeños locales con un esperanzador jardín al fondo. Cuando tiran los edificios dignos de otro tiempo y construyen esas fealdades, lo primero que hacen es arrancar los árboles con saña y convertir la zona obligada de patio en espacios de cemento y baldosas, con su paredón, y sin verde. Es el mundo al revés: cuanto más necesitamos esos árboles para respirar y contrarrestar la contaminación ya grave de nuestra pobre ciudad, más se ensañan con ellos. Lo único que importa es el dinero que generan los parkings, para animar a la gente a usar más el coche, a comprarlo, etcétera. Y yo comprendo que los promotores inmobiliarios, gente horrible y deshumanizada por fuerza, que expande su horror como una mancha grasienta, piensen sólo en sus pingües beneficios. ¿Pero y el ayuntamiento? ¿No se puede esperar nada mejor de nuestra supuesta izquierda? Y la gente ya se ríe al pronunciar esa palabra anticuada. Todo el mundo sabe que la izquierda no existe.
Mi vecino escritor me ha prestado el libro (del que me había hablado ya Lydia Oliva) que escribió Elvira Farreras sobre el Putxet, me dijo que el libro es delicioso, aunque la autora, que era una mujer de la República, secretaria de André Malraux cuando rodaba L'Espoir, y que más tarde se casó con el marchante Joan Gaspar, se hizo célebre con su defensa de las torres del Putxet, pero acabó vendiendo parte de su jardín y probablemente sus hijos fueron responsables de la venta del resto, que acabó convertido en pisos. Una historia bien triste, pero yo ni siquiera culparía a los propietarios, sino a un ayuntamiento y un país que no sólo no protege su patrimonio, sino que lo regaló hace tiempo a la furia constructora.
Lo he dicho al dorso de mi otro blog: yo sigo andando a horas raras, esquivando multitudes ruidosas y sus conversaciones inexistentes o deprimentes, buscando, oteando rincones, esgrafiados y balcones y galerías, casas aún bonitas, árboles... Anoche, al volver de una agradable tertulia, acaricié con los ojos los troncos lisos y elegantes de los plátanos de passeig de gràcia, con sus brazos en alto, las mangas arrugadas en los codos... qué belleza en esa especie de humilde altivez frondosa...
Desde ayer, por iniciativa del dueño de un restaurante del barrio, los balcones y escaparates de estas calles empiezan a llenarse de una especie de pancartas verdes, que reivindican silenciosamente la plaza del azufaifo. Aunque mucha gente se ha ido ya de vacaciones y las tiendas cierran, dentro de poco, el verde se expandirá más y más.
Ayer contaba V, citando a su italiano favorito, que en el Veneto, las azufaifas se llaman zizzole (ella lo asoció a mi z de zbelnu, y si sigo así pronto acabaré firmando con la Z del zorro) y también, que en invierno las usaban las hilanderas, se las ponían en la boca para poder salivar en cada momento.
2 comentarios:
En esta foto se ve claramente la horrible arquitectura que por suerte han derribado a tiempo. Que bien que nos protejan de la fealdad y de los entornos mediocres sansdesign.
La zizzola Zbelnu, no está mal :)
En efecto, Nmp...
¿Sabías que hay un personaje de Muñoz Seca (La venganza de don Mendo) que se llama Azofaifa? Es una especie de bruja maravillosa. Mi vecino escritor me ´pasó el otro día un fragmento que dice así:
"Y diz, que una de las moras,
la que Azofaifa es llamada,
sabe de augurios y hechizos
y fabrica una pomada
que aunque al verla se os antoja
vaselina boricada,
es pomada milagrosa,
pues con una pincelada
torna al anciano en adulto
y a la nieve en llamarada."
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